El primero fue el Papa Clemente I (del 88 al 97) quien renunció a favor de Evaristo, porque tras ser arrestado y condenado al exilio decidió que los católicos no se quedasen sin un guía espiritual.
Igualmente, el Papa Ponciano (230 al 235) dejó su cargo a favor del Papa Antero al haber sido enviado al exilio, mientras que el Papa Silverio (536 al 537) fue obligado a renunciar a favor del Papa Vigilio.
Más complicada fue la historia de Benedicto IX (del 10 marzo al 1 de mayo de 1045), pues en un primer momento renunció a favor de Silvestre III y después retomó el cargo para pasarlo a Gregorio VI, quien fue acusado de haberlo adquirido ilegalmente y decidió también renunciar.
El caso más conocido fue el del papa Celestino V, quien ha pasado a la historia como el pontífice del «gran rechazo», pues su pontificado duró del 29 de agosto al 13 de diciembre de 1294 y después se retiró a una vida de eremita. Tras su renuncia fue elegido Bonifacio VIII.
El último Papa que renunció fue Gregorio XII (1406 a 1415), que vivió el llamado Cisma de Occidente, en el que coincidieron tres papas al mismo tiempo: además de Gregorio XII, el Papa de Roma; Benedicto XIII, el Papa de Avignon, y el llamado «antipapa» Juan XXIII.
Con el concilio de Constanza, el emperador Segismundo obligó a dimitir a los tres pontífices, pero solo Gregorio XII obedeció y después de él fue elegido Martín V.