Del 9N al 9N. De los millones de personas saltándose la prohibición del búnker del TC, justo hace un año, a una mayoría independentista histórica que ayer abrió brecha para despejar caminos. En la mayor desautorización y deslegitimación del régimen del 78 conocida hasta ahora. A pesar del ruido mediático, lo aprobado ayer no es –todavía– ninguna DUI. Ni mucho menos. Queda mucho trabajo y sumar desde la justicia social ante la crisis y el auge de la desigualdad. Pero sí es, ante todo, un acto de apertura de proceso constituyente –también de ruptura democrática–, de soberanía social y de dignidad democrática. Punto de partida y pista de salida.
Con todo un anexo de futuro de profundo calado social. Ayer, el Parlament decidía también que el futuro no se parecerá al pasado mediocre ni al presente precario. Y aprobaba solemnemente –frente a los diktats del TC también– obedecer la ILP de Pobreza Energètica presentada por la PAH por un invierno sin frío, sin sed y sin oscuridad; garantizar que no habrá más desahucios sin realojamientos dignos; finiquitar el apartheid sanitario; no aplicar ya ni Ley Wert ni Ley Mordaza; marginar la LARSAL centralizante contra el municipalismo; iniciar inmediatamente la solidaridad con los refugiados sin esperar a lo que haga –y sobre todo deje de hacer– el ejecutivo inhumano de Rajoy-; arrancar la renegociación de la deudocracia que ahoga el futuro; y regirse únicamente –en lila– por ley catalana de igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
Insubordinación democrática frente a la imposición autoritaria. Acto y acta de soberanía frente a la sempiterna anomalía españolista. En una extraña reciprocidad e insondable silogismo entre desiguales: el Estado no nos reconoce como pueblo, este pueblo no le reconoce ya como Estado. La ruta del propio camino sin esperar a Godot. Paradójica conflictividad, Zarzalejos lo reclamaba inquisitorialmente la semana pasada: hay que evitar la votación. Sabía de lo que hablaba: el TC prohibirá enseguida una declaración democrática, aprobada por mayoría absoluta, que precisamente le niega ya al TC toda autoridad sobre nuestro pueblo. Aporía. El dilema entre legitimidad y legalidad catalana frente al fundamentalismo constitucionalista está servido.
Mientras tanto, bienvenidos y bienvenidas a la República Catalana que ayer arrancó sus primeros pasos. Con su programa ético-político matricial: independencia, pobreza cero y basta de corrupción. Acto de soberanía, esbozaría Xirinacs. Vivir como si ya fuésemos libres, apuntaría Zizek. Sonreíd que ganaremos, escribiría el preso de Logroño. 9N de 2015: sin pedir permiso para ser libres, sin pedir perdón por serlo. Libres los pueblos e iguales las personas. Besakarda bero bat, Euskal Herria.