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EDITORIALA

Una medida que resume el mandato de Macron


Puede parecer una noticia económica secundaria, pero la decisión del Gobierno francés de permitir anular el día de descanso semanal a trabajadoras y trabajadores temporeros sirve para ilustrar algunos de los males de la presidencia de Emmanuel Macron. Del mismo modo, la respuesta de los productores vascos, que aseguran que no aplicarán esta nueva carta en sus manos, ilustra la existencia de otros valores, otras tradiciones y otros equilibrios. En suma, nos habla de la existencia de un país diferente.

El Ejecutivo galo escogió una fecha como el 9 de julio para aprobar una medida exigida por la patronal de los productores de champán. Es decir, el Gobierno publicó el decreto dos días después de la segunda vuelta que evitó in extremis una mayoría de la extrema derecha en la Asamblea Nacional francesa y solo un día después de que su responsable, el primer ministro, Gabriel Attal, presentase su dimisión ante una clara victoria de la izquierda en los comicios. La posibilidad, en determinadas circunstancias, de eliminar el día de descanso a los temporeros se suma así a una legislación ya de por sí favorable a los patrones, que contempla semanas laborables de 50 horas y, en algunos casos, hasta de 70.

Cada vez que los ultras dan un susto electoral, la pregunta se repite: ¿Por qué crece la extrema derecha? No hay una sola respuesta, pero las explicaciones se buscan demasiadas veces en los fallos de la izquierda, cuando a menudo tienen más que ver con las políticas neoliberales con las que gobiernos autodenominados «de centro» laminan las condiciones de vida de las clases populares. La secuencia que muestra a un Gobierno pidiendo el voto para frenar a Marine Le Pen mientras redacta el decreto que permite obligar a una persona a trabajar más de diez días seguidos condensa algunas de las claves que explican esta era confusa y peligrosa. Igualmente, la respuesta de diversos agentes en Ipar Euskal Herria, negándose a aplicar esta nueva posibilidad legal, muestra la relevancia de contar con una comunidad articulada capaz de frenar en las urnas a la extrema derecha, pero también de dejar sin efecto en la práctica diaria aquellas medidas que posibilitan su auge.