Parece que el técnico rojillo, Enrique Martín, va a apostar para el partido de este domingo contra el Numancia por una defensa de cuatro. Y decimos parece, porque no es la primera semana –ni tiene pinta de que vaya a ser la última– en la que el preparador de Campanas haya estado ensayando con un dibujo táctico y a última hora haya decidido optar por una disposición sobre el campo bien distinta.
Puede, en todo caso, que hayan acontecido algunas circunstancias que le hayan llevado a reflexionar y a variar su habitual dinámica de alinear cinco futbolistas en la zaga. Para empezar, el que él mismo no se quedase contento con el rendimiento de los suyos en Bilbo y vea conveniente obrar un cambio. Y por ende, las críticas surgidas por lo conservador que se mostró el equipo en San Mamés, que fue incluso despedido con algunos pitos por parte de los 4.000 seguidores que se desplazaron hasta allí.
Impresiones aparte, lo cierto es que la escuadra navarra, sin ser una maravilla en ataque, no solo tuvo mucha más llegada, sino también más consistencia atrás cuando modificó su dibujo en la segunda parte. De hecho, el Bilbao Athletic le generó bastante menos peligro cuando Osasuna jugó con cuatro defensas específicos que cuando lo hizo con cinco, esquema que se dio durante la primera parte.
Lo que parece una paradoja tiene una explicación bien sencilla: al ganar más piezas en medio campo, el rival tiene más dificultades para hilvanar en la sala de máquinas y llegar con mayor amenaza. Dicho de otro modo, merece la pena contener al adversario varios metros más adelante y la escuadra navarra sabe hacerlo con solvencia.
Mayor recuperación de balón
Jugar de esa manera no solo te evita sustos en propia portería, también posibilita la recuperación de balones en zonas delicadas del adversario, de tal modo que las opciones de generar ocasiones y marcar goles –una de las carencias osasunistas– aumentan de manera considerable. Si a ello le unimos que la afición, una vez conseguida la permanencia, no va a manifestar ningún reproche por ver a un equipo valiente y dispuesto a arriesgar por entrar en los play-off, la fórmula a seguir parece bastante clara.
Para esa defensa de cuatro, tres posiciones parecen tener nombres. Oier, Tano y Javier Flaño se perfilan como fijos en el once, el lizartarra regresando nuevamente al lateral, personificando una vez más su condición de todoterreno. No parece tenerlo tan claro Martín para el otro puesto de central, pues probó el miércoles con Unai García e hizo ayer lo propio con Miguel Flaño, toda vez que, aunque está mejorando a pasos agigantados, David García todavía sigue siendo duda.
Lo mismo ocurre en la medular, donde primero ensayó con De las Cuevas –el alicantino dio el susto de la mañana al ser golpeado en el tobillo por Tano– y después con Olavide. El dibujo podría ser una especie de 4-1-3-2, en el que Merino haría las veces de ancla, Roberto Torres llevaría la manija, secundado en una banda por Berenguer, mientras que Kodro y Nino ocuparían la dupla atacante.