Hoy es la voladura de la Ponencia de Paz y Convivencia, y mañana será el intento de bloquear o desnaturalizar la ponencia que debata sobre el cambio de estatus de la CAV. Porque el anuncio que ayer oficializó López no hace presión sobre EH Bildu, sino que es un órdago al PNV. La coalición independentista está tranquila. Su disposición a seguir participando en la ponencia para poder trabajar por la paz y la convivencia es plena. Y su deseo es no solo que siga el PSE, sino que también se incorpore el PP. Se preguntan cómo se puede avanzar en ese camino si algunos ni siquiera se quieren sentar a hablar en el Parlamento.
Pero a ojos de EH Bildu la ponencia es un instrumento más, entre otros, para intentar alcanzar la normalización democrática de este país. Quien ha puesto casi todos los huevos en ese cesto es el PNV. Para lograr su constitución primero aceptó incluir la coletilla de que «continuará los trabajos de la ponencia anterior» y luego, en un pleno monográfico, retiró sus propias resoluciones para presentar junto a PSE y PP una única que ratificaba el texto de la legislatura pasada. Y pese a todos sus esfuerzos, el partido de Arantza Quiroga se quedó fuera de la ponencia, condicionando desde el exterior la actuación del PSE, que desde un inicio dijo que se encargaría «de guardar el sitio al PP».
Patxi López ha colocado ahora otro balón en el tejado del PNV. Según dice, no tiene sentido una ponencia sin PSE y PP, «sin los que hemos sido las víctimas en este país». Habrá que ver si los jeltzales aceptan esa visión tuerta. Porque eso sí que es una enmienda a la totalidad a las bases del «Plan de Paz y Convivencia» presentado por el Gobierno de Iñigo Urkullu.