Alberto CATALÁN
IRUÑEA

Chico para todo y casi presidente por accidente

Nacimiento : 13 de diciembre de 1965. Lugar: Corella (Nafarroa). Profesión: Farmacéutico. Trayectoria en el partido: Parlamentario desde 1991 y portavoz habitual de UPN en la Cámara desde 1995. En el Congreso de 2009 ascendió a vicepresidente de UPN; antes ya era secretario general (desde 2001). Trayectoria institucional: Entró en el Gobierno navarro, con Miguel Sanz al frente, en 2003. Tras ser portavoz, en la siguiente legislatura fue, primero, consejero de Relaciones Institucionales –además de portavoz– y, luego, también de Educación. Desde 2011 es presidente del Parlamento navarro.

Alberto Catalán, antes de entrar a la Reunión de la Mesa y Junta de Portavoces. (Idoia ZABALETA/ARGAZKI PRESS)
Alberto Catalán, antes de entrar a la Reunión de la Mesa y Junta de Portavoces. (Idoia ZABALETA/ARGAZKI PRESS)

Alberto Catalán Higueras se define como «hombre de partido» y eso equivale a ejercer de «chico para todo». Para todo, salvo para una cosa: liderarlo. Hace cuatro años decidió que ese traje le quedaba grande, pese a que numerosos afiliados de UPN se lo plantearon. Esta vez no pudo evitarlo, y es que el declive de Barcina, de su estilo y de sus decisiones amenazaban, y aún amenazan, al partido que es la razón de su vida.

Nadie ha pasado más horas en las sedes de UPN que este farmacéutico corellano crecido en política a la sombra de Sanz. Nadie ha participado en más reuniones internas ni ha cogido más veces el teléfono para atender a todos: a los propios y a los extraños. En la práctica, durante muchos años ha sido una especie de secretario cualificado y a jornada completa de Miguel Sanz, con quien comparte paisanaje y convicciones estratégicas y tácticas, aunque desde unas formas más abiertas y con un talante mucho más accesible que el de su padrino. Catalán posiblemente le daría vuelta al argumento y diría que simplemente el líder es Sanz y él, un hombre de equipo sin mayor ambición.

Dado su enorme conocimiento tanto de los movimientos de fondo del partido como de las instituciones navarras y sus poderes fácticos ocultos, Catalán pensaba que iba a ganar y así lo había transmitido en privado, aunque sin poner un ápice de emoción a tal perspectiva. A esta convicción se le sumaba su carácter propio de gregario, así que el resultado ha sido una campaña interna light, en la que evitó fajarse a fondo con su rival. Bastó que la presidenta amagara un enfado ante la primera alusión de Catalán a la necesidad de «honestidad» para que el corellano, poco amigo de la pelea cuerpo a cuerpo, bajara el tono.

Tras las lágrimas de ayer al acabar el Congreso se intuye a un Catalán preso de su propia situación. Nunca quiso la pelea a la que se vio abocado y eso le ha llevado a perderla contra la mayoría de los pronósticos. Hubiera sido un presidente por accidente. Ahora volverá a su multifunción, dónde y cómo le manden. Si el sector al que representa quiere seguir buscando algún ariete contra Barcina, deberá buscar otro perfil.