Mertxe AIZPURUA

La lengua universal, una utopía que perdura y se abre paso en la red

Se dice que el esperanto inventado por Zamenhof fue una de las grandes utopías fracasadas del siglo XX. Hoy, día en que se cumplen 100 años de la muerte de su creador, el oftalmólogo polaco que soñó con una lengua universal tendría motivo para sentirse satisfecho. El esperanto perdura y las nuevas tecnologías son sus mejores aliadas.

Vivió en un contexto de guerra y luchas y Ludwik Lejzer Zamenhof (1859-1917) sostenía que el desconocimiento y la incomprensión mutua estaban en el origen de las disputas más crudas, por lo que veía necesario establecer una lengua auxiliar de comunicación mundial. La misma incomprensión que los gobiernos y poderes oficiales mostraron en vida a su planteamiento de lengua común, se ha reeditado un siglo después en su localidad de nacimiento. La máxima de que nadie es profeta en su tierra la ha aplicado el consejo municipal de Bialystok, pueblo natal del médico, que por 12 votos a 11 ha rechazado celebrar el Año Zamenhof con motivo del centenario de su fallecimiento, que se celebra hoy, 14 de abril. Los consejeros del partido conservador polaco Derecho y Justicia votaron en contra al considerar que el invento de Zamenhof era totalmente utópico y sin valor alguno para la humanidad.

Se sumaban así a la apreciación de que el esperanto es una de las grandes utopías fracasadas del siglo XX, aunque el legado del médico polaco sigue aún vivo y es, sin lugar a dudas, la lengua inventada con más éxito de la historia de la humanidad.

L.L. Zamenhof era, ante todo, un idealista. Y un esperanzado. Eso es lo que significa literalmente el mismo nombre de la lengua que inventó. La simbología que rodea al esperantismo alude también a la esperanza: el color verde de una estrella de cinco puntas dirigidas a los cinco continentes. Se cuenta que tuvo la idea en la adolescencia, tras leer la historia bíblica de la torre de Babel, pero Zamenhof no fue el primero en soñar con una lengua que se convirtiera en universal.

Entre otros, y un siglo antes, el sacerdote alemán Schleyer había inventado, con relativo éxito, el volapuk, surgido de la simplificación del inglés y el alemán.

Zamenhof, por su parte, era consciente de la importancia de que una nueva lengua universal no debía asemejarse en exceso a ninguna de las que se hablaban en las naciones hegemónicas del momento y se esforzó en mezclar las lenguas romances con las germánicas y las eslavas, para culminar un compuesto híbrido con normas simples, regulares y repetitivas. Una lengua fácil de aprender y rápida de asimilar. Creada para convertirse en segunda lengua de toda la humanidad, sus promotores la vincularon a ideales de paz e igualdad; como un segundo idioma, auxiliar y no excluyente, que sirviera para las relaciones internacionales.

Lengua de paz entre guerras

Al primer congreso mundial de esperantistas celebrado en la localidad francesa de Bolougne-sur-Mer en 1905 le siguieron numeros encuentros y cónclaves que reunían a los hablantes de una lengua que sus promotores consideraban «lengua de la paz». Aunque la semilla prendió con fuerza en muchos lugares –hoy Zamenhof es el segundo médico extranjero con más calles dedicadas en Catalunya–, el esperanto, sin embargo, chocó con la Gran Guerra de 1914 y todo lo que acarreó después. Zamenhof fue testigo del desencuentro de sus ideales con la realidad política. En los comienzos del esperanto, el idioma que parecía que iba a rivalizar como lengua internacional era el francés. De hecho, a pesar de que muchas conferencias de esperanto se realizaron en el país galo, los gobernantes veían con recelo su avance y De Gaulle despreció públicamente a los esperantistas en varias ocasiones. En algunos países, como Japón, se prohibió la venta de libros en esta lengua y se persiguió a sus hablantes. Los nazis la consideraron una conspiración judía, para Stalin era sospechosa de ser una lengua de espías y el senador estadounidense McCarthy, conocido por su anticomunismo, consideró el conocimiento del esperanto como «casi sinónimo» de simpatía hacia el comunismo. Durante el largo período que abarca las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, los esperantistas, si no eran perseguidos, eran ignorados, arrinconados o criticados.

En la actualidad, el esperanto es una lengua desarrollada, que evoluciona con sus hablantes bajo recomendaciones de la Academia del Esperanto, mantiene relaciones normalizadas con organismos internacionales y entra dentro de los cursos de Lingüística de algunas universidades. Su comunidad cuenta con miles de hablantes en el mundo –se calcula en dos millones, repartida por todo el planeta, sobre todo en países como Hungría, Bulgaria, Brasil y China– y dispone de gran cantidad de recursos lingüísticos y publicaciones. Entre los esperantófonos más conocidos se encuentra el premio Nobel de Ciencias Económicas Reinhard Selten o la campeona mundial de ajedrez Polgár.

Internet, plataforma del esperanto

Los esperantistas rechazan que el hecho de que el inglés se haya establecido como lengua prioritaria en las relaciones internacionales haya desbancado definitivamente su proyecto y defienden que hoy más que nunca es necesaria una lengua universal, neutral y accesible. Utópicos o no, lo cierto es que lo que sí ha logrado el esperanto es consolidar una red internacional de esperantistas que permanecen en contacto permanente y crecen gracias a las nuevas tecnologías.

En el siglo XX, internet ha servido de plataforma para acceder a cursos, diccionarios y foros de esta lengua. Muchos expertos creen que la cifra de hablantes puede aumentar por el fácil acceso que permiten hoy las redes y el relativamente poco tiempo que lleva aprenderla. Las redes sociales son hoy el gran aliado de los esperantistas –hay diversos grupos creados en WhatsApp y Telegram– y también hay aplicaciones que facilitan su aprendizaje, como Duolingo, que tiene 600.000 estudiantes del curso de esperanto para hablantes en inglés. Google la incluye como una de sus lenguas.

El escritor, semiólogo y filósofo Humberto Eco (1932-2016) estudió la gramática del esperanto y concluyó que era «una lengua muy bien hecha», con criterios de economía y eficacia lingüísticos «dignos de admiración». Según Eco, Zamenhof no fracasó y no solo construyó un objeto lingüístico, sino también una idea de fraternidad y pacifismo que perdura. Quizá, cien años después, el médico polaco se diera por satisfecho con la referencia del reconocido autor.

 

unos pocos miles de hablantes con asociaciones en Iruñea y bilbo

Aunque los inicios del esperantismo reunieron aquí adeptos y seguidores, es difícil saber cuántos esperantistas hay en la actualidad en Euskal Herria. Aitor Arana calcula que serán unos pocos miles, ya que el esperanto no está muy boyante en nuestro país. Hoy en día funcionan solo dos asociaciones, en Iruñea y Bilbo, pese a que el esperanto tuvo tiempos mejores. En 1905 se fundó en Sestao la sociedad esperantista “Fido, scienco kaj tradicio”, y a esta le siguieron otras: en 1906 en Bilbo, Portugalete y Donostia, y cuatro años más tarde, en 1910, en Iruñea. En 1909 empezó a editarse, en Bilbo, la revista “Nova Sento” y según el “Anuario de los Esperantistas de España” de 1911, aquel año había en Bilbo cerca de 300 esperantistas, y aproximadamente un centenar en Donostia. No solo estaban en las grandes urbes, sino también en ciudades como Algorta, Tafalla, Santurtzi o Tolosa y en pequeños pueblos como Beizama, Arrona o Caseda y entre los socios contaban además con personas de renombre, como el lingüista Isaak Lopez-Mendizabal. Prohibido durante algunos años por el franquismo tras la guerra del 36, dos miembros del primer Gobierno Vasco, los socialistas Juan Gracia y Santiago Aznar, fueron activos esperantistas.M.A.