Toda Euskal Herria miraba hacia un lugar ayer por la tarde. El hashtag #StopDispersionNow era trending topic en la red social Twitter y los medios se hacían eco de la multitudinaria movilización que recorría las calles de Bilbo. También los internacionales querían recoger información de primera mano, y por eso enviaron a sus corresponsales. Sin embargo, los hechos de París de los últimos días provocaron que muchos cambiaran sus planes a última hora. Medios tan influyentes como Al Jazeera habían confirmado su asistencia pero al final no pudieron acudir.
Sin duda, los sucesos de París le quitaron protagonismo a la movilización por los derechos humanos de los presos vascos a nivel internacional. El fotógrafo colombiano Alvaro Barrientos vive en Iruñea desde hace muchos años y ha podido comprobar qué repercusión ha tenido el conflicto vasco en los medios a lo largo de los años. Actualmente trabaja para la agencia Associated Press y es consciente de que las fotos que él realizó ayer no serán las más solicitadas. «En la época belicosa de atentados y manifestaciones había una gran actividad informativa. Desde la tregua de 2011 la atención informativa ha ido bajando. La dimensión que tenía hace 25 años se ha ido transformando», afirmaba Barrientos justo antes de empezar la movilización. El colombiano afirma que el año pasado medios como «The New York Times» o algunos británicos publicaron la fotografía de una calle Autonomía llena, pero iba en una sección de noticias normal, como una más.
Su agencia sabe donde está, pero al final tiene que explicar qué es lo que fotografía y por qué. A lo largo de estos años se ha implicado «en el trabajo a fondo». «Me ha tocado profesionalmente, emocionalmente e informativamente -contó cámara en mano- He vivido coacciones en la calle y llamadas, he estado a un lado y al otro de las protestas y el cordón policial», explica para dar a entender su nivel de implicación a la hora de cubrir las noticias relacionadas con el conflicto vasco.
Cree que ahora la situación es distinta y tranquila. «La vulneración de los derechos de los presos es lo último que queda por resolver. La ley tiene que hacer que se cumpla la condena pero a la vez dar la oportunidad a los presos de volver a sus vidas».
Indigestión para el Estado
Davilo Albín es Uruguayo y trabaja para «Público» desde Sestao. Según él, el tema vasco despierta interés en el Estado español porque «es un foco, es uno de los pocos lugares del mundo donde todavía se vulneran los derechos humanos de los presos». Le llama la atención que no se den pasos para resolver el conflicto.
Raul Capín es un freelance que lleva acudiendo a la movilización en contra de la dispersión unos cinco años desde Madrid. «En Madrid también hay lucha solidaria por los presos, porque también tienen derechos aunque hayan sido condenados. Y por sus familiares, a los que se les vulneran sus derechos sin haber sido condenados». Capín cree que el Estado evita hacerse eco de las movilizaciones: «el año pasado conté unas 100.000 personas. Eso es increíble para un país con un millón de habitantes. Para el Estado es una digestión pesada». Ve claramente que las cosas en Euskal Herria están cambiando pero el Gobierno central no avanza. «Tienen a Otegi, que es quien inició el proceso de paz, y lo va a pagar hasta el último día».