Respeto a la voluntad del pueblo kanak
La decisión de la Cámara Baja francesa de reformar el censo de Kanaky para dar derecho a voto a aquellos franceses que lleven más de 10 años residiendo en el territorio ha provocado una insurrección que ha dejado seis muertos, dos de ellos al parecer por las milicias lealistas. El Gobierno francés declaró el estado de emergencia y envió al Ejército, mientras las fuerzas independentistas llamaban a la calma. Emmanuel Macron visitó anteayer el archipiélago para prometer diálogo, aunque no renunció expresamente a la reforma.
Nueva Caledonia es un territorio situado a 17.000 km del Estado francés y desde 1986 está incluido en el listado de territorios a descolonizar de la ONU. Los acuerdos de Noumea, firmados en 1998, establecieron una hoja de ruta para avanzar hacia la descolonización y la independencia. Sin embargo, la metrópoli francesa, en lugar de promover el proceso, parece decidida a entorpecerlo y retrasarlo. Primero se negó a aplazar el referéndum, que finalmente se celebró en 2021 en plena pandemia y que fue boicoteado por los independentistas. Y ahora con este cambio en el censo pretende perpetuar su dominio sobre el territorio. Posiblemente, la confrontación geopolítica con China haya influido en este intento por mantener el control de un territorio a descolonizar. Por un lado, Kanaky posee el 25% de las reservas mundiales de níquel y es el principal suministrador de este metal a China. Por otro, como señala el representante del Gobierno de Kanaky, Mickaël Forrest, en la entrevista que publica hoy GARA, está el interés de Washington, que durante el último año ha invitado dos veces a los representantes insulares a visitar la Casa Blanca.
El Estado francés debería cumplir con sus obligaciones y facilitar la descolonización del territorio kanak. Lo que desde luego está fuera de lugar es que intente involucrar a su antigua colonia en las disputas geopolíticas en las que participa. Como acertadamente señala Forrest, esas batallas de las grandes potencias solo llevan a los pueblos miseria y problemas humanitarios. Kanaky, como el resto de pueblos del mundo, tiene derecho a decidir su futuro y a permanecer al margen de las disputas de las grandes potencias.