Joseba VIVANCO

Noches de mucho, mañanas de nada

Empate justo en San Mamés, aunque a decir verdad si el Athletic llevó el peso del partido y la iniciativa, fue el Alavés el que decidió a qué jugar y dispuso de las contadas pero mejores ocasiones, como ese remate a la madera del mejor albiazul, el brasileño Deyverson. A los leones les pesó y mediatizó el esfuerzo copero, tanto en su once inicial como en la frescura del equipo en su conjunto, y casi nunca dieron sensación de poder con el oficio defensivo babazorro.

ATHLETIC 0

ALAVÉS 0

 

En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las victorias épicas... y en los empates ramplones. Aseveraba el prestigioso dramaturgo brasileño Nelson Rodrigues que «un empate es un resultado más depresivo que la propia derrota. El empate suscita una sensación desesperante de impotencia». El Athletic de ayer se sintió literalmente estéril frente a un Alavés con demostrado oficio, que fue y jugó a lo que es y a lo que de él se esperaba, todo lo que había avisado Ernesto Valverde en la previa del partido, un rival, el babazorro, que por algo sumó su octavo encuentro consecutivo sin conocer la derrota, cuarto como visitante sin encajar goles. Una igualada justa sobre todo para los locales, que llevaron la iniciativa, sí, pero solo eso, porque apenas dispusieron de ocasiones claras que sí firmaron sus rivales, como el disparo de Deyverson que repelió la madera en la primera mitad o la que el agitador brasileño tiró al ‘muñeco’ tras la ‘laportada’ de turno, en la segunda. Lo cierto es que se jugó más a lo que quisieron los de Mauricio Pellegrino, en tanto el Athletic incumplió la primera regla del jugar bien, que no tiene que ver con cuánto tienes el balón, sino cómo lo tienes, qué haces sin él y qué pasa en las porterías. En definitiva, que Valverde reconocía el sábado que en casa su equipo tenía «empuje» pero «nos hace falta juego», y esta vez ni siquiera lo primero, que apareció sobre todo con Williams ya en el césped.

El técnico rojiblanco insistió en la antesala del derbi en la necesidad de olvidarse del duelo copero del jueves pasado, lo que sucedió es que el exigente partido ante el Barça no se olvidó del Athletic y le persiguió como una alargada y siniestra sombra. Un asumido desgaste que mediatizó no solo el once inicial de los locales, con la presencia del inédito Elustondo en el lateral del ‘2’ en lugar de Bóveda o la ausencia del destacadísimo Iturraspe o de San José, suplida por Mikel Rico, además de la de Williams, sino que mermó la frescura de puntales como Aduriz o Raúl García, más pendientes de sus cuitas con Laguardia y Feddal que del marco contrario.

Así las cosas, y teniendo por delante noventa minutos de pico y pala, ni dejando a un lado el traje de etiqueta y poniéndose el de overol, que diría Alfredo Di Stéfano, dio la impresión de que el Athletic hubiera rascado más allá de un punto. Es más, entre los rivales, más de uno se volvió a Gasteiz rumiando en su cabeza la idea de haberse dejado dos puntos en San Mamés.

Rojiblancos y albiazules son dos de los equipos, junto a Granada, Espanyol y Sevilla, que no han repetido once inicial en las 17 jornadas de Liga. El bueno de Koldo Agirre, en sus tiempos de entrenador, dicen que era de los más elegantes en el banquillo. Contaba él mismo que los periodistas apostaban cada encuentro a ver «cómo sale hoy Koldo», y «yo les jodía y estrenaba traje cada partido». Txingurri a veces parece jugar al gato y al ratón con los onces, celoso de sus decisiones, sorprendió con Elustondo de lateral e Iturraspe en el banquillo. Luego, explicó ambas resoluciones, pero dudo que convenciera a muchos aficionados al menos de la ausencia del jugador de Matiena. Porque el de Arrigorriaga no aportó a pesar de su frescura, y tampoco es que el esperado Beñat firmara una actuación reseñable; ni Muniain y en menor medida Susaeta –seguramente condicionado porque Elustondo, como diría Tom Docherty sobre Stuart Pearce, «solo subió hasta el medio campo para lanzar la moneda»–, ni tan siquiera un lento Aduriz al que se la pasó el arroz en la mejor ocasión local a veinte minutos del final, ni un Raúl García poco incisivo y que perdió hasta 17 balones.

Frente a un 4-4-2 albiazul ordenado y disciplinado, el arranque del partido fue tan frío como el mercurio, con los locales empujando, matasellando centros al área sin destinatario, un cabezazo fuera de Laporte en el segundo palo tras un córner peinado, y un primer tiempo que se le escapó al Athletic entre los quítame allá esas pajas de Aduriz y Raúl con los centrales gasteiztarras y el remate al palo de Deyverson que evitó la ‘flor’ del recién incorporado Iraizoz.

Poco cambió el escenario tras el descanso salvo el bombardeo final de infructuosos córners por parte de ambos. Valverde al poco dio entrada a San José y Williams para imprimir mayor empuje; ora Iraizoz, ora Laporte a punto estuvieron de poner en bandeja al rival lo que ni Deyverson ni Ibai pudieron lograr en sendas ocasiones; el Athletic acabó asediando al ayer titular Ortolá con 13 córners, la mayoría peor ejecutados –y silbados– que los chuts a puerta que en el descanso nos regalaron como pasatiempo; Elustondo nos puso el corazón en un puño en su atropellado sprint con Deyverson cuando los leones arriesgaban en exceso... Y así hasta un pitido final generoso para jugadores y un aterido público, en un partido mediatizado para los locales por el esfuerzo del jueves. Ya se sabe que noches de mucho, mañanas de nada...