Juan Manuel SINDE
Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa
GAURKOA

¿Hacia un nuevo modelo societario de base humanista?

El pasado mes de junio se cumplieron seis años de la aprobación por unanimidad de los siete grupos políticos del Parlamento navarro de una moción para impulsar un modelo inclusivo participativo de empresa, que tres meses después fue aprobado, también por unanimidad, por los cinco grupos políticos que entonces componían el Parlamento Vasco.

Quizás merezca la pena recordar que el citado modelo está inspirado en los principios y valores del humanismo cristiano, por un lado, y en los sistemas de gestión puestos en práctica en algunas cooperativas del Grupo Mondragón aplicando esos mismos valores, por otro. Fue el fruto de varios seminarios en los que participaron personas representativas de distintas sensibilidades políticas, sociales y empresariales de la CAV y Navarra, y que, en definitiva, busca humanizar las empresas y mejorar su competitividad, conciliando esta con el desarrollo de las personas que en ellas trabajan. Que trata de sustituir la confrontación como actitud básica por una cooperación que genere beneficios para todos. Y que se preocupa de la comunidad en que se inserta, así como del impacto de su actividad en el medio ambiente circundante.

Es reseñable que, con este planteamiento, las instituciones de la CAV y Navarra se adelantaron a una corriente que, poco a poco, se va imponiendo en el mundo occidental, ya que se adapta a una realidad cambiante en el mundo que, entre otras cosas, se caracteriza por la incorporación a las empresas de la llamada Generación del Milenio. De hecho, esta generación ha crecido en el mundo de internet, donde la influencia de la gente nace de la colaboración y de la reputación. Así, en la red: nadie puede matar una buena idea; cualquiera puede cooperar; cualquiera puede liderar; nadie puede mandar; puedes escoger una causa; puedes fácilmente construir sobre lo que otros han hecho; no tienes que tolerar a matones y tiranos; no se margina a los activistas, suele ganar la excelencia y no la mediocridad y las grandes contribuciones se reconocen y se celebran.

Desde otro punto de vista, se va imponiendo la idea de que los beneficios son necesarios y los accionistas merecen un retorno justo, pero no son «el objetivo». El objetivo está puesto en el propósito. Las ganancias son como el aire que respiramos. Necesitamos el aire para vivir, pero no vivimos para respirar.

El filósofo Viktor Frankl indica que «el éxito, como la felicidad, no puede perseguirse, debe ser un resultado, un efecto secundario involuntario de la dedicación personal a una causa más grande que uno mismo». Esta idea es otra gran paradoja: al enfocarse en el propósito más que en los resultados, estos tienden a ser mayores.

Estamos encontrando una gran receptividad en las presentaciones internacionales que estamos realizando. Y es que, desde su aprobación, nos hemos dedicado en Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa a hacer de misioneros de la cooperación difundiendo el modelo citado, que en concreto hemos presentado en 160 ocasiones (98 en la CAV, 9 en Navarra, 15 en el resto del Estado, 20 en Europa y 18 en el resto del mundo), siendo su reparto a nivel institucional el siguiente: 56 en ámbitos empresariales, 40 en universidades, 31 en grupos católicos y 33 en foros diversos (organizaciones políticas, instituciones sociales, etc.).

Por otra parte, hemos realizado su adecuación a realidades diversas. Así, trabajamos con directivos y consultores del País Vasco la variante «Dirección», más asumible por un mayor número de directivos de empresas vascas actuales. También, en esta ocasión con personas representativas de fuera del País Vasco, la variante «Internacional», que, como su propio nombre indica, ha permitido su aceptación a nivel internacional hasta el punto de que tenemos un acuerdo firmado para su difusión a nivel mundial por Uniapac, asociación de empresarios y directivos cristianos que agrupa a unos 40.000 responsables empresariales de 43 países. Asimismo, desde otras perspectivas, hemos trabajado con personas representativas de los distintos sectores de actividad la variante «Non profit» dirigida a entidades sin ánimo de lucro, la denominada «Con enfoque en la igualdad de género», recogiendo las especificidades de dicha problemática y la llamada «Empresas públicas», enfocada a dicha tipología de empresas.

Hemos llegado, en cualquier caso, a la conclusión de que, a fin de buscar su máxima aplicabilidad en las empresas convencionales, sería de interés buscar la formalización de una nueva tipología societaria, para lo que sería necesario profundizar en el trabajo con agentes políticos, sociales y empresariales, no solo de las comunidades autónomas citadas, sino también del conjunto del Estado. Se trataría, por tanto, de un objetivo muy ambicioso (que podría simplificarse si la autorización de nuevas figuras societarias se incorporara al nuevo estatus a negociar por el próximo Parlamento Vasco con el Estado), que complementaría la actual panoplia de SA, SL, Cooperativas y Sociales Laborales. Sería una fórmula a la que las empresas se adherirían libremente y que tuviera también, deseablemente, un régimen fiscal diferenciado por comprometerse estatutariamente a prácticas de gestión y participación de los trabajadores en la gestión y resultados en línea con las recomendaciones del citado modelo, intermedio entre las empresas convencionales y las cooperativas.

Enriquecería la actual tipología jurídica de sociedades, antes comentada, en la que ha habido una falta de innovación reseñable y que precisaría de una mayor creatividad para adaptarse a la nueva realidad empresarial, tal como hacía notar recientemente el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, así como una teóloga anglicana cuyo nombre no puedo recordar.

Y representaría actualizar el legado de Arizmendiarrieta, cuyos lemas «Transformar la empresa para transformar la sociedad» y «Siempre hay un paso más que dar» hemos hecho nuestros, aun asumiendo que sean a veces fuente de críticas, al igual que las vivió el propio Arizmendiarrieta, provenientes tanto de las filas revolucionarias como de algunos de sus mismos compañeros de sacerdocio, en ambos casos más próximos a los cooperativistas de pico que a los de pala.