Tantaz Tanta se había fijado el reto de conseguir el sábado la mayor ocupación espacial en la historia de Euskal Herria. Y eso fue precisamente lo que ocurrió en Bilbo, aunque con otros convocantes, un mensaje remozado y un formato mucho más clásico, conocido y, si se quiere, aburrido. Y es que la iniciativa del mar iba a romper moldes por imaginación, participación y dimensiones.
El resultado final iba a ser básicamente una imagen -o un vídeo en su versión dinámica- espectacular y con capacidad de difundirse a todo el planeta. A las 18.30, las cabeceras de las dos enormes olas levantadas una hora antes desde el Ayuntamiento y La Casilla confluirían en Zabalburu. Y durante apenas cuatro minutos todos los manifestantes levantarían sus gotas al cielo componiendo un inmenso mar azul que ocuparía todo el centro de Bilbo (seguramente también las calles adyacentes). En las cabeceras de las dos olas, los familiares de presos con sus pañuelos blancos en alto coronarían las olas, a modo de espuma.
El dispositivo para todo ello estaba ultimado, dado que la movilización fue prohibida apenas 30 horas antes de su inicio. Era clave garantizar la difusión a todo el mundo del evento, por lo que se iba a retransmitir por streaming, recogiendo la doble imagen que abarcaría todo el mar (de Zabalburu hacia abajo y hacia arriba). En el punto central se iba a instalar una grúa de ocho metros de alto, y los fotógrafos y cámaras dispondrían de una estructura de 10x2 metros para tomar imágenes. Estaban acreditados diversos medios internacionales, entre ellos la londinense Reuters, referencia principal como agencia de difusión fotográfica.
Las modernas tecnologías tenían un papel fundamental en ello. Así, Tantaz Tanta contaba con tres drones de pequeño tamaño para realizar sus propias grabaciones aéreas del mar azul y blanco, que se sumarían a otras obtenidas desde la grúa emplazada en Zabalburu, tres torres habilitadas y distintas viviendas particulares con al menos una quincena de cámaras. Su idea era colgar en la Red en pocas horas un videoclip que resumiese el acto. Posteriormente se irían sumando nuevas grabaciones
Los organizadores habían visto frustrada su pretensión de contar con un helicóptero, debido a problemas de índole burocratico, ya que era necesario disponer de un permiso de visión nocturna, difícil de tramitar. Además, ese tipo de aparato no puede descender a menos de 300 metros de altura en núcleos urbanos, limitación que pretendía salvarse mediante los drones.
El momento cumbre prometía ser muy emotivo y se iba a desarrollar mientras sonaba ``Itsasoa gara'', la canción original de Ken Zazpi que iba a ser interpretada por Eñaut Elorrieta y Beñat Serna en directo desde la Plaza Zabalburu, epicentro del maremoto. Tantaz Tanta la considera muy emblemática de su trabajo y del momento actual, con pasajes como este: «Orain hemen gaudela, bidegurutzean/ utz ditzagun beldurrak atzean/ ez gara izan onenak, beharbada/ baina gure bizitza izan da/ Mendeetako kanta erditu da/ gure ordua heldu da/. Ta ez galdetu inoiz zer galdu genuen/ negar egin genuenean/ malko haiei esker/ orain itsasoa gara/ orain itsasoa gara!». El autor de la letra de ``Itsasoa gara'', el bertsolari Jon Maia, también iba a tener su protagonismo en el sencillo pero plástico broche final al inmenso mar por los derechos de los presos.
Lógicamente, ello requería un enorme sistema de megafonía, «quizás el más complejo que se ha montado hasta ahora en Euskal Herria», apuntan desde la iniciativa ciudadana. Se iban a sonorizar íntegramente los dos kilómetros del circuito, de punta a punta. Desde las 16.30 se iba a emitir una cuña especial con diversas canciones referenciales junto a mensajes en diversas lenguas, todo ello intercalado por las intervenciones de un speaker que se encargaría de explicar con detalle en qué iba a consistir el mar. Apenas se habían ofrecido detalles hasta la fecha, si bien quienes han participado en los ensayos realizados en los pueblos o en iniciativas previas como la de la Plaza del Ayuntamiento de Iruñea o Durango ya se hacían una idea de lo que se perseguía el 11 de enero en la capital vizcaina.
El idea de conformar un gran mar se había ido gestando después del verano y en los dos últimos meses los trabajos se intensificaron. Se logró implicar a 700 voluntarios, que trabajarían en la jornada festiva que se iba a desarrollar en El Arenal y en la posterior singular ocupación del espacio público. Un elemento central era la imagen de la gota de agua, de la que se imprimieron 100.000 ejemplares, que se iban a poder adquirir en las furgonetas solidarias de Mirentxin, encargadas todas las semanas de trasladar a familiares y amigos a las diferentes cárceles para visitar a los presos.