La Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo (BCE) están confeccionando un «plan maestro» para la zona euro a fin de fortalecer la moneda común, según ha informado el diario alemán ‘Welt am Sonntag’.
Como resultado, la cumbre de junio que se celebrará el 28 y el 29 de junio abordará este plan, a raíz del cual dibujarían una «hoja de ruta» para la implementación de las propuestas a finales de este año, según recalca el rotativo germano.
El objetivo es dilucidar una salida a la crisis que acucia a la zona euro y determinar «a dónde quiere llegar» la unión monetaria europea. «Después de dos años de crisis, es tiempo finalmente de dar una respuesta» a la pregunta anterior, ha subrayado las fuentes europeas consultadas por ‘Welt am Sonntag’.
Entre otras cosas, el «plan maestro» aboga por otorgar mayores competencias a la UE sobre los presupuestos nacionales, una de las peticiones realizadas por Alemania; el establecimiento de un órgano de supervisión del sector bancario con nuevos poderes, una armonización fiscal, demandada por el Gobierno español, así como en materia de seguridad y Asuntos Exteriores; y la reforma de los programas del Estado del bienestar de la UE. En un principio, este proyecto sería implementado en las 17 naciones que integran la eurozona, no en la UE.
Los líderes de la UE habrían instado a los presidentes del BCE, Mario Draghi; de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; y del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker; en la cumbre informal del pasado 23 de mayo a que trazaran el groso del proyecto.
La sombra de Merkel
Hasta ahora, algunos de los puntos que previsiblemente incluirá este plan de reestructuración no contaban con el visto bueno de Merkel. De hecho, los planes de austeridad han sido el puntal de la vía preconizada por su Gobierno. También ha mostrado en varias ocasiones su reticencia hacia la creación de un fondo de rescate, insistiendo en que no hay una vía directa de ayuda a los bancos. No obstante, la pasada semana, la propia canciller apuntó la necesidad de diseñar un programa global, al afirmar que se debía reflexionar acerca de cómo debe evolucionar Europa «en los próximos cinco a diez años».
En este sentido, Merkel ha mostrado su disposición a modificar ciertas posturas hasta ahora consideradas inamovibles. El origen de este cambio puede deberse a la presión de sus socios de la UE y de la oposición alemana.
Según el dominical alemán, el propósito es que el plan sea discutido, perfilado y adoptado a más tardar a finales de este año, para lo que será necesario el consenso de los líderes europeos, de lo contrario implica el riesgo de escisión entre los veintisiete.