Arantxa MANTEROLA

Cara a cara entre libertad de expresión y creencias con la de Mahoma de fondo

La salida al quiosco del nuevo número de «Charlie Hebdo» -justo una semana después del atentado que costó la vida a diez de los dibujantes, periodistas y trabajadores del semanario satírico y a dos policías- constituyó un acontecimiento sin precedentes en todo el Estado francés.

Nunca se había conocido una tirada tan importante en la prensa francesa desde la muerte del general De Gaulle, el 9 de noviembre de 1970, cuando «France Soir» imprimió 2.200.000 ejemplares. El millón de «Charlie Hebdo» previsto en un principio se incrementó enseguida hasta el triple y, ayer mismo, hasta los cinco millones para dar respuesta a la oleada de gente interesada en hacerse con el simbólico número de la revista. En concreto, ayer se imprimieron 700.000 ejemplares, pero la tirada se prolongará durante dos semanas.

También en Ipar Euskal Herria el semanario se agotó enseguida. Desde primera hora, la gente hacía cola en quioscos y librerías de París, Marsella o Lyon, así como en Hazparne, Zokoa, Azkaine o Baiona. Y los quiosqueros vascos confirmaban que los escasos ejemplares que habían recibido para tal demanda se los habían arrancado de las manos. La mayoría no eran clientes habituales; muchos decían que comprar este número era un acto «cívico», «republicano» o «solidario».

Lo cierto es que, incluso habiendo previsto de antemano su adquisición, costó lo suyo hacerse con un ejemplar cuya portada ya fue avanzada públicamente la víspera por su autor, el dibujante Luz, quien, muy conmovido, explicó su significado: «Dibujé a Mahoma llorando y después escribí la frase `todo está perdonado'. Y después lloré. (...) Esta portada no es la que los terroristas quisieran que hiciéramos, sino la que nosotros queríamos hacer. (...) Nuestro Mahoma es bastante más simpático que el de los terroristas».

Verdaderos y falsos

El editorial del número 1.178, firmado por Gérard Biard, aparece rodeado de las caricaturas de los diez compañeros muertos el 7 de enero cuando estaban reunidos en consejo de redacción. En tono irónico, indica que «desde hace una semana Charlie levanta en todo el mundo algo más que montañas». Asegura que no son «ingenuos» y que saben perfectamente que «no todos los nuevos amigos» lo son de forma sincera. Agradece «de todo corazón» a los que «verdaderamente `son Charlie', que se reconocerán. Y nos cagamos en los otros, a quienes, de todos modos, todo esto les resbala».

Biard hace una loa a la laicidad, que califica como la herramienta positiva más eficaz para la paz «porque permite y predica la universalidad de los derechos, del ejercicio de la igualdad, de la libertad y de la fraternidad». Finaliza con un apunte en dirección al papa Francisco: «Solo aceptamos que las campanas de Notre-Dame repiquen en nuestro honor si se permite tocarlas a las Femen».

El artículo de Laurent Léger tiene un tono más serio y se centra en qué es lo que ha fallado en la Dirección Central de Información Interior (DCRI), cuya «reciente reestructuración culminó el propio Manuel Valls». Explica que, «según alguien que conoce muy bien los entresijos» del estamento policial, la DCRI «es, prácticamente, el único [organismo] que se ocupa del terrorismo islámico ya que, desde que las violencias corsa y vasca han bajado en la escala de prioridades, las estructuras de coordinación en el ministerio no son realmente útiles».

Por lo demás, las 16 páginas de este número de «Charlie Hebdo» recogen breves artículos de columnistas que aluden a sus compañeros muertos y un sinfín de viñetas y dibujos completados con frases en su línea crítico-satírica habitual, en las que no se salva ninguna confesión.

La página central ilustra la gran manifestación que tuvo lugar el domingo en París. En una de las esquinas inferiores destaca una viñeta en la que aparecen varios mandatarios franceses (entre otros, Hollande, Sarkozy y Raffarin) con la frase «Diezman a una familia de payasos y aparecen otros diez».

Este número ha sido preparado en la redacción del diario «Libération», uno de los medios que les ha abierto las puertas como ya lo hiciera en 2011, cuando fueron incendiados los locales de «Charlie Hebdo». «Le Monde», «Le Point», Radio France y otros grandes medios también acudieron en su ayuda, poniendo a su disposición material informático, técnico o de gestión administrativa y de abonados.

La solidaridad se ha manifestado, asimismo, en el plano económico, cuestión que estaba pendiente sobre la mesa de «Charlie Hebdo», cuyas ventas habían bajado en noviembre pasado hasta los 30.000 ejemplares, 18.000 de los cuáles eran de abonados.

Paradójicamente, la muerte de diez de sus miembros se ha convertido en el salvavidas de la revista, ya que el número de abonados aumenta día a día y, además, ha recibido y recibirá ayudas y subvenciones públicas. La ministra de Cultura anunciaba al día siguiente del atentado modificaciones en las reglas para acceder a las subvenciones de la prensa. Entre los fondos de urgencia, las partidas en reserva para los medios con dificultades y donativos de particulares a quienes se desgravará el 66% del monto donado, en pocos días se han superado el millón y medio de euros. El futuro financiero parece, por tanto, bastante más desahogado que hace una semana.

Sátira o apología

La noticia de la vertiginosa venta del número de «Charlie Hebdo» acaparaba los titulares matutinos en los medios digitales cuando se conoció la detención del humorista Dieudonné M'Bala M'Bala por «apología del terrorismo». Su arresto está relacionado con unos comentarios que habría realizado en Facebook tras la multitudinaria manifestación de París, incluyendo uno en el que decía que se sentía «Charlie Coulibaly» [Amedy Coulibaly, que falleció en el asalto al Hyper Casher de Vincennes, fue el autor de cuatro personas que se encontraban en ese establecimiento y de una policía en Montrouge].

Las palabras de Dieudonné, que fueron rápidamente borradas, suscitaron una oleada de reacciones, entre ellas las del propio ministro de Interior o de alcaldes que anunciaban que no le dejarán nunca actuar en su ciudad.

Jacques Verdier, el abogado del polémico humorista acusado reiteradamente de antisemitismo, recordó que ya ha tenido otros encontronazos con la justicia por cuestiones similares. Denunció la «desmesura» del arresto y aludió a que Manuel Valls había anunciado la víspera que se tomarían medidas excepcionales, para señalar que esta era «la primera».

Ciertamente, la detención de Dieudonné puede ilustrar la contundencia que prometió el primer ministro nada más registrarse los atentados. Es obvio que la atmósfera reinante ayuda a dilatar las tragaderas de una ciudadanía impactada al extremo. Con todo, aunque no tienen un eco muy amplio, cada vez más voces alertan sobre el peligro que corren las libertades y los derechos básicos.

Como informó ayer France Info, en apenas una semana, la Justicia francesa ha abierto 54 procedimientos, incluido el de Dieudonné, por «apología del terrorismo» en relación con declaraciones de personas sobre los atentados que costaron la vida a 17 personas, a los que se añaden las de los tres autores de los mismos.

La misma emisora indicó que los tribunales ya han dictado cinco condenas por estos casos, algunas de ellas incluso de varios años de cárcel.

Así, el ejercicio del derecho a la libertad de expresión, sagrado para unos, es considerado ofensivo por otros, según los límites que se fijen. La decisión de «Charlie Hebdo» de volver a publicar un dibujo que representa a Mahoma provocó la cólera de diferentes gobiernos e instancias del islam que, si bien dejaron claro su «desacuerdo con los actos terroristas», consideran que es un «insulto a los sentimientos de los musulmanes» y una «provocación que puede relanzar el círculo vicioso del terrorismo».

En esos términos se manifestaron autoridades religiosas como el gran muftí de Jerusalén, Mohammad Hussein, o el de Egipto, Chaouki Allam, e incluso el patriarca de los coptos ortodoxos de Egipto, Tawadros II, que dijo que «el insulto entre los hombres y cuando afecta a las religiones no es humano, ni moral ni socialmente aceptable y no contribuye absolutamente en nada a la paz mundial».

Prohibido en Turquía

La Justicia turca ordenó el bloqueo de las páginas web que publicaban la portada de «Charlie Hebdo». «La libertad de expresión no autoriza a nadie a decir todo lo que quiera. (...) Esos dibujos son insultantes para los creyentes», argumentó.

Al Qaeda reivindica

En un vídeo difundido por internet, Nasr bin Ali al Anesi, dirigente militar de AQPA, reivindicó el ataque a «Charlie Hebdo». Aseguró que reclutaron a «los héroes que pasaron a la acción» y que fue una «operación para vengar al profeta».

Ilógico e imprudente

La Unión Mundial de Ulemas, presidida por Youssef Al-Qaradaoui, considerado como la «eminencia gris» de los Hermanos Musulmanes, declaró que «no es razonable, ni lógico ni prudente publicar dibujos y películas que ofenden al profeta».