«Sincericidio patronal», intereses y problemas
El presidente de la patronal alavesa SEA, Pascal Gómez, realizó ayer unas declaraciones alarmantes en las que, tras rememorar situaciones graves como las acciones de ETA, varias crisis socioeconómicas o la pandemia, denunciaba que la sociedad vasca se enfrenta ahora a «una nueva crisis». Según Gómez, esta «tiene un nombre propio y podemos poner varios apellidos ¿Su nombre? El absentismo, y uno de sus apellidos puede ser la falta de valores». En consecuencia, el empresario interpeló a las instituciones, los sindicatos, Osakidetza, las mutuas y, «en definitiva, a toda la sociedad» para hacer frente a esta «lacra». Gómez realizó su discurso delante del lehendakari en funciones, Iñigo Urkullu, que lamentó que Euskal Herria lidere «las tasas de absentismo en el Estado» y esté «cerca» de hacerlo en Europa.
Según las cifras de SEA, cada día diez mil trabajadores alaveses faltan a sus puestos, lo que equivale a una media de 25,5 días por trabajador y año. Seguramente, en esas cifras se incluyan largas bajas como las oncológicas, traumáticas o derivadas de la salud mental, también las de conciliación. Donde SEA sugiere caraduras en realidad hay personas gravemente enfermas y cuidadoras. Claro que hay vagos y parásitos en las empresas y en la administración. Pero a menudo los malos trabajadores no están de baja, sino que simulan trabajar o son tóxicos. Algo parecido ocurre con los malos empresarios.
Si se toma en serio la contundencia de sus palabras, Gómez denunció ayer un fraude socialmente consentido e institucionalizado. Un fraude en el que la patronal también tendría una gran responsabilidad. Ni qué decir el lehendakari y su Gobierno. Hay que pensar, por lo tanto, que es una hipérbole. Con apariencia de «sincericidio» y de ser políticamente incorrecto, Gómez no está denunciando un problema social de primer orden, sino defendiendo unos intereses de clase.
En Euskal Herria, es cierto, hay problemas con la salud laboral, el absentismo, las mutuas y la privatización, la formación, el relevo generacional, un sistema de cuidados descompensado y sin estructurar… Son retos sociales serios sobre los que no conviene frivolizar ni distorsionar.