Fuentes de la fiscalía han negado, en cambio, que en los registros realizados en su domicilio se hubiera encontrado una carta de despedida «ni indicios que apunten a un trasfondo político o religioso» para tratar de justificar que estrellara el avión el pasado martes.
Sí se encontraron en los registros de este jueves documentos que demuestran que estaba en tratamiento médico. El hecho de que entre los documentos hubiera «bajas médicas rotas, actuales e incluso vigentes para el día de los hechos» indica que el afectado «ocultó a su empleador y a su entorno profesional» su enfermedad.
Hasta ahora se sabía que el copiloto de Germanwings, Andreas Lubitz, había interrumpido durante unos meses, en 2009, su formación y se había especulado sobre una posible depresión. El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, rehuyó concretar a qué se debió, ateniéndose a que está bajo la prerrogativa de la confidencialidad médica.
Spohr insistió en que, tanto al ingresar en la escuela como al reanudar y completar su instrucción, pasó los más rigurosos exámenes, tanto físicos como mentales.