Justine GIRAUDEL
HENDAIA
Entrevista
SARAH DANFLOUS
JURISTA. EMPLEADA DE LA CIMADE

«El riesgo de agitar el pañuelo rojo de la acogida a los refugiados sirios, es que todos los demás queden ocultos»

Ayuda a los refugiados y migrantes en la zona transfronteriza de Hendaia, en especial a las personas en situación irregular que son enviadas al Centro de Retención. Esta defensora de los derechos de los migrantes está preocupada porque teme una clasificación entre «buenos» y «malos».

A Sarah Danflous las iniciativas de acogida de refugiados en los pueblos le parece esperanzadora para dejar de satanizar a los «sin papeles» ante la sociedad civil, pero teme que se acentúe la categorización entre refugiados «buenos» y «malos» y critica una política migratoria hipócrita, la europea.

¿Qué opinión le merece la iniciativa de municipios solidarios de acogida de refugiados?

Hay mucha confusión. Se habla indistintamente de migrantes y de refugiados, pero ¿qué hay tras de esas palabras? ¿Se refieren a los ‘refugiados’ en términos jurídicos o a las personas que han obtenido el estatuto de refugiado político y, por tanto, una protección internacional que les permitirá lograr enseguida los permisos de residencia? ¿O se entiende por ‘refugiados’ a las que demandan asilo? Todos esos casos no son lo mismo. El discurso de los medios no es muy claro.

Sea como fuere, poco importa que las personas sean demandantes de asilo, refugiados, migrantes económicos o «falsos solicitantes de asilo» como se escucha a veces… La política de austeridad es la misma para todo el mundo. Pero cuando se observa lo que hay en juego tras ello y, sobre todo, la utilización política potencial, es importante emplear los términos adecuados. Quizás es una deformación profesional como jurista pero cada palabra tiene su sentido y el matiz es importante.

Las personas que ya están en el Centro de Retención Administrativa de Hendaia o que pueden ser llevadas allí, ¿podrían beneficiarse de la acogida de los municipios solidarios?

No, en absoluto.

¿Cuál es la diferencia entre la acogida de un refugiado y la de un solicitante de asilo?

La acogida de un refugiado político, es decir, de una persona que ha obtenido ese estatuto se acompaña de unas medidas concretas. Entra en el sistema de protección social, acceso al trabajo... y, con el tiempo, puede obtener un permiso de residencia de 10 años e, incluso, pedir la nacionalidad francesa.

En cambio, un solicitante de asilo está en una situación administrativa extremadamente precaria. Cuenta con un permiso provisional de residencia válido solo mientras se tramita su petición. Si es rechazada, se le retira el permiso y está obligado a abandonar el territorio.

¿Qué riesgo tiene esa ambigüedad en torno al término «refugiado»?

El riesgo es que se diferencie entre los «verdaderos» migrantes refugiados y los «falsos», aquellos que vienen por razones económicas y que «se hacen pasar» por solicitantes de asilo. Agitar el pañuelo rojo de la acogida de refugiados sirios es también ocultar los demás. Y eso es, cuando menos, un gran riesgo.

¿El riesgo de acentuar la diferencia entre «buenos» y «malos» refugiados?

Exacto. Y el de hacer categorías entre las personas. Quizás lo que voy a decir sea muy provocador pero, ¿por qué una familia de cristianos sirios tendría más derecho que una mujer nigeriana que huye de la ablación, por ejemplo, a ser acogida y protegida en Francia?

Según usted, esta dinámica no busca generalizar la acogida del conjunto de refugiados...

Estoy segura de que no. Desde que existe el problema en Siria y en Irak, nunca se ha hecho nada en ese sentido. Cuando se planteó la cuestión de acoger a los cristianos de Siria porque estaban siendo exterminados, Francia manifestó su disposición a recibir a un número ridículo de personas. Y Laurent Fabius [ministro de Exteriores] lo presentó como una acto de suprema generosidad. Ha hecho falta la foto de un niño para que nuestros políticos tomen conciencia... Me parece hipócrita. Si por fin se dan cuenta de lo que está pasando mejor, pero que no sea en detrimento del resto, de todos los demás.

Este verano se ha reformado la ley de asilo. Favorece la acogida de los solicitantes de asilo, su integración... pero quita en un lado lo que ofrece en otro. Y es que se va a poner en marcha un dispositivo para las familias a las que se les ha denegado el asilo sean fichadas por la Administración en cuanto salen del circuito del CADA (Centro de Acogida para Solicitantes de Asilo) al objeto de facilitar el reenvío a su país de origen.

Actualmente se está debatiendo una nueva reforma del derecho de los extranjeros y de la inmigración en el Parlamento. Su objetivo es aumentar el número de retornos. Este verano se ha publicado una circular que dice que hay que rentabilizar las 1.400 plazas de los Centros de Retención porque no ‘funcionan’ lo suficiente y que hay que presionar a los consulados para mandar de aquí a la gente, a esos ‘feos migrantes económicos’, esos ‘falsos solicitantes de asilo’.

Aun así, hay algunos puntos positivos...

Si es el comienzo de algo sólido, mejor que mejor. Permitirá que se desdramatice la acogida de extranjeros. Cuando Sarkozy estaba en el Gobierno, la acogida de los «sin papeles» fue penalizada y, aunque con la llegada de la izquierda se despenalizó, eso quedó grabado en la mente de la gente. Ahora quizás empiecen a pensar de que no tener papeles no es un delito.

Otro aspecto a resaltar es que hasta ahora toda la red de acogida y de alojamiento de migrantes estaba soterrada, se ha trabajado en secreto. Quiero pensar que la situación actual posibilitará quizás que se deje de satanizar a los ‘sin papeles’ y se den a conocer todas esas redes, lo que sería muy positivo.