Olano y Walsh han hecho hincapié en que resulta muy necesario facilitar la aportación de las personas presas para construir la paz y la convivencia.
Walsh lo ha hecho desde su propia experiencia. Ha evocado episodios como la visita que recibieron en prisión de Ciryl Ramaphosa y otros dirigentes del Congreso Nacional Africano (ANC), con los que «en un gimnasio de la cárcel y durante horas» hablaron del proceso de solución sudafricano y pudieron preguntar sus inquietudes. «Aquello fue muy valioso», ha indicado. Y otro tanto ocurrió con las salidas de fin de semana de que disfrutaron muchos presos antes de su excarcelación definitiva, una medida que también ha sido recordada por Brian Currin en la primera sesión de la mañana. Precisa Walsh que les permitían hablar con otros miembros o líderes de su comunidad y trasladar luego esa información al interior de las prisiones.
Juan Mari Olano, por su parte, ha certificado que los presos y presas vascas están dispuestos a aportar más, pero «las pésimas condiciones» lo dificultan extremadamente. «En los patios se respira un nuevo oxígeno, las energías están redobladas. Están dispuestos a poner lo mejor que tienen, y las instituciones deberían facilitarlo». El exprisionero vasco ha asegurado que la implicación de los encarcelados es muy importante, «no porque su aportación sea mejor que otras, sino porque lo que ellos hagan no lo puede hacer ningún otro».
La mesa redonda estaba completada por el profesor Rafa Sainz de Rozas, que ha explicado qué considera que deben aportar los presos. Ha creado cierto debate su demanda de que construyan un «relato del pasado» en el que la violencia practicada sea asumida como «ilegítima». Estima que «la cuestión de las responsabilidades hay que afrontarla; sin ello, el reconocimiento del daño no bastará».