El viceministro polaco de Defensa, Marcin Ociepa, abogó ayer por la construcción de un dispositivo defensivo y de vigilancia a lo largo de la frontera con Bielorrusia que costará más de 350 millones de euros.

El proyecto contempla el levantamiento de un muro de tres metros de altura, que Ociepa justificó asegurando que «la seguridad y los sentimientos humanitarios pueden conciliarse», y que «cualquiera que cruce la frontera será atendido según el procedimiento apropiado».

El Ejecutivo polaco aprobó recientemente una reforma de la ley de extranjería para permitir expulsiones inmediatas de migrantes ilegales, sin que se consideren siquiera sus peticiones de asilo. Según datos de la Guardia de Fronteras polaca, desde que comenzó el año se han detectado unos 29.000 intentos de entrar ilegalmente en Polonia desde Bielorrusia.

El Gobierno polaco, acusado de expulsar ilegalmente a migrantes, mantiene desplegados más de 10.000 efectivos en la zona, y acusa a Bielorrusia de permitir «provocaciones» como el lanzamiento de piedras, disparos de fogueo y amenazas por parte de «personas con uniformes militares», así como de orquestar una oleada migratoria para «desestabilizar a la UE».