Israel masacra Gaza con el beneplácito de EEUU
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E l Ejército de Israel bombardeó en la madrugada de ayer la Franja de Gaza acabando con la vida de, al menos, 404 personas, de las que 174 eran niños y niñas y 89 mujeres, que suman dos terceras partes del total de víctimas. Entre los fallecidos hay varios responsables del Gobierno de Gaza, entre ellos el jefe del Ejecutivo, Essam al-Dalis, y también el portavoz de la Yihad Islámica. Las Autoridades de la Franja contabilizaron 562 personas heridas, aunque advirtieron de que es más que probable que sean muchas más por la dificultad de llegar hasta los hospitales a causa de la falta de combustible, lo que da medida de la inhumana situación en la que vive la población gazatí.
Israel ha perpetrado esta nueva masacre reventando el alto el fuego, sembrando el terror en una Gaza que dormía y confirmando que su palabra poco o nada vale. No ha respetado los compromisos que adquirió cuando se firmó la tregua: el Ejército sionista no se ha retirado, ha continuado atacando la Franja, ha cortado la electricidad y ha bloqueado la llegada de ayuda humanitaria. Un comportamiento, por cierto, similar al que ha mantenido en el Líbano. Con estos movimientos, Benjamin Netanyahu pretende, una vez más, modificar los términos del acuerdo de alto el fuego, algo que los palestinos rechazan. Y en el plano interno, ha conseguido reforzar el Gobierno con la vuelta del partido ultraderechista de Ben Gvir. Cabe poner el acento en que EEUU fue informado previamente del ataque, como reconocieron portavoces gubernamentales israelíes, lo que se debe interpretar como una autorización implícita a reventar la tregua, precisamente de uno de los países que actuó como mediador en las conversaciones que condujeron al pacto, lo que pone en entredicho su papel de intermediario. En ese sentido, la Administración Trump comparte con Israel la responsabilidad en esta masacre de civiles.
En el caso del genocidio que está perpetrando Israel en Palestina, ante tanta inmoralidad, las palabras han perdido todo su significado. Ya no cabe más demora, la situación de la población palestina es límite: la comunidad internacional y la UE están obligadas a pasar de las palabras a los hechos.