N. MATXIN - J. ITURRIA - J. VIVANCO - A. U. LASAGABASTER - A. URKIRI

El despido de Martín: esa otra cara también del fútbol vasco

Muchas veces nos enorgullecemos de que el fútbol vasco es diferente al de otros lares, de que tiene alma, otro aroma. Pero lo cierto es que la destitución de Enrique Martín como entrenador de Osasuna, artífice de una salvación milagrosa y un ascenso no menos increíble en apenas un año, muestra que no somos ajenos a los tics del fútbol «moderno». Extendemos la lupa a nuestros cinco equipos principales.

OSASUNA PARONES LIGUEROS: A LOS TÉCNICOS ROJILLOS LES TIEMBLAN LAS CANILLAS

La tradición rojilla de dar cierto margen de confianza a los técnicos se ha visto rota en los últimos tiempos. Miguel Ángel Lotina –tres campañas– y Javier Aguirre –cuatro temporadas– fueron los últimos en gozar de ese incondicional apoyo contra viento y marea. Ambos pasaron por momentos muy malos –salvaciones en la última jornada o rachas interminables sin conseguir una victoria–, pero siempre conservaron su puesto, lo que a la larga trajo sus frutos.

Esa dosis de paciencia por parte de los regidores osasunistas se acabó finalizada la etapa del preparador mexicano. Desde entonces, a lo largo de poco más de una década, el banquillo navarro lo han ocupado nada menos que ocho técnicos, un trasiego al que la parroquia rojilla estaba muy poco acostumbrada.

Y un buen número de esos acelerados cambios se produjeron coincidiendo con parones ligueros, un momento en el que a los entrenadores ciertamente les tiemblan las canillas ante la incertidumbre de su inmediato futuro profesional. Como el más reciente de Martín, también los despidos de Ziganda, Camacho y Mendilibar se dieron con la competición detenida, cosa lógica por otra parte, al dejar cierto margen de preparación al inquilino recién llegado.

Destituciones que en algunos casos pudieron parecer precipitadas, pese a los malos resultados obtenidos, por darse apenas iniciado el ejercicio o que en otros ya venían arrastrando un lastre de deterioro en la convivencia entre junta, cuerpo técnico y afición, hasta llegar a una situación irrespirable que se determinó cortar por lo sano.

Sea como fuere, el temple necesario a la hora de adoptar decisiones también ha ido decreciendo a medida que la situación deportiva se ha complicado en mayor medida. Tanto el descenso a la categoría de plata como, sobre todo, el verse asomados al abismo de la Segunda B trajo consigo un corte de cabezas inusitado por parte de una entidad que hacía de la estabilidad su bandera ante el resto de clubes.

Tres en una campaña

Urban y Mateo sufrieron en propias carnes esa devoración de entrenadores, penalizados por una coyuntura institucional que nada ayudó al sosiego en lo deportivo. Hasta tres técnicos en una misma campaña fue una cifra alarmante, de la que no existía precedente en competición liguera, y que finalizó de manera afortunada con la salvación en el último segundo en la Nova Creu Alta.

Ese logro y el ascenso a Primera, sumado al retorno a los orígenes en cuanto a filosofía de club, parecían otorgar a Martín cierto margen de error, pero en el actual fútbol de élite está claro que pesan más otro tipo de condicionantes a la hora de adoptar ciertas resoluciones, por muy traumáticas que sean.

 

REAL SOCIEDAD EL RIESGO DE QUEMAR ENTRENADORES DE CASA EN MOMENTOS DE RIESGO

La Real se ha visto obligada a cambiar de entrenador en varias ocasiones desde que entró en una situación de inestabilidad con el final de la segunda etapa de John Toshack y su sustitución por Salva Iriarte en noviembre de 1994, que al año siguiente también fue reemplazado en el mes de noviembre por Javier Irureta.

Hasta 1994 la Real solo había cambiado de entrenador en dos ocasiones en la temporada de su penúltimo descenso, la 61-62, cuando Joseba Elizondo sustituyó a Baltasar Albeniz antes de dejar acabar la temporada a Perico Torres para que empezara a preparar la siguiente en Segunda División, en la 71-72 cuando Andoni Elizondo reemplazó a Ángel Segurola y en la 75-76, cuando Josean Irulegi ocupó el lugar del donostiarra.

A partir de ahí solo fueron sustituidos John Toshack por Marco Boronat cuando decidió marcharse al Real Madrid al final de la temporada 88-89 y el donostiarra por Javier Expósito en la 90-91 cuando ya estaba acordada la vuelta del técnico galés a Zubieta.

Periko Alonso y Gonzalo

La Real buscaba a técnicos de la casa, conocedores del equipo y de la situación, para hacer cambios en el banquillo en plena temporada y esa tendencia llevó a recurrir a Periko Alonso y Gonzalo Arkonada, a los que quemó por darles la oportunidad de entrenar al primer equipo en situaciones muy difíciles.

Periko Alonso, que había jugado tres temporadas en el Sanse y cinco en el primer equipo como integrante del conjunto campeón de las dos Ligas, tenía una experiencia como entrenador del Eibar en tres temporadas y en el Hércules, pero solo pudo resistir diez encuentros cuando sustituyó a Javier Clemente en la temporada 2000-01. Con él en el banquillo la Real sumó una victoria, dos empates y siete derrotas y fue sustituido por John Toshack y nunca más volvió a entrenar.

Gonzalo Arkonada, hermano del legendario portero integrante del equipo campeón, llevaba una trayectoria brillante en el Sanse como entrenador, hasta el punto de que se clasificó para el play-off de ascenso a Segunda con un equipo en el que estaban jugadores como Carlos Martínez, Mikel González, Estrada, Castillo, Zurutuza, Agirretxe y Díaz de Zerio que después llegaron al primer equipo.

Gonzalo Arkonada asumió la dirección de la Real el 30 de enero de 2006 y solo pudo aguantar en el cargo tres meses, ocho partidos en los que sumó seis puntos. Algo parecido sucedió con Joserra Eizmendi en la 2007-08 y Asier Santana solo dirigió un partido en la 2014-15.

 

ATHLETIC DE LOS TRES CESES DE CLEMENTE A LA CAMPAÑA QUE LOGRÓ ECHAR A JABO

El 25 de enero de 1986 fue un antes y después en la historia del Athletic. La junta de Pedro Aurtenetxe decidió destituir a Javi Clemente tras su enfrentamiento con Manolo Sarabia. El cisma dividió a todo el entorno rojiblanco generando heridas tremendamente profundas que tardaron lustros en cicratizar con nefastas consecuencias. Iñaki Sáez fue su sustituto. Cuatro años después, la situación se volvería a repetir con los mismos protagonistas. Clemente retornó al Athletic de la mano de José Julián Lertxundi, pero pese al buen comienzo, el rumbo de los leones se torció hasta acabar recibiendo el humillante 0-6 infringido por el Barcelona. Otra derrota en Castalia, en el debut de Kike Burgos en la portería, provocó el segundo cese de Clemente. ‘Jaburu’ completó la temporada enderezando la marcha del equipo. Entre las dos etapas del ‘rubio’, Iribar y Kendall pasaron por el banquillo. El inglés, uno de los entrenadores más prestigiosos de Europa en los ochenta, pagó la ansiedad colectiva que padecía el club. A finales de 1989 fue relevado por Txetxu Rojo tras una goleada en Madrid. Entrada la década de los noventa, los malos resultados provocaron también que Txutxi Aranguren sustituyese a Iñaki Sáez para evitar la promoción. En 1994-95, José Mari Amorrortu fue el encargado de coger el puesto de Irureta primero y Dragoslav Stepanovic después. El irundarra padeció la presión y crítica de varios medios de comunicación hasta presentar su dimisión. ‘Stepi’ dirigió al equipo hasta un situación clasificatoria delicadísima.

Las temporadas 2005-06 y 2006-07 trajeron el «bienio negro», José Luis Mendilibar fue el primer pagano de la situación. Cesado tras 11 partidos, fue relevado por Clemente. En su tercera etapa, el de Barakaldo salvó al equipo y se ganó la continuidad, pero ni siquiera empezó la temporada, después de que unas declaraciones sobre los fichajes provocaron que Fernando Lamikiz lo destituyera. Le relevó Felix Sarriugarte, que transcurrido un tercio de Liga, vio cómo era sustituido por Mané y Ondarru tras una derrota ante el Sevilla.

 

EIBAR UNA HISTORIA LIMITADA PERO CON CAPÍTULOS LLAMATIVOS

De Josetxo Mendiluce a Gaizka Garitano, han sido ocho los entrenadores cesados en el Eibar desde que aterrizó en el fútbol profesional, hace ya tres décadas. La mayoría ha caído como consecuencia de los malos resultados pero en la lista hay también un par de excepciones llamativas.

Empezando por la última, la marcha de Gaizka Garitano, el técnico que lideró al Eibar en sus dos ascensos consecutivos y en su primera campaña en la elite. Incluso el Consejo de Administración del club, en el que las aguas ya bajaban revueltas tiempo atrás, acabó explotando por la mala gestión de este asunto. Que arrancó con el descenso del Eibar en la última jornada de Liga. Nada más concluir el choque, y con el calentón en el cuerpo, Garitano reconoció no tener fuerzas para seguir adelante. Con el paso de las semanas –y sin saber todavía cómo se cerraría el affaire del Elche– el técnico reconsideró la situación pero esta vez se encontró con el portazo de Álex Aranzabal, pese a que buena parte de la directiva apostaba por la continuidad del técnico. La broma le costó medio millón de euros al Eibar ya que, con la permanencia finalmente conseguida por el descenso del Elche, Garitano tenía un contrato en vigor que hubo que rescindir.

Igual, o más llamativa incluso, había sido la marcha de Ángel Viadero cinco años antes. El Eibar, que había caído a Segunda B un año antes, se encaminaba al primero de los cuatro play-offs de ascenso que disputaría consecutivamente. Claro que entonces nadie pensaba que debería esperar tanto. Había prisas, nervios y mal ambiente. Y lo pagó el técnico cántabro, que fue destituido a dos jornadas del final, con el equipo en puestos de promoción, los mismos que llevaba ocupando desde treinta jornadas atrás. Tres malos resultados acabaron para agotar la confianza en el entrenador, sustituido por un Javier Mandiola que esta vez no pudo cumplir su objetivo.

Igualmente inefectiva había sido, un año antes, la destitución de Carlos Pouso. Con el equipo en puestos de descenso y una trayectoria a la baja, el vizcaino fue cesado en la 27ª jornada de Liga. Josu Uribe ocupó su lugar, pero el rendimiento del equipo fue aún peor y acabó descendiendo. Lo mismo había sucedido tres años antes, la única ocasión en que el Eibar ha despedido a dos entrenadores: Carlos Terrazas se fue en Navidad, Roberto Olabe aguantó once partidos y Javi Pérez, un hombre de la casa, no pudo obrar el milagro.

Por el contrario, el relevo había funcionado en las tres primeras destituciones en la historia del club: tras la de Blas Ziarreta (03), Kike Ormaetxea (98) y Josetxo Mendiluce (92), el equipo logró mantenerse en Segunda A.

 

ALAVÉS MÁS DE UNA VEINTENA DE ENTRENADORES EN EL SIGLO XXI

El banquillo de Mendizorrotza puede ser uno de los más calientes de los últimos años. Desde que en 2003 terminase la andadura de cinco temporadas de José Manuel Esnal el Alavés ha cambiado de entrenador en más de veinte ocasiones. Es decir, y siendo más precisos, en trece años han pasado veintidós entrenadores. Mauricio Pellegrino es el vigesimo segundo míster del siglo XXI, como claro ejemplo que en esta epóca en el que al fútbol se le ha catalogado con el sobrenombre de ‘moderno’ la paciencia se ha ido reduciendo.

El vigésimo fue Alberto López, que cogió el cargo con el objetivo de salvar la categoría en Segunda División tras los malos resultados acumulados con Juan Carlos Mandiá que dirigió al equipo babazorro en tan solo quince partidos. El exguardameta al final cumplió una temporada y media como entrenador para dar relevo a José Bordalás la temporada pasada. «Había hecho méritos para seguir en Primera», indicó un Bordalás que logró algo inesperado: ascender al Alavés a la máxima categoría tras once años y, además, cómo campeón de la Segunda División. El conjunto babazorro, sin embargo, decidió renovar todo el proyecto, de arriba abajo, para su nueva andadura en la división de oro. 

 

Dos años como mucho

Hasta con buenos resultados resulta complicado dar  continuidad a un proyecto, consecuencia quizá de la ambición. El récord de partidos dirigiendo al Alavés en este siglo XXI lo tiene Chuchi Cos, con 83 encuentros –pero que tampoco los cumplió de una tacada, sino en tres etapas–. Esa etapa de Piterman. de tan infausto recuerdo, en tres temporadas pasaron hasta siete entrenadores. Todos muy lejos de las cifras del ya mencionado Mané que hizo 267 partidos al cargo del Glorioso. Algo impensable de superar ahora mismo viendo las estadísticas que resumen la trayectoria de los entrenadores que han pasado por el banquillo de Mendizorrotza.

A partir del 2003 ningún entrenador ha pasado más de dos temporadas al cargo del equipo y tan solo cinco entrenadores han cumplido una temporada completa –sin interrupciones– al mando del barco. Los más recientes han sido Bordalás y Alberto López pero desde 2004 hasta el 2010, cuando cogió el testigo Álvarez Tomé ninguno fue capaz de cumplir un curso completo. Junto a esos tres nombres Pepe Mel (2003-2004) y Natxo González (2012-2013) también pudieron completar al menos una temporada.