Euskal Herria ha vivido una interminable carrera electoral desde las forales-municipales de 2011, que cambiaron el paradigma por el fin de la ilegalización y la irrupción de EH Bildu. Desde entonces, ocho comicios concatenados (los incluidos en el cuadro y las europeas de 2014) en apenas cinco años, que ahora darán paso a tres años sin urnas salvo que se produzca una tercera convocatoria estatal. Este ciclo de cinco años supone además el primer lustro posterior al fin de la lucha armada de ETA, lo que cambia radicalmente las coordinadas anteriores. Y desde este prisma, la conclusión más relevante del periodo es el derrumbe de los dos grandes partidos estatales, que además son los únicos del nuevo Parlamento opuestos al derecho a decidir.
En comicios «vascos» (sean forales o autonómicas a Gasteiz) su porcentaje conjunto ha caído del 31% de aquel mayo de 2011 al 22% de ayer. En estatales no les va mejor: sumaron el 39% del voto en 2011 y en las últimas estatales habían descendido al 27%. Esta lectura lógicamente no se puede limitar a la CAV, a la que sí se circunscribe el cuadro adjunto: en Nafarroa la entente (triple en este caso con UPN) se ha derrumbado aún de forma más visible al perder todas las principales instituciones (solo en las Cortes españolas resiste con tres de los cinco diputados).
Las curvas de porcentaje de voto en cada elección muestran claramente la bajada sostenida de ambas fuerzas, mientras el resto sufre diversos vaivenes, provocados en parte por la irrupción de Podemos en medio del ciclo. El PNV alcanzó ayer su mayor cota de voto de este lustro (37,5%), pero ya tuvo porcentajes muy potentes en la misma cita de hace cuatro años (34,6%), así como en las forales de hace quince meses (33,7%).
La línea de EH Bildu es en realidad una comba. Perdió fuelle obviamente tras la enorme ola de 2011, pero en las tres últimas elecciones la tendencia se agudizó hasta parecer que había entrado en caída libre: del 22,7% de mayo de 2015 al 15,1% de diciembre y al 13,3% de junio de este año, las dos últimas en comicios estatales muy incómodos. Estas elecciones se veían entonces casi como un match-ball que EH Bildu ha resuelto con solvencia. Su remontada hasta el 21,2% del voto supera esa crisis y le confirma como alternativa principal al PNV en la CAV, tras ser ya fuerza decisiva en Nafarroa y tener la Alcaldía de Iruñea.
La forma de su curva es justo la inversa que la de Podemos, que apareció en las forales de 2015 y eclosionó en las dos estatales. La cota de voto lograda ahora es la mitad de la del 26J, lo que supone un batacazo importante para un partido acostumbrado al éxito (pasa del 29,2% de junio al 14,8% ahora, casi la mitad). Obtiene menos porcentaje incluso que en las forales (16,6%), que daban la impresión de ser un tibio arranque.