Joseba Mikel Agirre Oar y Txema Landa Aizkorbe
Miembros de Euskaria Fundazioa
KOLABORAZIOA

¿Queremos consulta para la independencia?

Entre el proceso escocés y el catalán se observan diferencias que debemos resaltar. En Escocia el movimiento independentista ha logrado celebrar un referéndum vinculante, el resultado ha sido «no», pero está reconocido el derecho a la consulta.

En Catalunya se ha realizado una consulta no vinculante. Que tendrá valor político pero no jurídico, a pesar del altísimo porcentaje del «sí».

Pero, también, encontramos similitudes como por ejemplo un amplio refrendo social en ambas naciones a todo el proceso de recuperación nacional, sin olvidar que en Catalunya los movimientos sociales parecen llevar el mayor peso y en Escocia ha estado más en los partidos.

En el caso de Euskal Herria encontramos un gran consenso en torno al movimiento en pro del Derecho a Decidir o del Derecho de Autodeterminación, pero se desdibuja el consenso en el momento en el que se habla de un modelo concreto.

Es evidente que no solo se dispersan los consensos en cuanto a cómo llegar a celebrar una consulta, sino que hay muchas reticencias a la hora de proponer la Independencia como salida.

De tal modo que, además de las lícitas diferencias políticas entre las dos grandes familias abertzales, nos encontramos con dificultades para lograr un consenso en cuanto al método y al objetivo.

A día de hoy todavía no se han definido tampoco los ámbitos de decisión y seguimos con el discurso de hablar, sobre este tema, de Euskadi y Euskal Herria, incluso del Estado Nabarro, como si fueran la misma entidad y sin aclarar si estamos hablando de que cada territorio llevará su propio proceso o buscaremos formulas para llevarlos conjuntamente o lo más conjuntamente posible.

Somos una nación dividida por dos administraciones estatales, una parte de ella no tiene ningún reconocimiento como tal y en la otra se trata de dos comunidades autónomas que ni siquiera tienen relaciones normalizadas de vecindad.

Tenemos, eso sí, una masa social que está dispuesta a movilizarse y responder ante propuestas claras y todo lo unitarias que sea posible y está acostumbrada a hacerlo. Ejemplos de esto último sobran y cuando se han hecho propuestas unitarias desde el mundo abertzale se ha comprobado la capacidad de respuesta.

Necesitamos, pues, que las dos familias abertzales se sienten, sin dejar a un lado sus lícitas diferencias políticas, para definir un proceso claro y eficaz para conseguir consultar sobre el futuro del país. Sea esta consulta a través del Derecho a Decidir o del Derecho de Autodeterminación.

Necesitamos que así sea. A pesar de la lícita pugna existente por la hegemonía en el mundo abertzale, creemos que el binomio consulta-independencia debe ser excluido del debate partidario, no del debate político en el que debe de estar presente.

Se deben dar los pasos para elaborar un proyecto de constitución para la independencia, que resalte las ventajas que un estado independiente tiene para el pueblo vasco en lo social, lo político, lo cultural y lo económico. Este proyecto debería ser elaborado por varios equipos interdisciplinares y su proceso debiera ser totalmente participativo.

Creemos que si así se producen los hechos, la sociedad vasca, a la que nadie puede poner en duda su capacidad crítica, se volcará y sabrá tanto secundar las propuestas y movilizaciones que se produzcan como premiar electoralmente a los partidos y coaliciones que intervengan de modo positivo en la pelea por la Consulta el Derecho de Autodeterminación y la Independencia.