Nagore BELASTEGI

Burundanga, entre la sicosis y las dudas

En los últimos meses se han escuchado numerosos casos de agresiones atribuidas a burundanga en Euskal Herria, pero en los análisis toxicológicos no figura su presencia. Los expertos opinan que podrían estar implicadas otras drogas más comunes.

El fiscal superior de la CAV, Juan Calparsoro, afirmó ayer que no se ha acreditado que se haya usado burundanga, o escopolamina, en las agresiones sexuales denunciadas recientemente. Sin embargo, en la calle se habla de burundanga con miedo, mientras que los expertos coinciden en que hay otras sustancias más comunes que pueden producir los mismos efectos asignados a esta droga.

Por ejemplo, el jefe de los servicios clínicos del Instituto de Medicina Legal de Bizkaia Guillermo Portero explicó en una entrevista que «es posible que haya podido haber y no lo hayamos podido detectar, pero hay muchas más sustancias que tienen los mismos efectos. Si tuviéramos que hacer algún llamamiento, sería: Ojo con el alcohol y con los sicofármacos». Así, señaló que drogas recreativas como el GHB (éxtasis líquido) o la ketamina, combinadas con el alcohol, pueden producir efectos sobre la memoria.

Opina igual Fernando Caudevilla Gálligo, Médico de Familia y experto en drogodependencias. Además, explicó que la burundanga se asocia a la pérdida de memoria y también a la pérdida de la voluntad. Sin embargo, «no hay una sola referencia en toda la literatura médica a que los pacientes intoxicados obedezcan ciegamente las órdenes de los médicos o tengan su voluntad anulada mientras duran los efectos. Por otra parte, el delincuente que administra la sustancia está buscando cometer el delito guardando su propia seguridad e intereses. Una droga que es mortal en sobredosis no parece muy adecuada desde un punto de vista de la lógica criminal, ya que facilitaría la investigación del delito», escribió en su artículo en la web www.cannabis.es.

La escopolamina es una sustancia utilizada en medicina, aunque actualmente existen otros métodos más seguros, por lo que su uso se ha disminuido. El principio activo puede encontrarse en las plantas de la familia de las solanáceas como el beleño blanco, el estramonio, la escopolia, la mandrágora o la brugmansia.

A la asociación de personas usuarias de drogas Ai Laket! le han preguntado en varias ocasiones sobre burundanga, algo que les sorprende pues creen que hay que poner el foco en los agresores, en la agresión en sí, y no tanto en si esta ha ocurrido tras el uso de una sustancia o no. «Estamos completamente despistados con este tema. Vemos que se pone el foco en las sustancias y este no es el problema, sino que hay gente que aprovecha una situación de vulnerabilidad de otra persona», comenta ante las preguntas de GARA Riki Caparrós, miembro de la asociación.

Señalar al agresor, no a la sustancia

A nivel personal, se muestra preocupado tras ver el resultado de una encuesta realizada a jóvenes vascos. «Las chicas decían que había que tener tolerancia con este tipo de comportamientos sexistas, y los chicos que es algo que ocurre pero que ellos no ven demasiado», asegura. Por ello, para él lo importante es hablar sobre lo sucedido. «Llevamos cuatro semanas en las que en los medios de comunicación se habla sobre burundanga y siempre se habla más sobre una sustancia que no aparece en los análisis que sobre los agresores, y creo que habría que hablar más sobre eso; sobre lo que pasa en nuestra sociedad para que ocurran estas cosas», subraya.

Caparros asegura que una persona puede aprovecharse de la vulnerabilidad de otra tanto si la víctima ha tomado una sustancia conscientemente o no, pero en el caso de la burundanga cree que «se está hablando de un mito». «Es verdad que ocurre que algunas personas utilizan una sustancia para realizar un delito. En principio no deberían ocurrir estas cosas, pero vemos que en los últimos años se hacen más denuncias de este tipo, así que es interesante concienciar a la gente, sobre todo a los jóvenes, de que fomenten la seguridad en su entorno pero sin meter miedo a las personas. En ocasiones metemos miedo a las posibles víctimas: tapa el vaso, cuidado con quien estés… Estamos reaccionando de una forma esquizofrénica. Si actuamos con responsabilidad y estamos acompañados no deberían ocurrir estas cosas en principio», opina el experto.

Teniendo en cuenta esto, cree él también, al igual que los médicos, que si se va a poner el foco en las sustancias habría que considerar otras más accesibles y comunes como el alcohol o las benzodezepinas (ansiolíticos), pues son las sustancias que habitualmente suelen aparecer en las agresiones sexuales. «Dicen que la escopolamina se va rápido del cuerpo, y puede que así sea porque, por ejemplo, la cocaína se expulsa en 8 o 10 horas. Seguramente no encontrarán ninguna sustancia si denuncian una agresión a los dos o tres días. Las denuncias hay que ponerlas cuanto antes y acudir al hospital lo antes posible», aconseja.

Aun así cree que si se descubren restos de burundanga en esos análisis toxicológicos realizados tempranamente las cosas no cambiarían, pues la agresión seguiría siendo una agresión, con su víctima y su agresor, «la gente seguirá realizando delitos con o sin sustancias», menciona.

Aun y todo, Caparros incide en que sería interesante conocer cuál es el protocolo que tiene Osakidetza ante estos casos y si los análisis toxicológicos que hace tienen la capacidad de detectar la escopolamina.