Dabid LAZKANOITURBURU

Trump alardea de haber impulsado el bloqueo del eje prosaudí a Qatar

El presidente de EEUU, Donald Trump, reivindicó ayer en Twitter su papel para forzar a Arabia Saudí y a sus aliados suníes a castigar a Qatar. Los expertos dudan del impacto económico del bloqueo e Irán asiste, fortalecida pero a la vez preocupada, a esta nueva y grave crisis.

El presidente de EEUU, Donald Trump, vinculó directamente su discurso contra el «islamismo radical» durante su reciente gira por el Golfo Pérsico con la decisión de Arabia Saudí de aislar y condenar al ostracismo internacional a Qatar.

«Durante mi reciente viaje a Oriente Próximo dije que no podía seguir habiendo financiación de la ideología radical», aseguró Trump en Twitter, precisando que «los líderes apuntaron a Qatar (...) ¡Y mira!", alardeó, reivindicando un papel central en esta decisión, a la que se han sumado Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, las Maldivas, el Gobierno yemení en el exilio en Riad y el Ejecutivo libio en Tobruk, tutelado por Egipto y los Emiratos.

Trump, que en otro tuit apuntó temerario que «quizá esto sea el principio del fin del horror del terrorismo», confirma la tutela de su Administración a la teocracia de los Saud en su pugna vecinal e ideológico-religiosa suní con Qatar por su apoyo al islam político representado por los Hermanos Musulmanes y en su batalla geoestratégica con Irán por el liderazgo de la región.

Washington abandona a su merced a Qatar, que alberga la mayor base militar aérea estadounidense en Oriente Medio. Medios estadounidenses aseguran que thinks-tanks neoconservadores lideran una campaña para trasladar esa base a Emiratos Árabes Unidos, donde los hijos de Trump inauguraron en febrero un complejo de golf con un centenar de chalets de lujo con el nombre del magnate-showman-presidente.

Fijación saudí

En lo que no se ponen de acuerdo los analistas es en torno a si el órdago saudí contó con el aval previo de EEUU o si el hombre fuerte de Riad, el príncipe Mohamed Ben Salmane, supo jugar sus crecientes cartas.

Hay quien sostiene que este último ha sabido aprovechar la amalgama que en su discurso Trump hizo entre el ISIS, Al Qaeda e Irán, con lo que apostó prácticamente por un cambio de régimen en Teherán. Ese discurso ante medio centenar de dirigentes árabes, que se alineó con la iranofobia de Riad, incomodó no solo a Qatar sino a Omán y a Kuwait, sin olvidar a Líbano e Irak, e incluso a Argelia y a Pakistán, país este con una importante minoría chií.

El emir de Kuwait, Sabah al-Ahmad al-Sabah, viajó ayer a Jeddah, en el oeste de Arabia Saudí, para intentar mediar ante el rey Salman e instó a Qatar a mostrar contención.

Los expertos pronostican que el bloqueo diplomático y económico a Qatar tendrá un gran impacto a corto plazo sobre sus importaciones (importa un 90% de los alimentos y materias primas que consume), pero auguran que podría suplir el único acceso terrestre a través de la frontera saudí con importaciones aéreas desde Turquía, Europa y Asia, y marítimas desde Oman e Irán. Teherán ya ha mostrado su disposición a aprovisionar a Qatar por mar.

Todo ello será más caro y aumentará la inflación, pero las exportaciones qataríes de gas natural licuado (primer exportador mundial) y de petróleo seguirán intactas, con lo que el daño a la economía qatarí será mitigado. Todo ello a no ser que los Saud se atrevan a bloquear el estrecho de Ormuz, lo que sería un casus belli a escala regional e incluso mundial.

Irán: oportunidad y riesgos

A primera vista, Irán podría salir fortalecido de esta crisis de los regímenes del Golfo y presentarse otra vez como el único actor responsable en la región.

El problema es que esa zona no está para saltos y Teherán es consciente de que Qatar ha sido castigada por no compartir la obsesión saudí contra la República Islámica.

Y es que, pese a ser rivales en Siria y en otros escenarios, Qatar e Irán comparten la inmensa explotación gasera de South Pars-North Dome. Y Qatar es, o era, el único que podía, por su riqueza y su relación con EEUU, atreverse a resistir la presión saudí en su guerra abierta contra el Irán chií.