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Incio del curso político en Nafarroa

Barcina se autoproclama candidata de UPN porque no piensa «claudicar»

UPN dio ayer el pistoletazo de salida al curso político en Nafarroa con su tradicional cena de Cadreita. Yolanda Barcina anunció su intención de presentarse para repetir en el cargo ante 325 militantes de peso del partido.


Yolanda Barcina será el rival a batir si tiene que haber un cambio en Nafarroa. Tal y como se esperaba, la presidenta anunció que volvería a presentarse en un encuentro con responsables de UPN. Afirmó que lo hará, porque «no piensa claudicar» y porque «no le gusta dejar las cosas a medias». Además de ello, Barcina reconoció que las elecciones del próximo mayo «serán trascendentes para Nafarroa y para España».

«Hay que decir no a la coordinadora del no», aseguró Barcina, que optó por un discurso triunfalista con respecto a la economía y prometiendo a los suyos que los datos ya están mejorando. «Hay que evitar que Navarra se pare», proclamó. A su juicio, la oposición a UPN no es más que «una macedonia de siglas» que solo se pone de acuerdo para echarla del poder.

La presidenta entró a la sala como en una boda. Los 325 comensales en pie rompiendo en aplausos y sonando la canción electoral del año pasado («Queremos a Navarra así). Introducida por la alcaldesa de la localidad, la presidenta se refirió a UPN como «la familia» y pronto se dibujaron las líneas básicas de su discurso, en la reiteración de las palabras de «responsabilidad y compromiso». Y afirmando con rotundidad que UPN necesita «liderazgos fuertes».

La presidenta también se esforzó ante los suyos por escenificar que las heridas dentro del partido ya han cicatrizado. Las referencias y las «gracias» hacia su rival, Alberto Catalán, fueron constantes y reiteradas. Sin embargo, el corellano estuvo todo el rato sentado en su mesa, sin subir al estrado de los VIP. Miguel Sanz, directamente, optó por no presentarse a la cena.

El discurso de la aún presidenta marcó cual será una de las claves de su campaña: el miedo. Barcina busca unas elecciones a cara o cruz. Ella frente a Bildu, ETA y el nacionalismo radical. Cuantos más fantasmas, mejor (incluso trajo a colación la Transitoria Cuarta y se comprometió a derogarla en la próxima reforma constitucional). No le queda mucha más opción, porque está sola y necesita unos apoyos para gobernar que, ni tiene, ni va a poder ganarse por méritos propios. Así que esta será una campaña muy polarizada, aunque más que un conmigo o contra mí, UPN buscará la idea de «con Navarra» o «contra navarra». Barcina dijo que «no hay atajos» y se comprometió a trabajar muy duro porque un gobierno que no sea el suyo «no se puede permitir»

Además de su soledad, UPN se ve empujado a esta estrategia por miedo a que el descontento mueva a votantes suyos que no votan al espectro nacionalista a irse a fuerzas alternativas que puedan canalizar votos de castigo, como UPyD pero, sobre todo, Podemos. Aun con todo, Barcina no mencionó abiertamente a esta formación, pero sí que advirtió del «populismo» que es incapaz de resolver los problemas de Nafarroa.

Defensa del autogobierno

Barcina también se postuló como la candidata del orden frente a quienes buscan poco menos que acabar con Nafarroa y su autogobierno. Otra vuelta de tuerca al que vienen los vascos. En palabras de la presidenta, Nafarroa es «foral, pero también leal y forma parte de España». La líder de UPN entiende que hay una campaña de recentralización y cree que las competencias de Nafarroa peligran, sin embargo aboga por esa «lealtad» como la vía para que Madrid no siga por ese camino. En concreto, habló de garantizar las competencias fiscales navarras, hoy en entredicho por una sentencia del Constitucional.

Durante todo el verano, Barcina ha preferido no oficializar su candidatura. Sin embargo, los portavoces de UPN, uno tras otro, han ido realizando pronunciamientos públicos sugiriendo a la actual presidenta como la mejor baza para la próxima contienda electoral. A lo largo del pasado curso político, sobre todo en los primeros meses, se habló de un recambio. Sonaron los nombres del actual consejero de Administraciones públicas, José Javier Esparza y con menos intensidad del de Políticas Sociales, Iñigo Alli. También se escuchó el del alcalde de Iruñea, Enrique Maya. Estas opciones gustaban más por las malas relaciones que existían entre Barcina y la Ejecutiva del PSN, con Roberto Jiménez a la cabeza. Sin embargo, el capote que le echó Alfredo Pérez Rubalcaba dejó bien a las claras que Nafarroa es cuestión de Estado y que el PSOE mira más allá de quién está al frente de UPN. Una vez conocido que la candidatura de Barcina no será un estorbo para mantener el régimen, todos daban por hecho que la presidenta se presentaría. Lo demás, ha sido una puesta en escena para cumplir con las tradiciones del partido, como la cena de ayer en el restaurante Marisol.

Deslealtades y años malos

Barcina aseguró que estos tres primeros años en los que ha estado al frente del Gobierno han sido «los más duros como política». En un primer término, habló de «las deslealtades» que ha sufrido, en una clara referencia a su fracasado intento de gobierno de coalición, del que acabó expulsando a Roberto Jiménez enviándole un motorista con el cese de madrugada.

Sin embargo, lo que más le dañó a nivel personal, fue la crisis desatada en torno a Lourdes Goicoechea, consejera de Hacienda y amiga personal de Barcina. Pese a todo, Goicoechea fue acusada de prácticas corruptas por la gerente de Hacienda, un alto cargo de UPN.

Si por algo se destacó su discurso fue por no hablar de alianzas. Aunque Barcina sabe que necesitará del apoyo del PSN, no hubo llamadas al entendimiento. En cuanto al PP, que busca ir a las urnas en coalición, la presidenta ni lo mentó, pese a que se esperaba que ayer resolviera la incógnita.