«Si hace falta desobedecer puntualmente algunas leyes, adelante»
Sucesor de Muriel Casals al frente de una de las dos principales entidades soberanistas de Catalunya, Òmnium Cultural, Quim Torra (Blanes, 1962) reivindica la victoria del 27S como el mandato definitivo para construir un Estado catalán independiente y se muestra seguro de que Junts pel Sí y la CUP llegarán a un acuerdo para seguir adelante con el proceso.
Tras el papel protagonista desempeñado en la configuración de la candidatura Junts pel Sí, las entidades soberanistas confían ahora en que los partidos sean capaces de hacer avanzar el proceso institucionalmente por su cuenta. Así lo explica el presidente de Òmnium Cultural, Quim Torra, que asegura desde la sede de la entidad soberanista que los partidos independentistas superarán la actual encrucijada sobre la investidura del próximo president.
¿El del 27S es el mandato definitivo para desconectarse del Estado o es necesario un referéndum en condiciones?
Con el 27S queda superada la Catalunya autonómica y avanzamos ya hacia la construcción de la república catalana. Los 72 diputados independentistas no solo están legitimados sino que están obligados, porque tienen un mandato clarísimo. El referéndum se hará, pero será para aprobar la Constitución catalana, una vez acabado el proceso constituyente. El único caso en el que el proceso podría tener otra salida es que, fruto de la presión internacional, el Estado español se viese de alguna manera obligado a convocar un referéndum a la escocesa. Pero si no, seguiremos adelante. Estamos perfectamente legitimados después de la victoria con un 77% de participación. Aquí se han acabado las mayorías silenciosas, todos han hablado.
¿Sería todo más fácil con 63 diputados para Junts pel Sí?
Soy de los que piensa que mejor 62 que 63 diputados para Junts pel Sí, porque así nos obligamos a tener a la CUP plenamente incorporada en el proceso. No tengo ninguna duda de que todos estarán a la altura. Además, esto ya no va de reparto de carteras autonómicas, sino de construir una república. El escenario es nuevo y las soluciones que hay que encontrar son nuevas. Y hay que hacerlo entre todos, desde los socialcristianos hasta la izquierda alternativa, porque si no, no sumamos. El 27S quedó bastante claro que nos necesitamos todos. Es momento de pensar en grande.
Junts pel Sí insiste en reelegir a Mas como president y la CUP reitera que no lo investirá, tal y como ya anunció durante la campaña. ¿Cómo se sale de este aparente callejón sin salida?
No tengo ni idea de cuál será la solución, pero se encontrará. Hemos hecho cosas muy raras para llegar hasta aquí: referéndumes con dos preguntas; nos hemos inventado fórmulas electorales mezclando sociedad civil y políticos... Estoy seguro de que volverán a encontrar otra fórmula potente que acabará de encarrilar definitivamente el proceso.
¿Cree que la presidencia de Mas es incuestionable?
Entendemos que todos son necesarios, pero la solución está en manos de los partidos, que no pueden defraudar al país. Si la Historia tiene un peso, está bien que los 72 diputados independentistas noten ese peso sobre sus espaldas. Difícilmente superaríamos como pueblo un tropiezo en esta situación.
¿Tocará a las entidades tejer puentes de nuevo?
No creo. Hay diputados de mucho valor, con mucha historia en sus currículum, tanto en Junts pel Sí como en la CUP. Lluís Llach y Julià de Jodar en cada una de las listas son un ejemplo de ello. Las candidaturas están llenas de diputados enviados por la sociedad civil, por decirlo de alguna manera. Creo que estas personas pueden ayudar mucho, y ayudarán, a que la mayonesa vaya cuajando. Todo esto acabará bien.
¿No contempla ni como posibilidad unas nuevas elecciones?
No las contemplo de ninguna de las maneras.
Las elecciones que sí llegarán son las españolas. ¿Cree necesario reeditar un Junts pel Sí?
Para nosotros, el objetivo era este plebiscito del 27S. Este era el punto de desconexión y el realmente importante. A partir de aquí, para las españolas existen diferentes opciones y diferentes hipótesis. Hay quien habla de la vía Claver o vía de la desconexión, que aboga por no presentarse, luego haces números y, en realidad, con el mismo resultado que el 27S en las elecciones españolas, el independentismo arrasaría. Otra vía es que los partidos se presenten por separado. ¡Quién sabe! No es la prioridad de Òmnium. Para nosotros, este proceso depende de nosotros, por lo que dependía del 27S, del que se obtuvo un mandato claro. Son nuestros diputados en Catalunya los encargados de llevar adelante el trabajo que les hemos dado.
Se especula mucho con una hipotética oferta del Estado una vez pasadas las elecciones...
No creo que llegue la oferta. Al menos no la única oferta aceptable, que es un referéndum a la escocesa. Me parece que, a estas alturas, cualquier otra oferta como la reforma constitucional del PSOE o el pacto fiscal con blindaje de la cultura y la educación es no entender nada. Y, además, es no respetar la voluntad de la mayoría de este país. Lo que negociaremos será la independencia, no podemos negociar ningún otro concepto.
La CUP insiste en la necesidad de dar señales de desconexión y blindar el punto de no retorno antes de las elecciones españolas. ¿Lo comparte?
Para nosotros, el punto de desconexión fue el 27S y la etapa que se abre ahora prescinde de lo que pueda hacer el Estado español, del que solo nos interesa un referéndum de autodeterminación. Si, como defiende la CUP, hace falta desobedecer puntualmente algunas leyes, adelante. Pero digámoslo al revés, tenemos que ser fieles a las instituciones catalanas, y punto.
¿Cómo se imagina el 11 de setiembre de 2016?
Espero que sea normal, como el día nacional de cualquier país. Que tenga un recuerdo para la gente que luchó por sus libertades y tenga un punto de simbolismo. Pero creo que se ha acabado el tiempo de las per- formances y de las grandes manifestaciones de la Diada. Pero esto no quiere decir que se haya acabado el periodo de movilización, en absoluto. En los próximos meses habrá que seguir dando apoyo e impulso al proceso desde la calle. Entramos en una fase de una tensión más sostenida, porque el encargo para la independencia es ya concreto y tiene un plazo determinado, ya sea de 12 o 18 meses. En todo este periodo será necesario estar alerta. El añorado sofá tendrá que esperar.