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Osakidetza y medicos conocen los riesgos del Sintrom


Pese al silencio de Osakidetza y Gobierno Vasco, el suministro del Sintrom− anticoagulante con graves riesgos− a decenas de miles de pacientes vascos, descartando fármacos alternativos más seguros, es un problema muy grave que, además de la administración pública vasca, lo saben y conocen sus médicos. Estos también guardan silencio y siguen sus protocolos, aunque en privado admiten su peligrosidad y abogan por los fármacos alternativos (Apixaban o Eliquis, Rivaroxabán o Xarelto, etc.). E incluso en sus consultas dicen al paciente preferir esos alternativos y los recomiendan pese a no estar financiados por Osakidetza. Todos ellos, como Osakidetza y Gobierno Vasco, saben que la razón alegada para mantener el Sintrom es puramente económica: es más barato que financiar los alternativos (el Sintrom 50 euros al año, frente a los 1.000 euros de los alternativos). Hay expertos, sin embargo, que rechazan con datos esa tesis.

No lo digo yo. Aquí aporto algunos testimonios llegados tras la lectura de mis artículos en este diario. Un compañero de profesión me dice que «yo podría ser otra persona más de las que toman Sintrom. Ingresé en Urgencias por una arritmia y, tras 24 horas de observación, salí de allí con la prescripción de tomar mi dosis de anticoagulante, el urgentista me propuso que en vez de Sintrom tomara Eliquis (Apixaban), aunque costara más de 80 euros». «Ya sé que es un dinero, pero si me preguntan a mi, yo optaría por Eliquis», nos dijo con franqueza el urgentista. A otro amigo, exdirectivo empresarial vasco, le parece «muy bien que se sustituya el Sintrom en pro de toda la población... Yo he sido consumidor de Sintrom durante años. Hace dos, después de dos infartos, teniendo 85 años, la cardióloga a la que conocí por primera vez en esa cita me recomendó Apixaban, más tarde me cambiaron a un genérico más barato... Me parece estupendo que hagas campaña para que se generalice».

«Otro compañero le pasó a su mujer, que lleva muchos años con Sintrom, los artículos que escribiste. Desde entonces ha tenido consultas con el hematólogo, con el de cabecera... Al final le han venido a decir que no solo puede cambiar de fármaco (Sintrom) sino que conviene hacerlo... Eso sí, el nuevo fármaco no lo costea Osakidetza».

Aporto aquí también mi testimonio personal sobre la peligrosidad mortal del Sintrom... Mi compañera falleció hace unos años de una hemorragia cerebral tras varios años de tomar el peligroso Sintrom. Médicos amigos me dijeron: «Osakidetza no te va a reconocer que falleciera por el Sintrom... Pero, sí, el Sintrom viene a ser el asesino silencioso que a veces termina con la vida de sus consumidores».

Finalmente, otro amigo, un fisioterapia andaluz que trabajó en un hospital público, considera «muy bueno y oportuno tu artículo. Es de justicia que se sustituya de una vez el Sintrom que es un matarratas modificado». Fuerte, sí, pero responde a los orígenes productivos de ese fármaco.

Así las cosas, ¿por qué Osakidetza, el Gobierno Vasco, que sabe mejor que los pacientes de Sintrom −en su mayoría pobres y de escasos recursos− de sus graves riesgos y que hay otros alternativos más seguros, no invierte precisamente en mejorar la calidad de vida y sobre todo en garantizarla lo más posible?

Osakidetza y Gobierno vasco alegan que mantener el peligroso Sintrom es más barato que sustituirlo por fármacos alternativos más seguros. Para esas instituciones, todo parece indicar que la verdadera inversión no está en garantizar mayor calidad de vida, en eliminar en lo posible los riesgos mortales que conlleva el Sintrom. Para ellos la verdadera inversión, la rentable, está al parecer en llenar con cientos de millones de euros los negocios armamentístico, espacial, gastronómico, así como el negocio del Guggenheim en pleno espacio natural como Urdaibai o el de externalización de servicios médicos a empresas privadas y de amigos, etc.

Es hora ya de que el nuevo Gobierno Vasco, que propone un pacto entre partidos políticos y movimientos sindicales y sociales a favor de Osakidetza, así como esos mismos partidos, sindicatos y demás movimientos sociales, tomen en serio el suministro de anticoagulantes, como el Sintrom, que afecta a decenas de miles de personas, y decidan de una vez sustituirlo por fármacos alternativos más seguros y fiables. Y que, según los expertos, sería además más rentable que el mantenimiento del Sintrom por las consecuencias nefastas que tiene en sus pacientes (hemorragias cerebrales, ictus... parálisis, muertes, etc.).

Un cualificado exparlamentario abertzale, tras leer mis artículos en este diario y extrañado del silencio de Osakidetza y Gobierno vasco, me dice lo siguiente: «Insistes en lo del Sintrom y alguien debería darte una explicación, si la hay aparte de la económica». Así es, pero tanto Osakidetza como Gobierno vasco siguen callados. Y, por supuesto, siguen suministrando ese peligroso Sintrom a los más pobres y sin recursos. Condenados a ello por no disponer de recursos para costearse los alternativos. ¡El Sintrom es el fármaco de los pobres!

El problema en toda administración siempre es la prioridad del gasto. ¿La prioridad cuál es, salvar vidas y garantizar la calidad de vida de los pacientes sustituyendo el Sintrom por otros fármacos alternativos más seguros, o alimentar con cientos de millones de euros el negocio de multinacionales y empresas privadas? Está claro que, para el Gobierno Vasco, las inversiones más rentables pasan hasta hoy por ese alimento empresarial privado y no por financiar esos fármacos más seguros alternativos al Sintrom. Me temo que el nuevo lehendakari no pueda mirar a los ojos de los condenados a ese peligroso fármaco que son los pobres y con pocos recursos. ¡Salvo que se cambie de políticas sanitarias!