Además un enorme drama humano y social, el proceso abierto en Fagor Electrodomésticos supone, lógicamente, un gran reto para el grupo cooperativo en su conjunto. Entendemos, eso sí, que se trata de un reto superable como consecuencia, básicamente, del peso relativo cada vez menor que Fagor ha ido teniendo en el conjunto del grupo durante las últimas décadas.
No obstante, en base a un análisis similar respecto al peso cuantitativo relativo de esta cooperativa, el desastre social puede ser inevitable si examinamos lo que está sucediendo desde la perspectiva del municipio de Arrasate y de la comarca de Debagoiena.
Arrasate se enfrenta a un reto de conflictividad social de unas dimensiones hasta ahora desconocidas. Esta conflictividad social va a ser, en principio, inevitable durante los próximos meses. Los 1800 trabajadores de Fagor se encuentran ante una incertidumbre alarmante sobre su futuro y su reacción más lógica va a ser probablemente de una creciente agresividad, tanto como expresión de su disgusto ante la situación como en cuanto instrumento de tensión cara a forzar los mejores resultados posibles en el proceso negociador abierto a raíz de la apertura de esta fase de negociación con los acreedores. La conflictividad social a corto plazo está, por lo tanto, asegurada.
El escenario social que se abra a partir de la negociación con los acreedores dependerá, por supuesto, del propio resultado de esa negociación. Este escenario puede ser radicalmente distinto si el resultado final es el cierre de la cooperativa en su totalidad, si se mantienen 500, 1000 ó 1500 puestos de trabajo en actividades que se consideren viables. A esta cifra habrá que añadir las posibilidades de reubicación en otras cooperativas a través del sistema de Lagun Aro y la diferencia nos llevará a identificar la dimensión y gravedad del problema social abierto en Debagoiena a partir de ese momento, donde necesitan prepararse de inmediato para hacer frente a este reto.
Hay que tener en cuenta que Arrasate se ha configurado durante las últimas décadas como un entorno social y económico en el que se han desarrollado sólidos mecanismos de funcionamiento interno y de interrelación fundamentalmente pensados para grandes empresas. Y no olvidemos que las grandes empresas tienen habitualmente un efecto sociológico negativo a efectos de la mentalidad de riesgo, de la disposición o capacidad para desenvolverse como trabajador autónomo o para participar en microempresas o pymes en general, sean o no cooperativas. Este es un efecto negativo habitual y conocido en todo tipo de grandes empresas y que, probablemente en menor medida, también se produce en las grandes cooperativas..
¿Qué debería hacerse en Arrasate al respecto? Muy probablemente, todo a la vez. En primer lugar, los agentes públicos deberán realizar las gestiones necesarias para defender los intereses de los trabajadores de Fagor en el propio proceso negociador, que no tienen por qué ser necesariamente públicas. Las gestiones de relación directa con responsables de la Corporación Mondragon, de Lagun Aro, o con los acreedores, pueden ser tan efectivas como las declaraciones públicas de apoyo.
A la vez, es imprescindible empezar desde ahora mismo a diseñar posibles escenarios de futuro que resulten tanto del actual proceso negociador como de la capacidad de reubicación del sistema de Lagun Aro. Hay que detectar también las posibilidades de creación de empleo realmente existentes en el tejido empresarial actual de la comarca. Los agentes públicos deben realizar sus propios análisis al respecto, sin perjuicio de contrastar información con Fagor y la Corporación Mondragon.
Hay que ponerse a trabajar también, de forma inmediata, con los propios trabajadores de Fagor y -de ser posible, durante los próximos meses- detectar posibles ideas o iniciativas que puedan dar lugar a nuevas actividades empresariales o a nuevos proyectos para empresas ya existentes. En todas las empresas industriales hay un importantísimo know how acumulado, una capacidad técnica y tecnológica que ni debe ni puede perderse. Entre los ingenieros y técnicos de Fagor hay -debe haber- conocimiento y capacidad para aplicar sus competencias en nuevas actividades. Ni una sola de estas iniciativas debe perderse.
Por supuesto, la dinamización del conjunto del tejido económico del Alto Deba es el gran reto que las instituciones municipales y comarcales deben abordar de forma inmediata, contando con la colaboración de los agentes públicos guipuzcoanos y vascos en general. A pesar de la gravedad del riesgo social planteado en Debagoiena a muy corto plazo, las medidas de acción política de mayor importancia en la lucha contra el desempleo no son nunca de corto plazo sino, casi siempre, de medio o largo plazo, y afectan sobre todo a la eficiencia interna de las empresas, la formación y el equipamiento tecnológico. Pero también al liderazgo político de la lucha contra la crisis. EKAI Center viene alertando con creciente alarma sobre la pasividad de las instituciones públicas vascas en su conjunto ante los retos planteados desde el estallido de la crisis en 2007. Esto tiene que cambiar y tiene que cambiar de forma inmediata. Es la única forma de que los resultados de medio y largo plazo se consigan lo antes posible.