Es intelectualmente incompatible ejercer de abogados del talento y menospreciar lenguas
Es frustrante escuchar a personas que tienen una responsabilidad institucional o corporativa con la normalización y el desarrollo del euskara divulgar prejuicios que distorsionan el debate público sobre la lengua vasca y alimentan los marcos ideológicos de quienes, por ignorancia o por intereses particulares, no desean esa normalización o incluso la combaten.
Primero fue Anton Arriola, presidente de Kutxabank, quien consideró que «nuestro modelo de educación con el euskera como lengua vehicular» es «un factor limitante muy importante» a la hora de atraer talento. Los sindicatos de Kutxabank tuvieron que recordarle que se debía a unos clientes y a una comunidad para la que el euskara es un valor. Los patronos de Kutxa Fundazioa también se desvincularon y enmendaron esas opiniones vehementemente. Aunque es evidente que dijo lo que piensa, era un foro y quizás Arriola no quería formularlo tan torpemente.
Pero luego vino Andoni Aldekoa, director general de EITB, entre cuyos objetivos prioritarios está la promoción del euskara, y para justificar la falta de transparencia en la contratación sin perfil de una directiva, en sede parlamentaria, volvió a contraponer euskara y talento. Esta vez no era para contratar mentes extranjeras, sino personas que pese a hacer su carrera en Euskal Herria no tienen un perfil profesional de euskara. Y a las que se ficha para mejorar audiencias, parte importante de las cuales son euskaldunes.
El caso es que Aldekoa ya sabía de la polémica de Arriola y, por solidaridad corporativa o porque le venía bien para justificar su maniobra, decidió alentarla afirmando que el perfil C1 «puede limitar la elección de profesionales». Si se habla del euskara como problema, no se habla del problema de los casting.
Algunos directivos del país parecen abstraerse de que si ostentan esos cargos es por sus orígenes, porque en un mercado meritocrático global imaginado como el que dibujan, es improbable que sean las personas con la mejor nota del mundo. Y obvian que entre esos orígenes suele estar pertenecer a un partido.
DEBATES REALES Y PERSPECTIVA DE FUTURO
El clasismo y el racismo son dos pasos del mismo baile. Simplificar lo complejo y mezclarlo con el debate lingüístico parece ser rentable. Por eso, unos se quejan de que a Euskal Herria no vienen los migrantes ricos y otros se quejan de que vienen los pobres.
Para los primeros, «ser atractivos» no significa tener buenos servicios públicos, una sociedad cohesionada y una comunidad dinámica, sino que los listos paguen menos impuestos y se les garanticen más privilegios. Incluido no aprender nada de un idioma.
Para los segundos, «migrantes» no son quienes cuidan de sus familiares o les sirven. Solo son migrantes quienes sobreviven expulsados de los derechos básicos de ciudadanía. Sin embargo, habría que pensar en cómo dar a todos y todas acceso a la lengua y la cultura, sin exigirles lo que no se exige a nadie.
Claro que la migración supone un reto también en el terreno lingüístico. Si se conjugan cambios demográficos que suman porcentajes poblacionales en periodos cortos con políticas de euskaldunización de resultados discretos, el problema es evidente. Habrá que adaptar esas políticas en base a debates reales, no a fantasías de la jet-set o miedos populares.
El euskara vive un momento paradójico en el que conviven datos positivos, amenazas palpables y tendencias nocivas. Lo último que necesita es fuego amigo. Según distintos expertos, militantes y cargos, la defensa y el desarrollo de la lengua y la cultura vasca deben reinventarse y mirar al futuro. Pero es difícil no recrear esquemas del pasado con sentencias discriminatorias, manifiestos por la ignorancia y ventajismo de manual. Por eso es tan importante acertar en las críticas y en las estrategias.

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