Educación: ambición para el futuro
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La educación lo cambia todo. Abre caminos, despierta talentos, fortalece vínculos, da sentido de pertenencia. Es el mayor acto de confianza que una sociedad puede tener en sí misma: creer que cada niña y cada niño merecen las mejores herramientas para construir su vida, aquí y ahora. Es la base que sostiene una sociedad libre, cohesionada y con futuro. Cuando hablamos de educación, todo lo que digamos se queda corto. Porque educar es enseñar, sí, pero es mucho más. Es creer. Es acompañar. Es construir oportunidades de vida.
El Gobierno Vasco cree firmemente que la educación de calidad es la mejor inversión que puede hacer una sociedad. No una más: la mejor. Porque detrás de cada aula, detrás de cada docente, de cada estudiante, está el país que queremos ser mañana.
Pero también -y esto es muy importante decirlo- está el presente que damos hoy a nuestras hijas e hijos. Por eso hoy en Euskadi se invierte más dinero público que nunca en educación (3.247,5 millones de euros), y trabajan más personas que nunca en nuestro sistema educativo
La educación es mucho más que una promesa de futuro. Es también lo que nuestros niños y niñas viven cada día. Es donde aprenden a confiar en sí mismos, a convivir, a entender el mundo, a hacerse preguntas. Es donde hacen amigos, se sienten valorados, construyen autoestima. Donde encuentran modelos, inspiración, afectos y límites. Donde adquieren competencias clave para desenvolverse con autonomía, espíritu crítico y capacidad para tomar decisiones. La escuela es eso: un espacio vital, lleno de sentido, donde no solo se aprende, sino que se vive. Y cada día cuenta.
Por eso estamos construyendo un modelo educativo de calidad que mire al futuro con ambición. Un modelo basado en algo muy nuestro: el compromiso con una identidad compartida que no excluye, que suma. Que abraza la diversidad con orgullo y con responsabilidad. Un modelo que impulse el aprendizaje para la vida, donde el conocimiento -como base sólida del aprendizaje-, las habilidades y los valores se conecten para formar a personas críticas, preparadas y comprometidas.
Hemos dado pasos importantes. Tenemos resultados que nos avalan. Euskadi cuenta hoy con la tasa de abandono escolar más baja del Estado, y por debajo de la media europea; una FP de referencia internacional; centros con liderazgo pedagógico y comunidades educativas vivas. Un modelo que valora el euskera y nuestra cultura, porque aprender una lengua no es solo una cuestión académica, es un proceso de integración, de pertenencia y de valores. Tenemos un buen sistema educativo, pero debemos mejorar, adaptándonos a las necesidades y desafíos de la nueva sociedad y de las personas que la componen. Tenemos la ambición y la necesidad de que la escuela vasca obtenga los mejores resultados.
Nos enfrentamos a grandes retos, y eso exige ambición, responsabilidad y altura de miras. Tenemos que hablar de lo que de verdad necesita nuestro sistema para mejorar (refuerzos en competencias claves, gestión personalizada de los nuevos alumnos que llegan de fuera durante el curso, cuidar el bienestar emocional, educar con el desafío de las pantallas…), y a eso es a lo que tenemos que destinar los recursos. Si de verdad queremos fortalecer la educación pública, es fundamental que todas las partes pongamos en el centro lo que de verdad importa: mejorar el sistema, cuidar al alumnado y garantizar un servicio educativo de calidad. Estamos convencidas de que ahí está el punto de encuentro.
Y solo existe un camino para lograrlo: dando lo mejor de todas y todos nosotros. Gobierno, centros escolares, alumnado, familias… Y, por supuesto, el profesorado, que es una pieza clave para la mejora del sistema educativo, referentes para el alumnado y motor de su motivación.
Hoy Euskadi es una sociedad más diversa. La natalidad baja, la realidad de nuestras aulas cambia cada día. Y ahí también está nuestro compromiso. Sabemos que el camino de la mejora no lo puede recorrer nadie en solitario. Por eso creemos en un modelo de corresponsabilidad, donde cada agente de la comunidad educativa -profesorado, familias, equipos directivos, administraciones, alumnado- aporta lo mejor de sí para construir una escuela más inclusiva, más fuerte, más humana.
Necesitamos recordar por qué hacemos lo que hacemos: garantizar el derecho al conocimiento, a convivir mejor y a vivir en una escuela donde cada persona cuente. Porque Euskadi Berria significa no dejar a nadie atrás. Porque educar es una responsabilidad institucional, sí. Pero, sobre todo, es una tarea colectiva y de corresponsabilidad. Un acto de confianza compartido. De esperanza. Y de compromiso con cada niña y cada niño que hoy, no mañana, nos necesita.
En nuestro contexto actual, tan exigente, seguir mejorando la educación es un reto que debemos abordar con valentía. Nos jugamos nuestro presente y el porvenir de nuestras siguientes generaciones. Como Gobierno, tenemos el deber de gestionar bien los recursos públicos y de poner siempre por delante la mejora del sistema educativo. Creemos en una educación que transforma; que abre caminos y tiende la mano; que acompaña, inspira y da sentido, porque educar no es solo una responsabilidad del Gobierno: es una inversión de toda la sociedad.