EHU-UPV

La ciencia sin perspectiva de género es mala ciencia

El curso ‘Educación Científica en el siglo XXI: nuevas realidades, nuevas propuestas’ habla sobre el estudio realizado en torno al desinterés de los jóvenes en el ámbito de la ciencia, tratando de buscar soluciones y mejoras para fomentar este ámbito académico.

Digna Couso Lagarón, doctora en Didáctica de las Ciencias, realizó un estudio sobre el interés de los estudiantes en el ámbito STEM. Mediante éste llegaron a la conclusión de que hay un gran interés, pero no se está utilizando un método de aprendizaje adecuado para aprovecharlo. Por lo tanto, hay que plantearlo desde otro punto de vista. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Porque hay desinterés?

Por un lado, vemos que los informes muestran desinterés por este ámbito. Europa tiene un gran problema, falta de profesionales. Pero por otro lado, vemos que en el Estado español los jóvenes están dispuestos a cambiar de país para poder dedicarse a la ciencia. Por lo tanto, estamos ante un informe global y no local.

Según esta doctora, la respuesta seria la siguiente: «No hacen falta más profesionales, sino profesionales de otro tipo». Diversidad es la palabra clave. Desde el punto de vista empresarial este hecho es necesario para la propia calidad de la empresa. Ya que lo dota de mas creatividad, creando unos resultados económicos mucho más rentables. «La ciencia sin perspectiva de género es mala ciencia».

Continúa explicando que este problema afecta a distintos alumnos. El desinterés no se da de igual manera en todos los alumnos. Las minorías siempre sufren de un menor interés. Se ha demostrado que las ciencias han sido un ascensor social y que alguien que viene de un entorno de pocas posibilidades, tendría menos posibilidades.

Al mismo tiempo, el desinterés se retroalimenta. Cuando el alumno ve que una asignatura se le da mal, automáticamente pierde el interés por ella. Además la ciencia está muy direccionada a un futuro académico muy concreto y no para la vida. Por ello el pensamiento de «si no quiero ser científico para que voy a estudiar ciencia» está muy expandido entre los alumnos. Tras haber analizado toda la situación. Digna busca soluciones desde cuatro puntos de vista distintos:

El primero está relacionado con el ámbito personal. Aquí trabaja el término percepción auto-suficiente. El alumno puede tener interés por la ciencia, pero debido a la imagen de capacidad que tienen de sí mismo no se ve capaz de cursar una carrera relacionada con este ámbito. Es más, el 45% de los alumnos no se ve capaz. Esto se debe a que hacemos mal en pensar que las ciencias son para los más listos.

El ámbito familiar. La familia es clave como fuente de influencia, ya que el origen social tendrá gran peso en el futuro del alumno. Al fin y al cabo, deseamos lo que vemos. Debido a ello, hay que buscar maneras creativas de involucrar a las familias y hacer el propio STEM más familiar. Es decir, tutorizar, ayudar a los alumnos creando programas de contacto personal.

Sobre el ámbito social, los jóvenes opinan que es un mundo en el que no compensa entrar. Además, está proyectado como un mundo para chicos y sobre todo chicos ‘geek’. Unido a la falta de reconocimiento social, idea que tampoco motiva demasiado a los alumnos.

Finalmente el ámbito educativo. Las asignaturas de ciencias no gustan y menos a las chicas. Las chicas son más sensibles a la mala enseñanza y a la falta de contextualización. La falta de discurso es uno de los grandes problemas. El profesorado es muy relevante, sobre todo para las chicas, que son mas influenciables en la parte humana. Por ello, más que interactuar, debemos posibilitar. Actuar sobre la compatibilidad de identidad STEM e incluir la perspectiva de género.

Para finalizar, la ponente concluye con las siguientes ideas: tenemos que deshacernos de la cultura de la excelencia, iniciar una cultura de la participación, e incrementar la diversidad en este ámbito.