Pero siendo como es la desunión de las fuerzas soberanistas la mayor esperanza del Gobierno de Rajoy para no tener que forzar la situación, cabe aclarar que la V de ayer también interpeló a la clase política catalana. De hecho, la ANC trasladó a las fuerzas políticas soberanistas un mensaje claro y directo, a través de dos frases de su presidenta, Carme Forcadell: «Sean dignos del pueblo que los ha votado» y «pongan las urnas».
Tras el subidón de las imágenes vividas ayer, hoy será buen momento para hacer memoria y recordar cómo hace un año, poco después de la histórica cadena humana, la unidad de los partidos pareció desahecerse durante los meses previos al acuerdo sobre la fecha y la pregunta de la consulta. Todos ponían condiciones y líneas rojas, mientras la histeria se instalaba en la sociedad civil organizada, enfadada -y con razón- al ver a los partidos incapaces de reproducir en los despachos la unidad imperante en la calle. No es una marcianada pensar que, sin la estampa de la cadena humana en la retina -y sin la amenaza de nuevas movilizaciones masivas por parte de la ANC- el acuerdo finalmente sellado en diciembre en 2013 no hubiese existido.
¿Y por qué ponerse a mirar la hemeroteca en un día como hoy? Pues porque el escenario de las próximas semanas va a deparar escenas parecidas a las del año pasado. De hecho, la polémica está servida desde que en pleno agosto miembros del Govern ligados sobre todo a Unió sembraron la discordia rechazando de plano la consulta en caso de veto estatal. Y la débil tregua firmada con motivo de la Diada tiene visos de acabar hoy mismo, para dar paso a un nuevo episodio de declaraciones cruzadas sobre qué hacer cuando el Tribunal Constitucional suspenda la consulta.
Pues bien, por encima del ruido que muy probablemente vuelva a contaminar el ambiente, cabe recomendar a todos que guarden bien la imagen de la Diada de ayer en la retina. A la sociedad civil le servirá para no olvidarse de su fuerza y de su imprescindible movilización. Y a los partidos soberanistas les recordará que tienen un pueblo observando cada movimiento.