La campaña ha marcado principios, agenda, consensos y disensos para este nuevo ciclo
El nuevo ciclo político que, de un modo u otro, va abriéndose camino desde hace una década en el resto del país -con cambios sociopolíticos profundos en Nafarroa y luchas compartidas en Ipar Euskal Herria- puede dar hoy un paso decidido en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Ese cambio tiene algunas características que conviene tener en cuenta tanto al votar como al gestionar el mandato popular que salga de las urnas.
HAY QUE PONER FIN AL SISTEMA DE VETOS
Un país no se puede construir ni de espaldas a las mayorías ni humillando a las minorías. El pacto blindado de PNV y PSE, con el apoyo del PP si es necesario, para que no gobierne EH Bildu es un sinsentido político. Este esquema perverso tampoco puede sustituirse por otro con nuevos vetos. La mentalidad de preferir que el otro pierda a que todo el mundo gane es un lujo que la sociedad vasca no puede permitirse.
Lo que es positivo a un lado de la A15 y de la Autovía de la Sakana no puede ser un estigma al otro. Aceptar de buen grado que socios y adversarios le apoyen a uno cuando gana, pero cuando el otro vence negarle el apoyo y la legitimidad no es viable.
La legislatura anterior ha tenido un éxito democrático compartido. Más a través del vacío que del veto, las fuerzas vascas han encontrado un método para combatir a la ultraderecha, que mientras en otros lugares cabalga aquí apenas se sostiene. En campaña los conservadores han cedido a la tentación de adoptar algunos elementos de su agenda pero, por lo demás, ese vacío ha funcionado. No hay que ceder.
NO RETRASAR LOS AVANCES
Vacunarse contra los cambios probables y positivos es una actitud política nefasta. Es pueril, y fuerza a ridículos que luego escuecen o a maniobras indecentes. El PSN lo comprobó en Nafarroa, pero el PSE lo ha reproducido en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.
La izquierda soberanista ha ganado la batalla dialéctica desde el momento en el que incluso PNV y PSE han tenido que asumir que gran parte de la sociedad -incluido su establishment más capacitado- ve con preocupación la decadencia y la soberbia. Si PNV y PSE traducen sus votos en resistencia al cambio, solo lograrán retrasar las soluciones.
LIDERAZGOS RENOVADOS Y COMPARTIDOS
Candidatos y candidatas desconocidas han hecho su primera campaña y, en general, lo han hecho bien. Pello Otxandiano ha sido una revelación para propios y extraños, Imanol Pradales se ha mostrado solvente y Alba García ha destacado. Entre los no tan nuevos, Miren Gorrotxategi ha peleado en condiciones adversas y Javier de Andrés no lo puede hacer mejor con ese partido y en esta sociedad.
No todo lo nuevo ha sido tan positivo: hay consenso entre la gran mayoría de quienes han seguido a Eneko Andueza de que no se puede ser tan fatuo, incongruente y aventado. La política vasca no es una capea. Esperemos que se serene y recapacite.
No es el único que ha forzado la máquina. Es mejor no hacer heridas si luego va a haber que cooperar.
PRIORIDADES, PLAZOS, CONSENSOS Y DISENSOS
Un nuevo ciclo requiere debates serios, otras preguntas y respuestas innovadoras. En campaña han salido algunos de esos debates estratégicos: Osakidetza, emergencia climática y energía, educación, política industrial, cuidados, igualdad y ciudadanía… La soberanía, en sentido amplio y profundo, permea todos los debates. También el de la relación con el resto del país y con los Estados, que habrá que resolver.
No se puede seguir como hasta ahora y, escaño arriba escaño abajo, hay que enfocar el mandato democrático para construir un proyecto de país.