Beñat Zaldua
Iruñea

El show de la democracia

Cenas de gala, bromas entre candidatos, debates por todo lo alto, vestimenta de las candidatas a primeras damas, exabruptos de congresistas e ingentes millones de dólares en campaña, pero, ¿y los contenidos? La democracia como espectáculo en EEUU borra del mapa los debates reales en un país con la tasa de pobreza más alta del último medio siglo.

El republicano Mitt Romney y el demócrata Barack Obama durante el último debate electoral. (Saul LOEB/AFP PHOTO)
El republicano Mitt Romney y el demócrata Barack Obama durante el último debate electoral. (Saul LOEB/AFP PHOTO)

Como si de un espectáculo deportivo se tratase, los medios hablan de un resultado de 2-1 en los debates electorales televisados que han enfrentado al candidato demócrata, Barack Obama, y al republicano, Mitt Romney, en la carrera por alcanzar la Casa Blanca en las elecciones del próximo 6 de noviembre. El resultado, sin embargo, parece que se dirime más por la pose y la actitud de cada candidato que por el contenido de sus argumentos.

Esto quedó más patente que nunca en el último debate, en el que ambos candidatos apenas discreparon respecto a la política internacional que debe desarrollar su país. Ambos coincidieron en el combate contra el difuso «terrorismo», así como en el apoyo incondicional a Israel. También coincidieron en callar sobre temas espinosos como Guantánamo, donde siguen encerradas 167 personas.

No se trata ahora de decir que demócratas y republicanos son exactamente lo mismo. Existen diferencias fundamentales en algunos aspectos de las libertades civiles. A modo de ejemplo, baste decir que Obama defiende el matrimonio homosexual, mientras que al candidato republicano al Senado por Ilinois, Richard Mourdock, no le tembló la voz a la hora de oponerse al aborto y señalar que un embarazo ocurrido tras una violación, pasa porque «Dios quiere que suceda». También son conocidas las diferencias en cuanto a la política fiscal entre demócratas –más impuestos– y republicanos –menos impuestos–; sin embargo, con Obama al mando, la presión fiscal sobre las rentas más altas se ha mantenido en mínimos históricos.

No son, ni mucho menos, temas menores, pero no logran resquebrajar la unidad de discurso respecto a los grandes temas como el sistema económico o la relación con el resto del mundo, en el que ambas candidaturas coinciden a grosso modo, blindadas por un sistema electoral que garantiza un bipartidismo inalcanzable para candidaturas alternativas.

Y es que no es poca cosa que las posibilidades de cada candidato en EEUU se midan en buena parte según la recaudación que consiga cada campaña. Hasta el mes de setiembre, Obama había recaudado 558 millones de dólares –de los que ha gastado 462–, con Romney siguiéndole con 357 millones –294 gastados–. En total 915 millones de dólares. El gasto en campaña de los dos principales candidatos, por lo tanto, superará con creces los 1.000 millones de dólares, en un momento en el que más del 15% de los estadounidenses viven en la pobreza, según la Oficina del Censo de Estados Unidos. Es la cifra más alta desde que este organismo empezó a contabilizar la pobreza hace 52 años. No extraña, por lo tanto, que el corresponsal de ‘La Jornada’ en EEUU, David Brooks, hable de «plutocracia democrática» en el análisis que adjuntamos en este Sakonean.

Por lo tanto, resulta difícil romper el monopolio discursivo impuesto por demócratas y republicanos, de manera que los temas que ni unos ni otros quieren tratar, simplemente, no forman parte del debate electoral. Así lo muestra Noam Chomsky en el segundo análisis que acompaña este texto, en el que explica porque temas como el cambio climático o la amenaza militar –incluso nuclear– israelí en Oriente medio no han ocupado ni medio minuto en las campañas de ambos candidatos.

Así las cosas, Obama sigue aventajando a Romney en las encuestas, aunque por un margen mínimo, mientras las maquinarias electorales bombardean a los ciudadanos de los 12 Estados indecisos con anuncios basados más en la descalificación del oponente que en la construcción de propuestas. El 6 de noviembre conoceremos los resultados, pero visto lo visto, cabe preguntarse sobre las diferencias esenciales que implicarán el triunfo de uno u otro candidato.