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Momento para actuar con corresponsabilidad


Se cumple un año desde que Eider Mendoza fuera investida diputada general de Gipuzkoa. Han pasado 365 días desde que, con toda legitimidad, pero haciendo caso omiso al mandato de la ciudadanía, ofreció su mano al PP y comenzó su andadura abrazada a él. Anunció una legislatura basada en la corresponsabilidad (significa compartir la responsabilidad), pero, a día de hoy, lamentablemente, no ha habido ni un solo atisbo o señal de esa actitud.

De hecho, este Gobierno foral nació con el único objetivo de aferrarse al poder y con el claro propósito de no dejar gobernar a EH Bildu, la primera fuerza del territorio. Recordemos que nada más ganar las elecciones, Maddalen Iriarte hizo una propuesta programática para acordar la gobernabilidad en Gipuzkoa, pero PNV y PSOE prefirieron atrincherarse en su foso y dejar en manos de la derecha española la llave de la gobernabilidad del territorio, actitud totalmente contraria al significado de corresponsabilidad.

El modus operandi que el equipo de gobierno de Mendoza ha mantenido en este primer año de legislatura no tiene nada que ver con la corresponsabilidad y la cooperación. más bien, el Ejecutivo foral ratifica el uso de esos términos solo en los discursos, para continuar haciendo las mismas políticas de siempre, y de la misma manera que siempre.

El de los presupuestos forales de 2024 es un claro ejemplo de ello. Un gobierno en minoría sabe que, si quiere avanzar, tiene que buscar y encontrar acuerdos entre diferentes, y que eso no solo implica exigir, sino también dar. Es decir, corresponsabilidad. Pues Eider Mendoza no ha sido capaz de llegar a un consenso con ningún partido de la oposición. Y eso es señal de algo. En consecuencia, la ciudadanía guipuzcoana va a terminar el 2024 con un presupuesto obsoleto y continuista, aun cuando en las urnas ha dicho claramente que quiere un cambio para este país, una transformación. Es más, la Diputación Foral de Gipuzkoa ha rechazado, hoy por hoy, destinar 30 millones de euros más al refuerzo de las políticas públicas, por no pactar con los partidos de la oposición. Prefiere mantener 30 millones sin utilizar, antes de intentar llegar a acuerdos con diferentes; ni siquiera se ha esforzado en hacer una propuesta al resto de los partidos políticos, ni a las Juntas Generales.

Otro tanto ha ocurrido con el plan estratégico de legislatura. La corresponsabilidad consiste, como se viene haciendo a lo largo de décadas, en que al inicio de la legislatura la nueva Diputación presente su plan estratégico a las Juntas Generales y realice una sesión especial para que los partidos allí representados puedan hacer aportaciones. El Gobierno foral actual ha decidido no hacer esa sesión especial, cerrando de par en par la puerta a las propuestas de la Cámara guipuzcoana.

De hecho, estamos viendo en el Ejecutivo foral una especie de tentación o propósito de utilizar a su conveniencia las Juntas Generales. La Cámara guipuzcoana ha aprobado este año varias propuestas de resolución con los votos en contra de PNV y PSE. Sin embargo, Mendoza no ha querido comprometerse a cumplir esos mandatos. La diputada general rehuyó responder a la pregunta directa realizada por EH Bildu sobre si iba a obedecer a la disposición del Parlamento guipuzcoano; eso sí, nos insistió en que las propuestas aprobadas no eran vinculantes. Nosotras no tenemos dudas: las Juntas Generales deben ser el centro de la dinámica política y el foro legítimo de los debates parlamentarios del territorio.

Nos enfrentamos a grandes retos: la transición ecosocial y digital, el envejecimiento de la población, los cuidados... Si de verdad queremos afrontarlos, será necesaria la cooperación y corresponsabilidad de todos y todas. Sin embargo, este Gobierno foral, al menos en este primer año, ha optado más por el atrincheramiento que por la corresponsabilidad. En estos tiempos en los que el cambio es imprescindible, el Ejecutivo de Eider Mendoza sigue abogando por el continuismo, e insiste en hacer lo de siempre y de la misma forma de siempre. Nos preocupa no ver un cambio estratégico en las políticas de la Diputación, cuando han sido esas políticas obsoletas las que nos han traído a esta situación.

Y ya no solo lo dice EH Bildu; en este único año, la ciudadanía guipuzcoana se ha pronunciado cuatro veces a favor del cambio, y lo ha hecho claramente. En las elecciones forales, la coalición abertzale aventajó en 15.000 votos al PNV como segunda fuerza; en las elecciones a las cortes españolas, en 30.000 votos; en las parlamentarias de Vitoria-Gasteiz, en otros tantos, y en las europeas, en 38.500 votos. Los guipuzcoanos y las guipuzcoanas insisten en que hay que cambiar el rumbo de este país y que el timonel de ese cambio debe ser EH Bildu. Porque ven que, allá donde la coalición abertzale gobierna, la gente vive mejor, y que EH Bildu es la fuerza política que garantiza el bienestar de este pueblo. Nuestro compromiso es claro: la confianza reiterada de la ciudadanía en nosotras debe tener su reflejo en las políticas presentes y futuras, y, por eso, vamos actuar con responsabilidad.

Es el momento de salir de las trincheras. Nuevas formas de hacer política son imprescindibles en los tiempos que corren, si es que queremos sobrevivir como pueblo. EH Bildu siempre ha estado dispuesto a ello. Ha sido EH Bildu quien ha impulsado la ponencia para reformar la fiscalidad y está buscando consensos, con el único objetivo de mejorar el bienestar de la ciudadanía.

El primer año de la supuesta legislatura de la corresponsabilidad ha sido pues, más bien, el del atrincheramiento, hasta el punto de poner en peligro el verdadero sentido de la propia palabra. Todavía estamos a tiempo si de verdad hay voluntad de darle la vuelta a la situación. En EH Bildu llevamos tiempo haciéndolo, y reiteramos, una vez más, nuestro compromiso de seguir en la misma senda. Aislemos lo difuso y aspiremos a la verdadera razón de ser: corresponsabilidad.