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EDITORIALA

Madrid, entre Londres y El Cairo


Iniciada ya la semana del histórico referéndum de Escocia, resulta inevitable que toda la atención se centre en el resultado final. La ciudadanía de aquel país determinará el jueves si el mapa de Europa Occidental cambia por primera vez en muchas décadas o se mantiene en su actual dibujo. Sin embargo, a la espera de lo que deparen las urnas a primera hora de la mañana del viernes, la gran noticia política, el auténtico precedente democrático, la innovación en las reglas de juego, ya ha quedado sentada: en el seno de la Unión Europea ha sido perfectamente posible que una nación materialice su derecho a decidir en las urnas de modo libre e informado, sin más tope que su propia voluntad, y eso se ha hecho de manera absolutamente civilizada y pacífica.

Frente a esta señal de los tiempos, que marca ya un nuevo suelo sea cual sea el escrutinio, la obsesión represiva del Estado español queda más imposible de homologar que nunca. Amenazar veladamente con encarcelar al president catalán o criminalizar mediante informes policiales a una iniciativa civil como Gure Esku Dago quedan a años luz de lo que ocurre en el epicentro de Europa. En Euskal Herria el anacronismo es doble al recurrirse a elementos represivos de un estado de excepción diseñado con la excusa de la acción armada de ETA, acabada para siempre hace ya tres años.

A los ojos de Europa, el modélico proceso escocés hace más caduco e insostenible el juego sucio español contra las aspiraciones de Catalunya y Euskal Herria. Sus embestidas represivas contra demandas políticas y democráticas solo encuentran parangón a miles de kilómetros, fuera del marco político en el que se inserta. En lugares como Egipto, donde ayer mismo se dictaban nuevas cadenas perpetuas contra los Hermanos Musulmanes que ganaron las elecciones y fueron ilegalizados tras un golpe de Estado militar.

Escocia decide el jueves. Catalunya y Euskal Herria lo harán a buen seguro, quizás más pronto que tarde. Madrid también tiene pendiente su propia decisión: si aspira a ser Londres o El Cairo.