El comandante en jefe de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, dio comienzo ayer en los Llanos del Yarí a la X Conferencia Nacional Guerrillera, máxima instancia de decisión de la guerrilla a la que asisten además del Estado Mayor Central y su Secretariado, delegados elegidos por votación en las asambleas realizadas en cada frente, columna y compañía. En total, suman cerca de 200 delegados que deberán refrendar el Acuerdo Final suscrito el pasado 24 de agosto en La Habana entre los jefes negociadores de las FARC y el Gobierno colombiano, Iván Márquez y Humberto de la Calle, respectivamente. Asimismo, deberán establecer «las disposiciones políticas y organizativas para iniciar el tránsito hacia un partido o movimiento político, dentro de las cuales se encuentra la convocatoria del congreso constitutivo que deberá definir el programa, el estatuto y la dirección política», afirmó Timochenko en su intervención.
«Hay todo un pueblo que lleva 52 años a la espera de la paz. Nuestro compromiso indeclinable con ese pueblo debe ser ratificado en este evento de manera terminante. Nuestra preocupación principal ha de ser cómo conseguir que la paz se convierta en una realidad en nuestro país, sobre la base de la justicia social y la democracia», resaltó.
«Eso implica la vinculación de las grandes mayorías inconformes a la vida política activa y la necesidad de un mensaje nuevo, fresco y esperanzador por los cambios», destacó.
Apeló en diferentes momentos de su discurso a la unidad, «imprescindible tarea sin la cual todo esfuerzo se desperdiga y pierde», y a promover la «presencia en el escenario de una forma distinta, sana y transparente de hacer política». «Un pueblo unido y organizado debidamente constituye una fuerza invencible», insistió.
«Una verdad distinta»
Haciendo un balance de 52 años de lucha armada, Timochenko remarcó que «las FARC no solo resistimos a la más larga y violenta embestida emprendida por el poder imperial y sus aliados, sino que hemos conseguido sentarnos a una mesa de conversaciones con ellos y sacar adelante un Acuerdo Final de Terminación del Conflicto, con el que queda definitivamente claro que en esta guerra no existen vencedores ni vencidos, al tiempo que nuestros adversarios se ven obligados a reconocer nuestro derecho pleno al ejercicio político, con las más amplias garantías».
Destacó también el apoyo de la población, que «ha sido nuestro soporte fundamental a lo largo de todos estos años».
«Familias campesinas, indígenas, negras o de condición humilde del campo y la ciudad nos han brindado apoyo incondicional y protegido de múltiples maneras, aun a riesgo de su propia vida o libertad, amenazadas por las fuerzas estatales o paramilitares. Sabemos que en el corazón y la mente de gente llana y honesta que nos conoce en persona y que trata diariamente con nosotros, anida una verdad completamente distinta a la pregonada por los medios al servicio de la oligarquía», manifestó Timochenko.