EDITORIALA

Hatortxu, un esfuerzo comunitario ejemplar

La organización del festival Hatortxu Rock comunicó ayer que el próximo verano celebrarán la última edición de este evento solidario en Lakuntza. Previamente, en invierno, organizarán otro en formato clásico en Atarrabia. De este modo, el festival que nació en 1999 con el objeto de organizar la solidaridad con los presos políticos vascos y exigir el fin de la dispersión finaliza su recorrido. Un final en cierta manera lógico, después de que en marzo del año pasado se diera por finalizada la dispersión con el acercamiento de todos los presos a cárceles de Euskal Herria. Una política que comenzó en 1989 y se ha cobrado la vida de 16 familiares. Si bien la vuelta a casa de los represaliados todavía no se ha completado, tal vez sea el momento de inventar otras iniciativas.

Hatortxu Rock, como otros muchos proyectos que nacieron con el propósito de encauzar reivindicaciones populares, surgió del trabajo comunitario, del auzolan y logró movilizar a miles de voluntarios por una causa justa. Hatortxu Rock representa la esencia de un proyecto surgido del pueblo para responder a una demanda ciudadana y cuya aportación ha sido agradecida tanto por los militantes presos como por sus familiares. Asimismo, ha sido un ejemplo de organización basado en el trabajo militante, pero que ha sabido aunar voluntades, recabar apoyos, tejer complicidades y concertar colaboraciones sin las cuales su impacto hubiera sido mucho más limitado. Hatortxu Rock ha sido un ejemplo para otras muchas luchas, tanto dentro como fuera de las fronteras de Euskal Herria; un esfuerzo colectivo de suma que deja un enorme poso a lo largo y ancho del país.

Pero como a la mayoría de las cosas, las iniciativas populares también tienen un ciclo de vida que hay que observar. Algunas reivindicaciones se alcanzan, otras no; pero los tiempos cambian, la sociedad evoluciona y los escenarios políticos se transforman. Y en esa coyuntura cambiante, los movimientos sociales han de tener la clarividencia para cerrar iniciativas y dar paso a otros formatos, sin perder de vista el objetivo de lograr la vuelta a casa de todas las personas represaliadas. Y en esto, Hatortxu también ha sido ejemplar.