David Fernández
BARCELONA

Con V de Vinader

NAIZ ha traducido este artículo del periodista y diputado de la CUP David Fernández, publicado en 2012 en ‘Media.cat’ y recuperado hoy, tras la muerte del periodista Xavier Vinader, por ‘Vilaweb’. Fernández repasa en estas líneas algunas de las lecciones de este reconocido maestro de periodistas.

David Fernández
David Fernández

Toc, toc. 2012. Y la profesión, bien tocada y medio despedida, se tambalea. Hace tiempo. ¿Hay periodismo todavía? Buscando respuestas, cuando mirar atrás es siempre imprescindible para seguir adelante, arrancamos el año removiendo las lecciones aprendidas en el último encuentro con Xavier Vinader. Cuando lo ves, cierras la boca, abres bien los ojos y afinas la oreja. Transmisión de saber, testimonio heredado: la memoria silenciada de la que venimos, el arte de levantar y remover la alfombra, la voluntad –a menudo ingenua– de cantar las cuarenta al poder sin pensar en los riesgos, en medio de la opción elegida de ser piedra incómoda en el zapato de los que mandan. De dejarse la piel en el intento por poner el dedo en la llaga, de no procurar nunca por el delicado estómago del poder y de apretar en todas las martingalas económicas de Can 60.

Mil. Mil preguntas para cada historia. Y mil dificultades. Como aquel Brecht que se requería por ‘las cinco dificultades para decir la verdad’: el valor de escribirla, la capacidad para buscarla, la responsabilidad de decirla, el acertar con los códigos y el uso de canales adecuados para saber difundirla. El ‘Vina’, reconvocado hoy como la amenaza silenciada y la esperanza apartada del buen ejemplo. Modélicos tránsitos bíblicos, sobrevivió resistiendo la dictadura y, por hacer lo mismo, hacer periodismo, fue encarcelado por la democracia. Algunos, los de siempre, nos lo quieren hacer olvidar. Hay silencios que todavía duran y perduran. Porque Vinader es también antídoto. Contra el olvido.

Ante la degradación y la deriva, tenemos alternativas: nosotros mismos. Eso nos dice. Y trae razones acumuladas. Quien busque el método para proteger el periodismo del mismo periodismo, puede encontrar en la práctica de Vinader el algoritmo de la libertad de expresión. Es muy claro: dudar siempre, no conformarse nunca con la primera respuesta y husmear todas las cosas que hay detrás de las cosas. Fértil método ‘vinaderiano’ elevado al cubo de su máxima: preguntar, repreguntar, contrapreguntar.

Lo borda y lo aborda con pasión: periodismo es vigilar permanentemente las estructuras de todo poder constituido. Periodismo es contrapoder, conciencia crítica en una sociedad cada vez más injusta y desigual. Quizás también más absurda y surreal en este XXI. Bien lo sabe Vinader, que ha conocido todas las limitaciones, todas las imposiciones y cada una de las miserias de la profesión. De las camisas azules en las redacciones y el yugo y las flechas en las cabeceras, al exilio y la cárcel por denunciar las tramas de terrorismo de estado ultraderechista. Pasando por las mediocres presiones económicas de los amos de los medios –que solo tienen intereses– hasta llegar –síntoma y señal– a la agobiante ausencia actual de equipos de investigación en condiciones.

Periodismo de referencia, el de Vinader, frente al otro periodismo de reverencia que nos asedia. Demasiadas cosas cuando todo interpela. Pero de los desordenados garabatos apuntados el 2011 escuchándolo, retenemos tres apuntes rabiosos al lado de la lúcida lectura que hace de lo que se cuece. El auge del periodismo light, la autocensura y la corrupción, que también está siendo periodística.

Uno y paso a paso, que va cuesta arriba. Periodismo escaparate: superficial, de pildorita y diseño, que nos bombardea con todo para no hacernos entender nada, y comulgar con los insoportables monólogos del poder. Omitiendo los elementos que nos ayuden a entender, analizar y reflexionar sobre lo que pasa y sobre sus porqués; falto de las claves que contribuyan a tener criterios propios y a forjarnos opiniones libres.

Dos y mirada atenta, bajo la losa de la inquietante autocensura. Fabricada hoy por los mismos periodistas. La censura en minúscula, pragmática, sutil, invisible, que funciona sin darnos cuenta. Argumentario postmoderno de silencios impuestos, impostados: «políticamente incorrecto», «eso no toca», «ya sabes dónde estás trabajando», «quien paga manda», «hay tema pero mejor no meter el morro». Contentar el amo, agarrarse con uñas y dientes al asiento y –ojos cerrados y alma ciega– menospreciar a los más humildes, vía cultura dominante del miedo. Eso dice Vinader. Hoy. Aquí. Ahora y todavía.

Y tres. De alerta: el periodismo prostituido. En un tiempo en el que hasta la hipocresía y el cinismo ya son de pésima calidad, a Vinader le angustia la cada vez más común presencia de periodistas en turbios sumarios judiciales en los Països Catalans. Relativos a redes delictivas, telarañas de narcotráfico y tramas de corrupción policial. «Periodistas acostumbrados a traficar con la información y sacar beneficio personal de sus relaciones», afirma. Y nos recuerda que uno de los investigadores policiales le señaló: «Después de observar sus movimientos queda claro que no serán, desde un punto de vista jurídico estricto, delincuentes; pero son unos sinvergüenzas». Periodismo patético, lo llama Vinader: aquel que vive de hacer la ola a personajes de la peor moralidad. Y nos recuerda que hay líneas rojas que no se pueden cruzar ni en el peor de los casos, ni en las peores circunstancias. Antes renunciar que atravesar la línea de la (in)dignidad.

Palabras directas a la neurona en los tiempos del capitalismo senil, que recuerdan las míticas proferidas por Toni Negri en ‘El tren de Finlandia’: «Siguen las ráfagas idiotas de las preguntas de los periodistas. A propósito convendría profundizar en el carácter bestial de la ignorancia y la arrogancia de esta corporación, retomar el discurso, no simplemente sobre la corporación –brutal y mezquina, pero tal vez mejor que otras–, sino más bien sobre los periodistas, en singular, quien les paga, relaciones de negocios, corrupción...». Hoy, todo acaba aflorando, algunos sumarios abiertos en los juzgados de Barcelona reflejan la dimensión de la pandemia.

Ayer, hoy, mañana, por lo tanto: el presente incierto como encrucijada del pasado y el futuro. Mirar atrás y encontrar el futuro, qué cosas. A veces buscamos referencias lejanas que nos den cobijo, otros espejos donde vernos y respuestas distantes en las que encontrarnos. Y resulta que la salida está al alcance de la mano. Porque la respuesta está todavía cerrada en casa y no más allá de nosotros mismos. Si las preguntas son las mismas, quizás las respuestas también. Alternativa memoria: nosotros y los nuestros y todo el 1939 a cobijo. Y la V de Vinader con la HC de Huertas Claveria. Y la MR de Montserrat Roig con la RB de Ramon Barnils. Que vuelvan todas y todos. Y volverá el periodismo. Porque cuando memoria y futuro coinciden no hay derrota posible.

Es la otra doctrina Vinader, contra aquella otra que lo encarceló para recordarnos, en una latente violencia declarada, los rigores de la ley del silencio, el peso de la mordaza y los odios del poder. Rebobinemos, por lo tanto, la longitud y profundidad de la que venimos. Para asumir el reto de la libertad: mucho más difícil y en peores condiciones lo tuvieron todos ellos bajo el franquismo y lo consiguieron, y sobrevivieron. Más todavía cuando Vinader no vindica hoy ningún milagro. Reivindica un poco, ni que sea, de periodismo. Esperanzado en la regeneración, prueba de darnos llaves e hilos y agujas por si nos sirven en la tarea de hilvanar otros horizontes, alcanzar nuevos caminos y seguir avanzando. Vocación, método, armamento cultural, conocimiento profundo de las realidades sociales y conciencia crítica. Periodismo es, nos silva a la médula para pasarnos la fórmula: «Convertirse en bastiones de resistencia ante la banalización imperante, ante la corriente que todo lo convierte en espectáculo».

Con V de Vinader: «Haced del periodismo una trinchera de ética y rigor, blindaos ante todo desánimo y disponeos a hacerlo cada vez mejor e ir cada vez más lejos». También con un poco de V de valentía, punto medio entre la cobardía y la temeridad, según la Grecia antigua. Periodismo en tiempos convulsos.

Y para concluir, metáfora que camina, Vinader parafraseando Sarrionandia: mientras no aprendamos a husmear la oscuridad no sabremos escribir con claridad. Es la vía Vinader, instrumento en la caja de herramientas de quien quiera. Gracias, maestro; gracias, crack. Seguiremos aprendiendo. Preguntándote. Repreguntándonos. Contrapreguntándoles. Que es como se llega a todos los lados y a ninguno.