Casablanca, bajos fondos
Hassan e Issam, padre e hijo, subsisten haciendo de traficantes para la mafia local. A partir de esa premisa, esta ópera prima de Kamal Lazraq se convierte en un thriller cámara en mano, ambientado en los suburbios de Casablanca. Los movimientos de cámara nerviosos y, en general, el trabajo de fotografía de Amine Berrada, juegan un papel esencial en la creación de ese ambiente sórdido. Una cinta sobre los bajos fondos de esa ciudad en la que, mas allá de la historia del padre y el hijo, la cinta tiene la clara intención de retratar los márgenes de la sociedad de Marruecos. A pesar de la dureza estética y narrativa de la historia, llama la atención que la película cuenta con singulares toques de ironía. Aunque leyendo el argumento pueda parecerlo, diría que no estamos, ni mucho menos, ante un cine social ni realista; tiene ciertos toques oníricos -teniendo claro que no es una comedia- que la alejan del naturalismo. Esa pequeña variación de tonos hace que la película tenga la capacidad de mostrar la miseria sin ser miserabilista; evita la porno-miseria.
Es tremendamente arriesgado haber elegido a dos actores debutantes -no profesionales- para protagonizar una cinta de estas características, pero los dos (Ayoub Elaid y Abdelatif El Mansouri) ofrecen una autenticidad absoluta. Tal vez el hecho de que no haya muchas conversaciones haya jugado a su favor; no es una película en la que se haga mucho hincapié en las palabras, más bien al contrario, las escenas de acción y sobre todo los rostros de los personajes hablan por sí solos.
La parte final me ha gustado un poco menos, pierde cierto impulso narrativo e insiste demasiado en metáforas un tanto innecesarias, pero en líneas generales Lazraq ha elaborado una primera película tremendamente interesante.