NORA FRANCO MADARIAGA
Entrevista
Gustavo Gimeno
Director de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo

«Trabajo con ilusión, motivación y curiosidad día tras día»

La Orquesta Filarmónica de Luxemburgo abre hoy el ciclo de grandes conciertos en el Kursaal de la Quincena Musical de Donostia con su director, el valenciano Gustavo Gimeno, al frente. Mañana lo harán de nuevo con un programa completamente distinto, que demuestra su versatilidad.

(Marco BORGGREVE)

Formado como percusionista en su Valencia natal y luego en Amsterdam, su carrera internacional como director comenzó en 2012 y desde entonces ha vivido una brillante progresión, unánimemente confirmada por público y crítica. Titular de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo y de la Toronto Symphony Orchestra y Director musical designado del Teatro Real, Gustavo Gimeno es uno de los directores con mayor proyección del panorama actual.

De nuevo una doble cita en Quincena -y con esta ya van tres- al frente de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo. ¿Podemos hablar de «idilio» con Donostia? ¿Se sienten cómodos aquí?

¡Sí! Valoro mucho construir relaciones en nuestro mundo y, por tanto, haber visitado la Quincena con regularidad durante los últimos años es maravilloso. Lo hemos disfrutado mucho y abrir el festival de nuevo es una bonita responsabilidad que nos motiva especialmente; lo es por la importancia del Festival, pero también por pasar un par de días en esta tierra preciosa, entre su gente, reencontrarnos con su público y, en este caso, incluso colaborando con un coro local como lo es el EASO. También nos motiva mucho presentarnos junto a un joven solista-pianista del más alto nivel como es el canadiense Bruce Liu.

La Orquesta Filarmónica de Luxemburgo es una formación flexible y dinámica a la que hemos podido escuchar en programas muy diferentes, pero, ¿en qué repertorio la siente usted más cómodo?

Dirigí la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo por primera vez hace 10 años y lo cierto es que ha cambiado mucho desde aquel momento. Si bien entonces su sonido tenía una afinidad más evidente con la música francesa, creo que, tras todos estos años colaborando y haciendo repertorio tan diferente y contrastante, ha evolucionado mucho. La versatilidad es un rasgo que caracteriza a esta orquesta. Pienso que la distancia entre lo que era su repertorio más habitual entonces y el que le era menos afín -como el sinfonismo bruckneriano, por ejemplo- se ha estrechado.

Es también el director titular de la Toronto Symphony Orchestra. ¿Qué diferencias encuentra entre ambas formaciones?

¡Absolutamente todo es diferente!: sus historias, la cultura de sus integrantes, la manera en la cual están estructuradas a nivel institucional, el ritmo de trabajo, la sala… Lo curioso es que, aun con sus diferencias, siento que ambas son ‘‘mi’’ instrumento. Ambas orquestas las siento cercanas y, por tanto, me siento más capacitado y confiado en el proceso de hacer música juntos que con otras orquestas que dirijo ocasionalmente.

Su carrera como director ha seguido un brillante camino ascendente desde el primer momento. ¿Cuál es la clave?

No estoy seguro o, más bien, no soy consciente de ello, así que no sabría tampoco decir cuáles son esas claves. Lo único que puedo decir es que trabajo con ilusión, motivación y curiosidad, día tras día, intentando hacer las cosas lo mejor que puedo.

Ha aprendido el oficio con Mariss Jansons, Claudio Abbado y Bernard Haitink, grandes personalidades de la dirección. ¿Qué tienen en común que pueda definir a un gran director? ¿Cuál es esa cualidad diferenciadora que los hace sobresalir?

Desde luego los tres eran, además de extraordinarios directores, personalidades especiales y únicas. Pero, si tengo que encontrar un nexo común entre ellos, destacaré que todos ellos eran -obviamente- grandes apasionados de la música, pero además eran personas sensibles, humildes, honestas y, sobre todo, muy trabajadoras.

Le definen como un director enérgico, dinámico, elocuente y de «extraordinario sentido del ritmo». ¿Su formación como percusionista le ha convertido en uno de esos Maestros implacables con el tempo?

Uy, no lo creo… y tampoco creo que sea implacable; es cierto que a veces estoy contento y otras tantas veces creo que ha habido algún detalle -el tempo, una transición o la construcción de una sección...- que es mejorable y que intento subsanar en el siguiente concierto o ensayo, pero no creo que eso me convierta en ‘implacable’, ni que haber sido percusionista tenga una influencia clara en ello. Sinceramente, creo que cada gran músico tiene un dominio excepcional del tempo; no creo que sea posible ser buen músico sin contar con esa cualidad, independientemente de si se dirige, se canta o se toca un instrumento.

Por cierto, ¿ha abandonado totalmente la percusión o sigue tocando de vez en cuando?

(Ríe) ¡Totalmente abandonada desde hace muchos años! Es el pasado.

Hoy abre el festival con un programa que incluye a Mahler, un compositor muy demandado por el público en los últimos tiempos y que no puede faltar en las grandes orquestas. ¿Cómo aborda usted su Quinta sinfonía?

Uffff, imposible para uno mismo describir con palabras su visión o acercamiento a una obra. Pero pienso que haber dirigido muchas de sus sinfonías, haber crecido musicalmente en Amsterdam -tierra y orquesta con la que Mahler mantenía una estrecha relación- y haber estudiado las partituras que utilizaba el gran interprete de Mahler, el director holandés Willem Mengelberg, son sin duda una gran influencia en mis ideas y planteamientos.

Mañana en el segundo programa podremos escuchar «La ejecución de Stepan Razin» de Shostakovich, una obra sinfónico-coral muy poco programada. ¿Disfruta usted el trabajo con las voces?

¡Sííí! ¡Sin duda! Y más en este caso, presentando una obra de gran fuerza, tan desconocida para el público en general y con coro y un solista de la talla de Alexander Vinogradov.

Además de las dos obras mencionadas, han escogido para sus dos programas el concierto ‘Egipcio’ de Saint-Saëns y la Sinfonía Fantástica de Berlioz, obras todas ellas muy coloridas. ¿Ha sido una elección personal?

Sí, ha sido mi propuesta, pero también consensuada con el festival y con el solista Bruce Liu. Buscábamos los contrastes de estilo tanto entre ambos programas como dentro de un mismo programa, y creo que lo hemos conseguido.

En la temporada 25/26 asumirá la Dirección musical del Teatro Real. ¿Qué supondrá para usted ese nuevo cargo?

Sin duda, un importante paso hacia delante en mi vida. No solamente porque haré aún más ópera, sino porque se trata de hacerlo en un teatro histórico que, en mi opinión, es la institución de mayor relevancia en mi país y además trabajando junto a un equipo de gente y de profesionales fantásticos.