Marcel Pena
Entrevista
Cristian Castillo
Experto en logística
Cristian Castillo, en su despacho de la UOC.
Cristian Castillo, en su despacho de la UOC.

«A este ritmo, vacunar al 100% de la población en el Estado español llevaría unos cinco años»

Cristian Castillo es profesor lector de los Estudios de Economía y Empresa por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Su ámbito de trabajo se centra en las operaciones logísticas de las empresas, y ha analizado desde este punto de vista la producción de la vacuna contra la covid-19.

Estamos viendo cómo las farmacéuticas incumplen los períodos acordados con la Unión Europea y se retrasan en la entrega de las vacunas. ¿Qué ha fallado?

Ahora mismo no estamos ante un error de distribución, sino que el foco del problema está en los laboratorios de las empresas farmacéuticas. Concretamente, podemos discernir dos problemas. Por un lado, las farmacéuticas están teniendo problemas para producir la cantidad de vacunas necesarias. Por ejemplo, Pfizer ha reducido el lote que debía entregar en un 40% y AstraZeneca, un 60%. Además, esta misma semana, Moderna ha retrasado su entrega hasta la semana siguiente. Y por otro lado, no se están respetando las cantidades pactadas para cada país de la Unión Europea y están vendiendo la vacuna al mejor postor. Esto es muy peligroso, porque existen unos contratos comerciales que se deben respetar.

¿Qué pueden hacer los organismos compradores ante este incumplimiento del contrato?

La Comisión Europea debe hacer prevalecer los contratos firmados con anterioridad. En Estados Unidos existe la Ley de Producción de Defensa, por la que el Gobierno puede obligar a las empresas a producir y fabricar. En la UE no existe una ley como esa, pero sí que pueden establecer controles para asegurarse de que esas exportaciones no se están derivando a países que no les corresponde, como Reino Unido o Israel. Si las empresas farmacéuticas justifican una incapacidad a la hora de producir las dosis, eso quiere decir que tampoco deberían poder abastecer a otro países.

Algunos países miembros, como Alemania, han criticado abiertamente la gestión de la UE y han comprado millones de vacunas por cuenta propia...

En este sentido, es muy importante que todos los países de la UE vayan a una y defiendan los intereses de todos los estados miembros. Se debe mantener el mismo criterio para toda la comunidad europea y hacer valer los contratos firmados previamente. Hay que tener en cuenta que la UE ha financiado con 2.700 millones de euros el desarrollo de la vacuna y ahora debería recuperar la inversión.

La Defensora del Pueblo Europeo llegó a hablar de «oscurantismo» en la compra de vacunas. ¿A qué se debe tanta opacidad en este proceso?

Las farmacéuticas están informando de problemas de abastecimiento, pero al mismo tiempo vemos cómo otros países están recibiendo lotes de vacunas. Por tanto, hay algo que no encaja. Esta falta de transparencia es lo que se debe aclarar por parte de las empresas. No sabemos cuál es el problema real, si es por falta de materias primas, de personal o porque las líneas de distribución no están al 100%. Pero para poder debatir debemos saber exactamente por qué no se está produciendo la cantidad requerida, y a nivel europeo eso preocupa. Sea lo que sea, las farmacéuticas deben ser más transparentes y especificar cuáles son sus problemas.

Pueden establecer controles para asegurarse de que esas exportaciones no se están derivando a países que no les corresponde, como Reino Unido o Israel

¿Qué implican estos retrasos en los calendarios de vacunación estatales?

Según los expertos sanitarios, retrasar una semana la segunda dosis de la vacuna no tendría demasiadas implicaciones prácticas, pero a nivel de logística se estaría incrementando el plazo para conseguir el 70% de inmunidad colectiva.

Diferentes países europeos ya han propuesto retrasar la segunda dosis y Bélgica incluso quería vacunar al doble de gente con una sola dosis. ¿Es una opción factible de cara a la inmunidad colectiva?

Es muy importante seguir el criterio de las farmacéuticas. En el caso de Pfizer y Moderna, indican que es imprescindible la inoculación de dos dosis y no hay evidencias científicas que demuestren que una sola vacuna sea suficiente. Bajo mi punto de vista, este no es el debate que debería darse, sino que tenemos que conseguir que todo el proceso sea suficiente para no discutir si con una sola dosis es suficiente. Lo más importante es tener todas las dosis, y una vez lleguen, inocularlas lo más rápido posible. Todo ello requiere una optimización logística para evitar estos debates peligrosos.

Teniendo en cuenta todos los problemas mencionados, ¿estábamos preparados para una campaña de vacunación como la actual?

El arranque de la campaña fue desastroso, porque se empezó muy lentamente. En el caso del Estado español, no solo hemos de afrontar el reto de no disponer de vacunas, sino que además hemos de asegurar que cuando las tengamos exista una estructura suficientemente robusta para asegurar la vacunación de 180.000 personas al día. Este es el ritmo necesario para inmunizar al 70% de la población del Estado a un año vista, aunque ahora mismo conseguir esa inmunidad colectiva se presenta muy complicado. Se han planteado soluciones, como la incorporación de personal sanitario del sector privado para realizar las inoculaciones de la vacuna. Para llegar a la inmunidad colectiva en otoño se ha de incrementar el número de dosis diarias, y ahora mismo esa capacidad no la tenemos.

Y siguiendo el ritmo actual, ¿cuándo estaría vacunada toda la población del Estado?

A estas altura de la campaña ya deberíamos haber visto cuál es el ritmo real de vacunación, pero hemos tenido muchos tropiezos. Al principio, por culpa de la falta de ritmo y justo cuando el motor estaba arrancando, hemos tenido que pararlo debido al desabastecimiento. De seguir así, a final de año habrá unos 9 millones de habitantes vacunados, un 18% de la población, por lo que vacunar al 100% llevaría unos cinco años. Esto evidencia que hemos de continuar trabajando, porque ahora mismo las condiciones no son favorables.

A nivel estatal, la CAV y Nafarroa son dos de las comunidades con un número más bajo de dosis administradas sobre el total de entregadas. ¿A qué se debe esta diferencia con otros territorios?

Según los últimos datos de los que se dispone, del 25 de enero, la CAV llevaba un 80,4% de dosis administradas sobre las recibidas. Esto se puede deber a diversos factores, como los problemas con el tamaño de las jeringuillas –que solo podían extraer cinco dosis en lugar de seis– o la falta de personal médico. Además, los retrasos de las entregas han obligado a parar las vacunaciones para que la gente con la primera dosis pudiera recibir también la segunda. La dilatación en el tiempo requiere también que las dosis estén almacenada en las correctas condiciones, lo que añade dificultades al proceso logístico. Todas estas situaciones provocan que varias comunidades autónomas no estén a los niveles requeridos.

En estos casos, ¿la comunicación institucional ha sido la adecuada?

Hay comunidades que se han organizado mejor que otras, pero al final todas estas problemáticas han influido y sería importante que los diferentes gobiernos autonómicos explicaran cuáles han sido las dificultades. Por nuestra parte, solo podemos lanzar hipótesis porque nadie está explicando qué ha pasado. Toda esta casuística requiere más transparencia por parte de la administración.

En Nafarroa se creó polémica después que responsables del Gobierno reconocieran que se habían tirado algunas dosis sobrantes. ¿Es un problema general desechar dosis de la vacuna?

Una ineficiencia en la gestión de la vacuna a nivel logístico, como romper la cadena del frío, comportaría que las dosis fueran inservibles. Por eso mismo hemos de ser muy ágiles en la distribución de las vacunas, especialmente con la de Pzifer, que requiere de 30 días en hielo seco y posteriormente ser almacenada en ultracongeladores a -80ºC, algo de lo que no disponen en todos los centros. Si no se han previsto correctamente estos tiempos, es muy probable que haya dosis inservibles y se tengan que desechar, aunque en un momento de crisis sanitaria como el actual sea impensable. Si alguna dosis está próxima a cumplir con las especificaciones, ante de tirarla se debe inocular lo más rápido posible a personal sanitario. Saber cuántas se han tenido que desechar por una mala gestión en la cadena de frío es algo que no llegaremos a saber.

¿La «vacunación VIP» también puede llegar a ser un problema para cuadrar los números previstos?

La vacunación VIP es un problema que afecta a toda la población. Para evitar el colapso sanitario, el plan establece vacunar primero a las personas más susceptibles de poder sufrir la peor cara de la enfermedad. Si nos saltamos estos pasos, provocamos que la población con más riesgo continúe saturando los hospitales y ocupando camas de UCI. Es un pez que se muerde la cola, porque estamos inmunizando a personas que en el caso de coger la covid no habrían provocado esta saturación. Más allá del conflicto moral, esta falta de responsabilidad tiene consecuencias para llegar a conseguir la inmunidad colectiva. En cierto punto, también se trata de un problema de transparencia. La administración debería hacer un control exhaustivo para saber en todo momento a quién se está vacunando.

Ante la escasez de vacunas en Europa, Biden ha anunciado 1,5 millones de vacunas diarias en los Estados Unidos y la inmunidad colectiva en verano. Desde el punto de vista logístico, ¿se puede conseguir?

Se presenta como un reto, indudablemente, pero hay que destacar que Amazon ha ofrecido su estructura logística para hacer la entrega de las vacunas. Disponer de esta infraestructura, con centros ubicados en todo el país, facilitaría mucho la distribución, pero al igual que en Europa en Estados Unidos esto debe ir de la mano con disponer de personal suficiente para su inoculación.

Aunque el desabastecimiento se está produciendo sobre todo en la UE, ¿qué implicaciones tiene esta alteración del calendario sobre los países del tercer mundo?

Desde la UE y otros estados considerados del primer mundo se preveía facilitar a países en vías de desarrollo una parte de las vacunas. En cambio, nos hemos encontrado con que en Europa no se están recibiendo el número de dosis pactadas, por lo que difícilmente llegarán vacunas al tercer mundo. En el caso de África, una de las vacunas más apropiadas para su distribución por sus características es la de AstraZeneca, ya que su temperatura de conservación permite transportarla en una nevera doméstica. En cambio, la compañía ha reducido sus dosis a la UE en un 60% y está destinando las vacunas al mejor postor, dejando a un continente como África sin poder disponer de las vacunas.

En la búsqueda de la inmunidad, no servirá de nada que la población europea esté vacunada si no conseguimos también vacunar en el resto de países. En un mundo globalizado como el de hoy, es imposible evitar la circulación de personas y el problema persistirá.

Previamente ha alertado de las posibles dificultades logísticas para vacunar en estos países. ¿De cuáles se trata?

Los países menos desarrollados no tienen unas vías aéreas tan amplias como las europeas y tienen una red de infraestructuras terrestres menos desarrollada. Además, en muchos países del continente africano existe un problema derivado de las mafias. Aquellos países donde hay un problema de seguridad deberán contar con la ayuda internacional para que las vacunas no caigan en manos de aquellos que quieren hacer negocio con ellas. Es un riesgo que no se puede perder de vista.

Aquellos países donde hay un problema de seguridad deberán contar con la ayuda internacional para que las vacunas no caigan en manos de aquellos que quieren hacer negocio

Ahora más que nunca es importantísimo la figura del transportista y el operador logístico para la propia seguridad de las vacunas. ¿Se les da la importancia que merecen?

En el inicio de la campaña se ha dicho muchas veces que el problema de los retrasos era culpa de la cadena logística. Eso se ha demostrado que no era así, y que existían otros problemas como la falta de personal sanitario o que las propias farmacéuticas no producían lo necesario. A nivel logístico se ha demostrado que somos capaces de enviar las vacunas en el mínimo tiempo posible a sus puntos. En este sentido, se ha hecho evidente por parte de los estados de la UE la importancia que tiene la logística. Es un trabajo silencioso que siempre está ahí.