El atentado ocurrido cuando los once aspirantes a la Presidencia gala disfrutaban de sus quince minutos de gloria en la cadena pública France 2 contribuyó a hacer más sórdido si cabe el cierre oficial de la campaña a la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas.
Las reacciones de los candidatos, obligados a actuar en directo y sin un guión depurado, desembocaron en una ceremonia de apariencias y falsedades. De hecho, todo un ex primer ministro, como François Fillon, se dedicó a difundir rumores falsos sobre otros ataques en la noche parisina tras al atentado en Campos Elíseos. El aspirante conservador se descolgaba después con un anuncio de suspensión de campaña en un gesto que, evidentemente, también resultó tener bastante de impostura.
Fillon que, ya al calor de las detenciones en Marsella, se presentó como diana preferente de un eventual atentado –dando uso partidario a la información compartida con él y otros candidatos por el Ministerio de Interior–, aprovechó el momento de confusión ante las cámaras para remachar sus propuestas más extremas. Llegó a poner en solfa la normativa Schengen, aprobada bajo su mandato.
Ello por no hablar de su promesa electoral de contratar a 10.000 nuevos policías, cuando su Gobierno prescindió de los servicios de 13.000 agentes, como se encargada de recordarle, ayer mismo, el primer ministro, Bernard Cazeneuve, que salió de su espacio de neutralidad para afear al tándem Le Pen-Fillon por sus declaraciones oportunistas tras el luctuoso ataque en París.
Más allá de las inexactitudes, lo relevante es que Fillon se ha plantado, sin mayores escrúpulos, en el terreno preferido de la candidata frentista, que propone la expulsión directa de todo ciudadano extranjero y/o binacional cuyo nombre figure en el fichero policial con la letra S (objeto de vigilancia especial). Y, ya metida en el fango, hasta el cierre total de fronteras.
La líder populista, que llega con la lengua afuera y con expectativas mitigadas a esta primera vuelta, olvida quizás que desde 2015 Francia vive bajo un estado de emergencia que lleva al filtrado escrupuloso y, cuando lo requiere su Gobierno, el cierre de sus fronteras. O que las expulsiones, no ya de «sospechosos de terrorismo» sino de ciudadanos llegados al Hexágono en búsqueda de un futuro mejor, son el pan de cada día gracias a las medidas excepcionales que rigen en Francia.
El duro Fillon, el blando Macron
En el caso de Fillon, este se servía del atentado en París para proponerse como un presidente con brazo de hierro frente a un Emmanuel Macron al que tilda de «demasiado blando para encabezar la lucha contra el islamismo». Cuestionar el liderazgo del candidato de En Marcha y presentar el apoyo a Le Pen como un voto diferido a éste. Esa ha sido la doble consigna que Fillon ha repetido en la recta final hacia las urnas, particularmente desde que los sondeos le han situado en el cuarteto de cabeza.
Sin embargo, sus aparatos de comunicación se han encargado de dejar en segundo plano las opiniones de los electores ante su eventual paso a una segunda vuelta. Todos y cada uno de los cruces en los que Fillon es uno de los contrincantes ofrecen un balance bien pobre para el derechista.
Efectivamente, Fillon saldría derrotado en todos los duelos en segunda vuelta, salvo si disputara el Eliseo a Marine Le Pen. En ese caso obtendría una victoria pírrica, con una tarta de reparto de voto endiablada. El marcador ofrecido por la última encuesta de Elabe-BFMTV, arroja un 59%-41%. O lo que es lo mismo, la fotografía de un país partido, ya que el programa ultraconservador y autoritario que abandera Fillon remite a la experiencia de quiebra traumática ya vivida con el sarkozysmo.
Fillon no ganaría ante Macron (65%-35%) y no saldría tampoco airoso de un bastante menos probable duelo con el líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon (56%-44% en favor del único aspirante con opciones, siempre a tenor de los sondeos, de llevar a la izquierda a la segunda vuelta).
Por lo demás, el emparejamiento televisivo de Fillon con la líder azul marino, que también se apuntó al anuncio de suspensión pero sin renunciar, como él, a la propaganda, dejó en una posición ventajosa a un templado Emmanuel Macron, que lidera todas las encuestas de intención de voto. El candidato de En Marcha se apuntó al modelo de declaración solemne tras el atentado. Antes, corroboró en un matinal radiofónico que si hablaba ante los medios era porque seguía con sus actividades de campaña –si bien «por motivos de decencia y seguridad» redujo su agenda – poniendo de manifiesto la «hipocresía» de un Fillon que, horas después, ofrecía una rueda de prensa, con igual solemnidad y tanto o más hambre de voto, en su cuartel general parisino. Un cruce de espadas a la altura de un final de campaña de alto voltaje, tras la que todo queda por decidir. Un final sin cierre de telón y bajo la penosa bruma de hipótesis poco prometedoras.
La más lacerante dibujaría una segunda vuelta sin opciones diferenciadas, con un duelo entre derecha extrema y extrema derecha, de profundas implicaciones para el marco hexagonal y europeo.
La otra –que podría ser resultante de cruces distintos, ya que ni siquiera Le Pen puede estar completamente segura de su clasificación mañana– llevaría a prolongar el estado de interinidad que vive Francia, al encumbrar al Elíseo a un candidato-refugio, impulsado por los esta- mentos que más tienen que perder con un derrumbe incontrolado de ese edificio enfermo llamado V República.
Euskal gaiek leku zinez eskasa izan dute kanpainan zehar
Ipar Euskal Herrian kanpainaren bilakaera bat etorri da hauteskunde hauen estatu-mailako izaerarekin. Bertaratu diren hautagaiek edo beren ordezkariek zuzenean galdekatutakoan emandako erantzun aski orokorrak kenduta, apenas izan da aipamen berezirik euskal gai zehatzei buruz.
Salbuespen gisa, Benoit Hamon jarri behar da halere; hark urtarrilean egindako bisitaldian Estatuak ETAren armagabetzean inplikatu behar zuela eta presoak hurbildu behar direla esan zuen, besteak beste. Gainera, hainbat eragilerekin bilerak egin zituen (Bizi, Ziburuko itsas lizeoko profesionalekin). Hizkuntza gutxituen egoeraz ere ezer gutxi entzun da.
Egia esan, bertako indar politikoak presidentea aukeratu eta berehala Asanblea Nazionaleko diputatuak hautatzeko izango diren bozen prestaketan zentratuago dabiltza. Horietan gertuagoko arazo eta gaiak presenteago izango dira, zalantzarik gabe. Adibidez, konponbide prozesuari segida emateaz, presoen egoeraz, Euskal Elkargo berriaren eskuduntzen finkatze eta garatzeaz edota ordezkariak hautatzeko moduez (sufragio unibertsalaren eskakizuna) gehiago mintzatuko da. Hori bai, igandeko emaitzek eta, batik bat, maiatzaren 7koek presidentetzarako hauteskundeen hirugarren saioa deiturikoa nola joan daitekeen erakutsiko dute.A.M.
Los patronos del Medef llaman a votar para hacer frente a los candidatos pro Frexit
En un artículo de opinión publicado en “Le Figaro”, el presidente del Medef y noventa empresarios de diferentes regiones del Estado hicieron hace unos días un llamamiento a votar mañana «para evitar los populismos». Entre los firmantes se encuentra el presidente de la patronal de Ipar Euskal Herria, Philippe Neys.
Tras subrayar que el domingo «se juega la suerte del país como nunca antes para cada uno de nosotros», alertan de que el «riesgo no es el de una simple alternancia» sino el de «un salto al vacío».
Consideran los patronos que «si por desgracia, nos despertamos [el lunes] con dos finalistas hostiles a Europa, habremos caído en lo irreversible». Obviamente, aún sin nombrarlos, se refieren a la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, y al de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, ya que ambos propugnan la salida de la Unión Europea, es decir, lo que parafraseando al Brexit se está viniendo a llamar Frexit.
Los firmantes de la organización empresarial más importante del Estado francés temen que, de darse el caso, Italia se desestabilizaría enseguida «lo que haría que Alemania no pudiese soportar sola el peso de la zona euro». «Seríamos rápidamente estrangulados por el peso de la deuda o por las consecuencias de una quiebra, es decir por la incapacidad para devolverla» añaden.
Asegurando que no dejarán que los «soberanistas» o «insumisos» –alusión a Le Pen y a Mélenchon– que combaten a Europa les «impongan» su destino, los empresarios «lanzan un grito de alarma» y apelan «solemnemente» a los ciudadanos franceses que piensan quedarse el domingo en casa «por la razón que fuere» a acudir a votar desde la primera vuelta porque «cada voto determinará nuestro futuro. Cada voto que falte será un ‘sí’ consentido al derrumbe de nuestra economía, a la amenaza sobre nuestras libertades individuales y un ‘sí’ al permiso para matar a Europa». A. MANTEROLA