OSASUNA - LUGO

Nadie quiere pensar en un cuarto tropiezo consecutivo que vuelva a meter a Osasuna en el abismo en el que se encontraba a principios de diciembre pasado. Una tercera derrota en El Sadar en apenas veinte días sería algo difícil de digerir por la grada y, quién sabe, si incluso pudiera tener repercusiones en el banquillo, por mucho que se diga que plantilla y directiva están a muerte con Urban.

Lo cierto es que lo extradeportivo está pasando factura a algunos jugadores, que ya se ven frente al juez para testificar por los presuntos amaños del final de la campaña pasada. El que su cabeza esté más pendiente de los pasillos de los juzgados que de lo que ocurre en el césped ha mermado su rendimiento y el del equipo. Por ello, no es descabellado pensar que el técnico polaco tenga pensado realizar variaciones de calado en el once, tal y como ha dejado entrever en los ensayos de entre semana, aunque habrá que esperar para comprobar si finalmente se materializan.

El regreso de David García al eje de la zaga en lugar de Miguel Flaño, ver qué ocurre finalmente con los laterales, la posibilidad de que Merino y Olavide vuelvan a ser el tándem de pivotes y la entrada de Sisinio son algunas de las cuestiones que se dilucidarán apenas una hora antes del comienzo del encuentro.

Si no quiere volver a sentirse cuestionado, Urban tiene que dar con la tecla ante un rival que tampoco llega sobrado a Iruñea. Aparte de tener un pobre bagaje foráneo -siete puntos, tres menos que Osasuna-, la escuadra lucense llega bastante mermada. A sus siete bajas seguras, hay que añadir que varios de los titulares que saltarán a El Sadar han estado durante toda la semana arrastrando molestias, por lo que habrá que ver cómo influye esto en su rendimiento. En todo caso, Osasuna no puede confiarse lo más mínimo, pues está fresco todavía lo que ocurrió frente al Llagostera, un conjunto que apenas había sumado fuera y que se acabó llevando los tres puntos.