La Hungría euroescéptica del primer ministro ultraconservador Viktor Orban asumió ayer la Presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea y prometió, ante los temores de Bruselas, actuar con «imparcialidad». Hungría toma así el relevo de Bélgica para presidir el Consejo de la UE y controlar la agenda de reuniones de los 27 Estados miembros.

La Presidencia húngara suscitó malestar en el Parlamento Europeo y en algunos socios por la deriva antidemocrática del país magiar y sus relaciones con Rusia pese a la ofensiva en Ucrania. «Todo el mundo está encantado de que nos toque a nosotros volver a hacer grande a Europa (Make Europea Great Again)», escribió, sin embargo, Orban en inglés en X, en referencia al polémico eslogan de Donald Trump.

Su Gobierno afirmó estar listo para asumir «las obligaciones y las responsabilidades» de su misión, que finaliza en diciembre. «Actuaremos como mediador imparcial», dijo el ministro de Exteriores, Janos Boka, que añadió que Hungría aprovechará para resaltar su «visión de Europa» y volver a encaminar el bloque «en la dirección correcta».

Sobre el Estado de Derecho, la inmigración y el conflicto en Ucrania, Budapest pretende hacer oír su voz discrepante, que le llevó a repetidos choques con sus socios, y a la congelación de miles de millones de euros en fondos europeos.

Un día antes de asumir la Presidencia, Orban anunció la formación de Patriotas para Europa, nuevo grupo de extrema derecha y euroescéptico en la Eurocámara integrado por el húngaro Fidesz, el austríaco FPÖ y el checo ANO.