Los países balcánicos, principal puerta de entrada natural al centro de Europa desde Asia, Oriente Medio y el norte de África, están reviviendo viejos enfrentamientos ante un flujo de refugiados que no cesa. Al punto de que hay quien alerta de que la crisis provocada por la avalancha humana podría sumergir en una nueva crisis a la región más caliente de Europa, los Balcanes, que sufrió en la década de los noventa una sucesión de guerras fratricidas.
Croacia, que se asegura saturada tras la llegada en una semana desde Serbia de 44.000 refugiados, exige a Belgrado que los dirija a Hungría y a Rumanía y, como medida de presión, ha decidido bloquear la frontera común. En represalia, Serbia ha hecho lo propio y miles de camiones de ambos países están varados en la frontera.
Eslovenia, que en los noventa vivió de refilón la cruenta guerra entre Serbia y Croacia, que al final se trasladó a Bosnia, ha alertado de que la avalancha de los refugiados puede desestabilizar los ya inestables Balcanes.
El factor húngaro
Hungría, dirigida por un Gobierno derechista con marcados tintes xenófobos e islamófobos, cerró el 15 de setiembre su frontera con Serbia a través de un muro antirrefugiados, pero sigue recibiendo a miles –sólo el miércoles, a 10.046– desde Croacia. Con más de 50.000 refugiados varados en su territorio, el Gobierno de Budapest ha iniciado la instalación de otra alambrada con las criminales concertinas –paso previo a la construcción de un muro, como con Serbia–, pero esta vez en la frontera con Eslovenia. Paralelamente, anunció ayer que estudia la posibilidad de hacer lo propio y blindar totalmente su frontera con Croacia.
Como alternativa, o amenaza poco velada, Hungría se muestra dispuesta a abrir un corredor para que los inmigrantes puedan cruzar desde Croacia por tren o autobús a Austria y Alemania pero bajo plena responsabilidad de estos países. Y amenaza abiertamente con dejar pasar en tromba a todos los refugiados. Merkel tiembla.
La UE abrirá centros para discriminar ente refugiados y «migrantes»
Instalar «hotspots» para separar migrantes «económicos» y a refugiados, desplegar guardias fronterizos y mejorar la cooperación con los países terceros, eufemismo para designar a los países de tránsito o destino de fuera de Europa.
Son las medidas acordadas por la cumbre de la UE a instancias de la Comisión. «El caos actual en las fronteras exteriores (de la UE) debe terminar», zanjó el presidente del Consejo, Donald Tusk.
Los hotspots serán centros de registro en zonas calientes como Lampedusa (Italia), Lesbos (adonde ayer en una hora llegaron 1.200 refugiados) y Kos (Grecia también), donde se identificará a los refugiados para su reparto y discriminará a los migrantes «ilegales económicos» para su expulsión. Balcánicos y turcos ya están en el punto de mira pero la lista se anuncia larga.
Reforzar las fronteras y presionar a terceros países para que no permitan la salida de los refugiados es lo siguiente. Los que intentaban pasar por Edirne (Turquía) ya han desistido. Se anuncia más drama. D.L.