13 AGO. 2024 EDITORIALA Las centrales nucleares deben estar al margen El incendio declarado el domingo en la torre de refrigeración de la central nuclear de Zaporiyia, que está bajo control ruso desde 2022, por un lado, y la ofensiva ucraniana camino de Kursk en territorio ruso, cerca de donde está la central de Kurchatov -aunque muy lejos de las tropas ucranianas-, por otro, han reavivado el debate sobre los riesgos de la energía nuclear en el contexto de la guerra de Ucrania. Previamente, la central de Zaporiyia, que es la más grande de Europa y se encuentra al costado del río Dniepr, una de las líneas del frente, ya ha sufrido otros accidentes que han encendido todas las alarmas. En cada uno de esos incidentes, las autoridades rusas y ucranianas se han echado mutuamente la culpa. En esta ocasión, los responsables rusos de la central denunciaron «un ataque con dron en una de las torres de refrigeración», mientras el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aseguraba a través de redes sociales que «los ocupantes rusos iniciaron un incendio» en las instalaciones. El domingo por la noche, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que cuenta con un equipo de expertos sobre el terreno, afirmó que «no se informó de ningún impacto para la seguridad nuclear» tras el incendio en Zaporiyia, confirmando que no había habido ningún escape de radiación -lo único en lo que coincidían las partes-. No obstante, por seguridad, las seis unidades de la planta están detenidas. En este contexto, el OIEA ha instado en repetidas ocasiones a la contención bélica en el entorno de las centrales nucleares, ante el riesgo de que una acción militar imprudente pueda provocar un accidente de consecuencias incalculables. El principio de cautela es imprescindible cuando se trata de energía nuclear. Más allá de la propaganda bélica, ambas partes son conscientes de que este tema es especialmente delicado y que, aunque estratégicamente sea tentador desde una visión militar, supera con creces la contienda entre Rusia y Ucrania. Por ello, sus dirigentes deben seguir los consejos de los organismos internacionales y dar garantías al respecto. No hay margen para más accidentes.