Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
Entrevista
JOSÉ ANTONIO ARANDA
Director de Euskalmet

«En pocos años, previsiblemente, superaremos la canícula de 2003»

Nacido en 1961 en Durango, vecino de Zuia, José Antonio Aranda es el director de Euskalmet. Ingeniero agrónomo de formación, con más de 35 años de experiencia en Euskalmet, repasa la mortal canícula de 2003 y deja advertencias claras: «Si vamos en contra de la naturaleza... lo pagaremos, vamos a tener que cambiar... ¡Queramos o no!».

(Argazkiak: EUSKALMET)

 

La canícula de 2003 provocó gravísimos problemas. El Estado francés se vio especialmente afectado, provocó alrededor de 19.000 muertes. ¿Fue un evento climático excepcional? ¿O es algo a lo que debemos acostumbrarnos? ¿Incluso a olas peores?

A las tres preguntas contesto con un «sí». Fue un evento totalmente excepcional, no conocido hasta entonces, hasta el punto de que algunos detalles del mismo todavía no se han superado. Sin embargo, a lo largo del año pasado y del anterior hemos vivido situaciones muy, muy cercanas e incluso superiores en algunos aspectos. Y en pocos años previsiblemente lo superaremos.

Técnicamente, ¿cómo se produce un fenómeno climático tan mortal, qué elementos confluyen?

En el fondo se dio una situación muy prolongada, con temperaturas tanto diurnas como nocturnas altísimas, que hizo que el interior de las casas se calentara de forma muy llamativa, con lo que los cuerpos, al no descansar y no poder conciliar el sueño, sufrieron mucho, especialmente las personas pertenecientes a la tercera edad; de ahí la enorme cantidad de muertos que se contabilizaron.

Para alcanzar esas temperaturas hay dos formas, o la suma de las dos. Por una parte, que la masa que nos alcanza sea de un origen muy cálido, y para eso tenemos el Sahara al sur. Por otra parte, que tengamos una situación de un anticiclón centrado sobre nosotros y persistente. En este tipo de situación estival, el aire del anticiclón va descendiendo en altitud y, al ser verano, el sol calienta mucho el suelo seco y esta temperatura se va traspasando a la atmósfera, por lo que esta va adquiriendo mayor temperatura cada día.

Se han intensificado las investigaciones sobre la adaptación a las olas de calor y se han establecido sistemas de alerta para quienes corren mayor riesgo. Pero incluso en los países más ricos están luchando por adaptarse. ¿Es tan fácil ver venir olas de calor?

En meteorología, esas situaciones de tiempo estable, situaciones en general antici-clónicas, tienen mejor predictibilidad, especialmente a unos cuantos días vista. Efectivamente, es más fácil ver una ola de calor que una situación de alta inestabilidad. Lo más difícil es tener en cuenta la humedad en las zonas cercanas a la costa, ya que la brisa tiene un alcance muy limitado, pero es fundamental para conocer la sensación térmica. De ahí que algunas veces suframos mucho más los días de mucha humedad y temperatura más o menos cálida (bochorno) que los días de temperatura muy alta y humedad baja, ya que en los primeros se suda, pero no se evapora el sudor, y el cuerpo puede sufrir mucho, ya que no se enfría.

A ese nivel, ¿cómo está preparada Euskalmet?

Desde Euskalmet (adscrita a la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno de Lakua), en estrecha colaboración con la Dirección de Salud, emitimos dos tipos de aviso. El primero, orientado a personas sanas, pero que en horas de mucho calor realizan, por motivos de trabajo o deporte, un ejercicio físico muy intenso. De este modo intentamos evitar el riesgo de que sufran posibles golpes de calor.

El segundo tipo de avisos está orientado a la tercera edad o a aquellas personas aquejadas por alguna dolencia médica. En este caso pensamos en una vivienda estándar que se calienta excesivamente con la consiguiente merma de la capacidad de los cuerpos para descansar. Al primero lo denominamos aviso por temperaturas extremas y al segundo aviso por temperaturas persistentes.

Según datos de Copernicus, 2023 fue, a escala mundial, el más caluroso desde que existen registros. Los años más calurosos son en su mayoría años muy recientes. Los tres años más calurosos desde principios del siglo XX son posteriores a 2020. ¿Cree posible revertir la tendencia?

No, al menos en bastantes decenios. El CO2 emitido no va a desaparecer tan rápidamente. Perdurará decenios en la atmósfera y, por tanto, seguirá provocando su efecto invernadero. Pero ese no es el principal problema. Lo peor es que el agua del mar también se está calentando y es tal la cantidad de energía que estamos metiendo en la mar que, aunque consiguiéramos bajar el nivel de CO2 y del resto de gases con efecto invernadero, se tardarán muchos decenios en extraer ese calor del mar.

En 2003, la crisis climática se convirtió en una crisis de civilización. El calentamiento del planeta plantea un formidable desafío para la humanidad. ¿Cómo vamos a vivir en un clima hostil?

Uno de los errores que estamos cometiendo los humanos es pensar que estamos fuera de la naturaleza, que la podemos controlar y que, por tanto, podemos hacer lo que queramos sin sufrir las consecuencias. Pero, por mucha técnica y conocimientos que tengamos, no nos podemos comparar con la complejidad que ha conseguido la naturaleza, especialmente debido a la selección natural de la vida a lo largo de miles de millones de años. Y si vamos en contra de la naturaleza… lo pagaremos.

Sin ninguna duda, seguiremos viviendo. El cambio climático es un problema serio, pero luchar contra él es la «única» forma de alcanzar una sociedad más justa y sostenible y, sobre todo, que nos permita tender al cambio de numerosos «paradigmas» de funcionamiento de nuestra sociedad. Lo estamos viendo con el cambio de paradigma energético, pero son cientos los paradigmas que vamos a tener que cambiar… ¡Queramos o no!

En veinte años el clima ha cambiado, ¿los sistemas de alerta también?

Sin duda alguna. La seguridad en todos los sistemas de nuestra sociedad no tiene parangón con la que teníamos cuando éramos jóvenes. Y eso mismo ha ocurrido en los sistemas de alerta. Además, el Departamento de Seguridad emite los avisos intentando enfocarlos en los impactos que va a sufrir la ciudadanía en vez de centrarse en los simples umbrales, ya que una misma situación meteorológica puede producir daños o no en función de muchísimas variables que no son meteorológicas, como, por ejemplo, la hora en la que se producen, el estado previo de los suelos y los ríos, las actividades programadas, la autoprotección de la sociedad, etc.

A situación límite, ¿solución extrema? Las comunidades científica y política no siempre están de acuerdo. Las respuestas serán individuales y colectivas, pero las opciones estratégicas son urgentes. Debemos producir y consumir de manera diferente. Pero hay tantas preguntas en ese «de lo contrario»...

Yo no diría eso. Hay comunidades políticas, entre ellas muchas europeas y también en nuestro propio país, que están de acuerdo con las comunidades científicas y, en cambio, otras no. A la hora de realizar ese cambio yo veo más problema en lo que tenemos que hacer a nivel personal. Por ejemplo, ¿estamos dispuestos a dejar de hacer las vacaciones lejos de casa, a dejar de utilizar el coche…? Todos, administraciones, empresas y particulares tenemos la responsabilidad de alcanzar una solución, ya que el problema lo estamos generando entre todos.