Ramon Sola

¿Fin del resacón?

Las pobrísimas prestaciones de Osasuna en este primer tercio largo de Liga tienen mucho que ver con la tremenda factura de junio: en planificación, en lo táctico, en lo físico, en la grada… Afortunadamente no hay mal que cien años dure ni resaca que no acabe curando el tiempo. Y quizás, quizás, contra el Atlético empezó a entrar oxígeno otra vez.

Los rojillos ofrecieron mejores sensaciones ante el Atlético de Madrid y parecen volver a la vida. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)
Los rojillos ofrecieron mejores sensaciones ante el Atlético de Madrid y parecen volver a la vida. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)

El síntoma principal fue, como suele ocurrir en Iruñea, extrafutbolístico. En el minuto 93, con 0-3 en el marcador, tras una segunda parte anodina y sin ocasiones, con siete patéticos puntos en trece jornadas, el estadio se vino arriba de repente. Por unos minutos aquello se pareció a aquellos inolvidables finales de partido en el play-off. No había nada grande que celebrar esta vez, pero sí al menos un atisbo de luz que agradecer: 35 minutos de tuteo al subcampeón de Europa, otra disposición, más balón… algo.

Esa pequeña explosión de energía mejoró el regusto del partido y sonó a resurrección de una hinchada que tampoco ha estado al nivel en estas trece jornadas, como si ya lo hubiera dado todo allá con aquel mes jubiloso entre el triunfo de Oviedo y el Pobre de Mí sanferminero, y no le quedara más que nostalgia. A Caparrós este «momentico» del final de partido le pareció «la ostia». Y lo fue.

Si la afición ha superado la resaca, el equipo tiene adonde agarrarse para remontar. En lo futbolístico también aparecen algunos indicios de revitalización. La resaca aquí se tradujo en la apuesta de Martin por seguir jugando en Primera como en Segunda; está claro que el plan no ha funcionado, porque la elite exige más riesgos y perdona menos errores.

Con las limitaciones técnicas de la plantilla, cierto es que el estilo de Caparrós no puede ser muy diferente, pero algo cambiará. No se defendió peor con 4 que con 5, y sí se vio un centro del campo más compacto, que llenaba más césped. Leído en porcentaje de posesión (esa gran trampa estadística), el 46% de Osasuna ante el Atlético resulta más que digno si recordamos el 23% ante Las Palmas, el 38% ante el Alavés o el 43% ante el Celta, todos en casa.

En lo físico, también pareció que el equipo peleó mejor el partido contra un rival muy duro. El de Utrera ha visto rápido que al once le falta fuerza, y ahí está la apuesta por Causic, Kodro y Riera, además de la decisión de meter a todos en el gimnasio. Los expertos sabrán cuánto tiene que ver la escasez de vacaciones (Girona fue el 18 de junio) en el desplome físico de todos, y más que ninguno de Roberto Torres, pero es otro dolor a añadir al resacón de estos cinco meses.

Lo que no tiene arreglo es el cuarto gran dolor de cabeza: el de los despachos. La plantilla se confeccionó tarde y mal, lógico si se tiene en cuenta que hasta el final nadie previó el ascenso sin ser tachado de flipado. Habrá que ver si el asunto tiene remedio entre diciembre y enero, pero con la premisa de no empeorar el error: antes de entrar, dejen salir.